Su gusto por las matemáticas la motivó a estudiar contabilidad, pero al concluir su carrera se percató de que su pasión por la biología persistía, por lo que decidió combinar sus dos vocaciones en el campo de la investigación.
Patricia Rivera Castañeda es investigadora del Departamento de Estudios Económicos de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), donde actualmente desarrolla proyectos de economía ambiental, una línea de investigación emergente en la institución.
Descubrir que sus habilidades matemáticas serían útiles para estudiar el medio ambiente no fue cosa sencilla, pues en un principio consideró que su afinidad con la biología la llevaría a convertirse en médica.
“Cuando terminé la prepa, entré a medicina. En la prepa fui a algunos concursos de biología a nivel nacional y me gustaba mucho esa área, entonces dije ‘medicina’, pero cuando entré, me di cuenta de que no tenía vocación”, compartió en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
Originaria de Zacatecas, la ahora investigadora nacional nivel I buscaba una carrera que no implicara dejar su estado natal, y biología no se encontraba en la oferta académica, así que comenzó a revisar carreras que estuvieran relacionadas con matemáticas.
“Fue por azar, pero cuando entré a contabilidad me gustó la parte cuantitativa, es un área muy operativa pero a fin de cuentas yo creo que el bagaje contable me sirve para las contabilidades ambientales, los indicadores de desarrollo sustentable, me da como cierta línea u orden mental. Lo realmente importante es que terminé haciendo las cosas que me gustan, porque para mí las cuestiones ambientales son lo fundamental”.
Valorando recursos ambientales
Al concluir la carrera de contabilidad en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), Patricia Rivera decidió incursionar en el estudio del medio ambiente e ingresó a la maestría en administración integral del ambiente (MAIA) en El Colef.
Como parte de sus estudios de posgrado, se centró en la valoración económica de los servicios ambientales de bahía de los Ángeles, una pequeña comunidad rica en diversidad biológica, localizada en Baja California, dedicada a la pesca y el ecoturismo.
“Lo que hice con esta valoración económica fue asignar un valor a un recurso que no lo tiene dentro del mercado. Al no tener un valor dentro del mercado, se usa indiscriminadamente, por ello, lo que se trata de hacer es asignarle un valor para que sea incorporado en la toma de decisiones. Por ejemplo, una valoración económica te puede dar la pauta para establecer una cuota de entrada a un lugar específico”.
La investigadora de El Colef mencionó que en su proyecto aplicó el método denominado “costo de viaje”, que consiste en estimar cuánto paga el usuario del servicio ambiental, este costo se obtiene al incluir los costos de viaje y los costos de estancia, es decir, lo que paga por acudir a visitar el sitio.
Para ello, Patricia Rivera elaboró una zonificación de turistas nacionales y extranjeros a bahía de los Ángeles y estimó cuánto están dispuestos a pagar por el servicio, obtuvo un valor indirecto del mercado a partir de lo que pagan los turistas por realizar las actividades recreativas que se ofertan en este lugar: avistamiento del tiburón ballena, pesca, kayak, entre otras.
“La finalidad de esos estudios era estimar el valor de los recursos ambientales en bahía de los Ángeles, porque estaba latente la puesta en marcha del proyecto de la Escalera Náutica, entonces, el objetivo era mostrar por qué es importante conservar los recursos naturales y cómo no se deben tomar decisiones basadas solo en el área económica, es decir, sin considerar estos recursos”.
Indicadores de desarrollo sustentable
Terminar sus estudios de maestría representó para Patricia Rivera el regreso a su estado natal, donde se incorporó al Instituto de Ecología y Medio Ambiente de Zacatecas (IEMAZ) y aprendió sobre las capacidades y limitantes de las instituciones para la toma de decisiones en materia de política ambiental.
Es en esa etapa cuando decidió continuar con su preparación académica y optó por ingresar al doctorado en estudios del desarrollo, ofertado por la UAZ, donde comenzó a evaluar la situación de Zacatecas en relación con el desarrollo sustentable.
“Como traigo una visión cuantitativa, me intereso en los indicadores de desarrollo sustentable, hago una revisión de qué es lo que se ha hecho a nivel mundial, qué estadísticas hay y luego me enfoco en el caso nacional en México, donde encuentro dos iniciativas: los indicadores de desarrollo sustentable y el producto interno neto ecológico; estas iniciativas son las desarrolladas de manera oficial y, por ello, me propongo generar un indicador cuantitativo en el estado”.
La investigación se tornó hacia métodos cualitativos por limitantes de información y la entonces estudiante de doctorado utilizó la historia ambiental para explicar desde cuándo inició la degradación ambiental en el estado de Zacatecas, y encontró que la actividad minera fue el detonante, posteriormente, utilizó las funciones ambientales incluyendo criterios socioeconómicos y realizó un diagnóstico ambiental que determina la condición de la entidad en relación con el uso de sus recursos naturales.
Aunque la investigación perfiló a Patricia Rivera hacia la disciplina de la economía ambiental, sus proyectos se han diversificado hasta temas prioritarios como el agua, como parte de una investigación de posdoctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que se centró en la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe.
Al colegio
En 2008, a punto de terminar el posdoctorado en la UNAM, Patricia Rivera busca y encuentra satisfactoriamente ingresar a El Colef como investigadora, institución a la que se integra para fortalecer la línea de investigación en economía ambiental.
Desde entonces, su investigación y participación como asesora de alumnos de maestría ha abarcado temas que conjugan su experiencia previa, desde la gestión integral del agua hasta rubros como el ecoturismo comunitario, auditorías ambientales, subsidios agropecuarios, entre otros.
“Es una fusión entre temas de economía ambiental y economía ecológica, un poco de crítica que podría catalogarse como economía política”, concluye Patricia Rivera sobre su desempeño como investigadora.
Desde su punto de vista, la investigación le ha permitido construir una plataforma para seleccionar los temas que le apasionan y dedicarse a lo que más le gusta, además de abrir la oportunidad de incidir en los estudiantes e interesarlos por el desarrollo de un pensamiento crítico.
“Es esa libertad que tenemos de decidir qué es lo que quiero estudiar o a qué me quiero dedicar, porque es amplio, a lo mejor hay ciertas problemáticas que tienes que atender pero en la gran mayoría tú puedes elegir, entonces, yo creo que en esa libertad de decidir está el encanto de la investigación”, finalizó.
Fuente: CONACYT.
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