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Luces, ciencia… ¡acción!: cuidado ambiental para el público infantil

Ante la ausencia de actividades orientadas a la divulgación del conocimiento científico y el cuidado de los recursos naturales para niños de comunidades rurales de Yucatán, la Secretaría de Investigación, Innovación y Educación Superior del estado de Yucatán (SIIES), en colaboración con la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), desarrolló el espectáculo multidisciplinario «Luces, ciencia… ¡acción!», que se presenta gratuitamente en espacios públicos, escuelas primarias, centros culturales y eventos de divulgación científica y tecnológica.

La obra forma parte del Programa de Apropiación Social del Conocimiento de la SIIES, que cuenta con financiamiento del Fondo Institucional de Fomento Regional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (Fordecyt) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Alba Carolina Buenfil, coordinadora del programa, señaló en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt que el espectáculo viaja junto con una infraestructura de proyecciones audiovisuales en 3D dentro de un domo móvil a comunidades rurales, generalmente clasificadas como de alta marginación.

“Buscamos brindar una oportunidad para los niños que tienen un acceso limitado a este tipo de actividades, para que puedan tener un contacto con el conocimiento científico, fomentar sus habilidades y decirles: La ciencia no es solo la que se desarrolla en el laboratorio, con lentes y bata, sino que también está en tu comunidad. Todo lo que nosotros hacemos también lo tienes tú al alcance”, expresó.

El laberinto del Uaykirits

El laberinto del Uaykirits, obra de teatro de objetos que forma parte de “Luces, ciencia… ¡acción”, tiene como temática principal el cuidado del medio ambiente, en particular de los montes y los cenotes, así como la preservación de las tradiciones. Fue escrita por el dramaturgo Ulises Vargas, basada en El mito de la serpiente Tsukán del antropólogo Carlos Evia Cervantes, y dirigida por Mabel Vázquez.

El teatro de objetos, similar al teatro de títeres, se crea a partir de la selección de objetos particulares que darán forma a los personajes. En El laberinto del Uaykirits, los creadores utilizaron objetos que pudieran ser reconocibles por las poblaciones de las comunidades, como jícaras, cuerdas y huacales, así como objetos que se utilizan diariamente en los depósitos de basura, como botellas, bolsas de plástico, aluminio y metal.

Eduardo Navarrete, egresado de la Escuela Superior de Artes de Yucatán y becario del proyecto, señaló que la obra cuenta la historia de Ik-Kil, un niño que durante la celebración de su onceavo cumpleaños se pierde accidentalmente en el monte y cae en un cenote.

“A partir de ahí, una deidad se despierta, el Tsukán, una serpiente de la mitología maya. Entonces se dan cuenta de que hay un gran problema con la basura en los montes y cenotes de su comunidad. Su hermanita Juanita sale a buscarlo y se encuentra con Zakí, el alux que habita el cenote donde duerme el Tsukán”, relató.

De acuerdo con los relatos recabados por el antropólogo Carlos Evia, la serpiente Tsukán es un ser mitológico relacionado con el agua, vive, cuida y es dueño de la gruta que ocupa.

Se dice que es tan grande que su cuerpo es como el tronco de un árbol y su cabeza es como la de un caballo. Por ello, en la obra es interpretada por dos actores: Ricardo Paredes Sánchez, como la cabeza, y Lorena Barrera López, como el cuerpo.

En la obra, los señores del monte han sido olvidados por la población, por lo que ellos también olvidan sus propios poderes mágicos. El Tsukán olvida que tiene alas con las que puede volar.

“El mito dice que cuando va volando el Tsukán, llueve. Pero por ahí no ha llovido, no hay agua y los cenotes están sucios. Ik-Kil es un niño sabio y tiene un don, de grande se va a volver un chamán, porque se encuentra con los seres mitológicos y no todos los niños pueden hacerlo. Estos seres mitológicos han olvidado que lo son, porque se han olvidado de ellos y han quedado enterrados entre la basura”, describió Genny Cocom, quien interpreta a Juanita.

Ik-Kil, niño conocedor de mitos y rituales mayas

Miriam Chí Chim interpreta a Ik-Kil, un niño de gran sabiduría que conoce los mitos, creencias y rituales de sus antepasados gracias a la cercanía que tiene con su abuelo.

“Ik-Kil se pelea el día de su cumpleaños con su papá porque él lee mucho y su padre le dice que lo deje, que vaya a chapear y a recoger la milpa. Ik-Kil se va enojado y es cuando se pierde y encuentra al Tsukán en el cenote y empieza su recorrido”, relató.

Juanita, interpretada por Genny Cocom Uc, es una niña influenciada por las creencias de sus padres. En su casa se consumen botellas de alcohol y muchas de estas, junto con el resto de la basura, acaban en los cenotes.

“Es una de las niñas que ha olvidado la creencia en los aluxes, en los seres mitológicos. Entonces cuando ella se encuentra en la historia con el alux, se sorprende mucho porque ella había dejado de creer en ello. Y resulta que su hermanito y ella encuentran a estos seres y vuelve a ellos la tradición”, indicó Cocom Uc.

Zakí es un alux juguetón que habita en el cenote, pero tiene la responsabilidad de cuidar el monte, que poco a poco se llena de basura. “Como su trabajo es cuidarlo, empieza a apilar la basura y a separarla, pero llega un punto en que la basura lo sobrepasa, no sabe qué hacer con ella y, exasperado de ver que el Tsukán no haga nada y la basura siga incrementándose, decide renunciar”, indicó Eduardo Navarrete Chávez, el actor que le da vida.

En el camino se encuentra a Juanita. Juntos deciden recuperar el monte y realizan un ritual para pedir permiso para encontrar a Ik-Kil. Eduardo Navarrete se encarga también de la sonorización de la obra a partir de material proporcionado por Mabel Vázquez.

Ricardo Paredes Sánchez, quien en la obra representa a Tsukán, vive en el municipio de Umán y desde su infancia había escuchado de una serpiente con cabeza de caballo con crines que vivía en los cenotes, pero no fue hasta que leyó la obra y conoció a los personajes cuando se dio cuenta de que se trataba de una deidad importante en la mitología de la región.

“Cerca de Umán está el cenote de San Antonio Mulix. Cuando la gente iba a visitarlo, nos comentaban que había una serpiente que cuidaba uno de esos cenotes. A través de las leyendas, de lo que me contaban mis abuelos o las personas que yo me encontraba, yo conocí una serpiente enorme con cabeza de caballo que habitaba los cenotes, mas yo no sabía que se llamaba Tsukán”, expresó.

Las leyendas del Tsukán señalan que no cualquiera puede verlo, sino solo la gente especial que tiene una misión importante en la vida. Después de encontrarse con él, Ik-Kil no puede caminar por un momento, ya que según el mito, algunos efectos que aparecen tras el encuentro con esta deidad son calenturas, mareos y falta de movimiento por algunos días.

Cuando Ik-Kil se reencuentra por fin con su hermana, se encargan de movilizar a toda la comunidad para limpiar los cenotes y los montes. De acuerdo con Fátima Caamal Medina, asistente de dirección, el mensaje de la obra es resaltar el papel de los seres mitológicos en el cuidado de los cenotes y promover así el cuidado del medio ambiente entre la población de las comunidades rurales.

“Se hizo una investigación para hacer la dramaturgia, se hicieron entrevistas, se visitaron cenotes y habían algunos en donde se encontraban pañales, bateas, restos de vidrio. El mensaje de la obra es cuidar el medio ambiente y es cercano para los niños porque lo conocen, incluso ellos mismos han tirado basura. Ese es el mensaje que queremos llevar a las escuelas”, indicó.

La obra se presenta de tres a seis veces por jornada, dependiendo del espacio en que se encuentre, y se espera que pueda alcanzar las 100 funciones en lo que resta del programa. Celestún, Tecantó, Teabo, Chocholá, Kanasín y Mérida son algunas de las sedes en las que se ha representado, en el marco de eventos como la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología 2017.

Fuente: CONACYT.

 

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