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¿Cuánto se hundió la CDMX por el terremoto?

Mediante técnicas avanzadas de interferometría —que implicó el uso de satélites y radares de microondas—, dos científicas del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (Centrogeo) determinaron que la Ciudad de México se hundió 25 centímetros, diez veces más que su promedio mensual, luego del terremoto de magnitud 7.1 del 19 de septiembre de 2017.

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, las doctoras Alejandra López Caloca y Elvia Martínez Viveros, ambas profesoras investigadoras de Centrogeo, institución perteneciente al sistema de centros públicos de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), explicaron los resultados que obtuvieron.

La técnica de interferometría utilizada en el estudio consistió en detectar los diferentes cambios de elevación del terreno capitalino con la ayuda de radares de apertura sintética (SAR, por sus siglas en inglés) montados en los satélites Sentinel 1A y 1B de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), que por medio de microondas permitieron realizar una comparativa milimétrica de los desplazamientos relativos positivos y negativos que tuvo el suelo antes y después del sismo, es decir, en algunas zonas el suelo se hundió, mientras que en otras emergió.

De esta manera, se generaron mapas en los que se muestran las zonas en donde los desplazamientos fueron mayores y que pueden servir de referencia a la geología y hacer correlaciones en función de los tipos de suelos.

Ciudad de México: un caso atípico

Los datos que arrojó el estudio llevado a cabo por el grupo de investigación de procesamiento digital de imágenes y señales de Centrogeo muestran que la Ciudad de México sobrepasó su promedio de hundimiento anual, que oscilaba entre los dos y los 2.5 centímetros por mes, para llegar a un promedio de 25 centímetros solo en el mes de septiembre.

“Existen varios estudios realizados con la técnica de interferometría que respaldan esta cifra. Aproximadamente, y dependiendo de la zona de la ciudad, el hundimiento se encuentra en un rango de 2.5 centímetros por mes. Estos son indicadores globales, por lo que no quiere decir que toda la ciudad se hunde a esa distancia”, refirió López Caloca.

Por su parte, Martínez Viveros aclaró que la técnica utilizada para realizar las mediciones del suelo no se basa en estudiar las características específicas del subsuelo, sino que mide a distancia los desplazamientos que se provocan después de que suceden movimientos bruscos como erupciones volcánicas o movimientos telúricos.

“Es normal que el suelo tenga movimientos, pero la Ciudad de México es un caso atípico porque está construida sobre un lago. Eso en sí mismo hace que al estar sobre un terreno relativamente lodoso, se hunda más. Si a eso sumamos la extracción de agua del acuífero y el peso propio del medio construido, se acelera el proceso de subsidencia”, detalló.

Las zonas más afectadas

López Caloca comentó que según los mapas generados por el estudio, los lugares en los que se pueden observar los desplazamientos negativos más significativos posterior a los sismos de septiembre son en las delegaciones Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza, Iztacalco, Benito Juárez, Coyoacán e Iztapalapa.

Sin embargo, la medición realizada posteriormente al sismo no implica que a lo largo del tiempo estas zonas sean las que presentan consistentemente una mayor subsidencia. Asimismo, dijo que esto no guarda una relación directa con los lugares en donde se presentaron derrumbes.

“Esta imagen tiene que ser interpretada en el marco de una serie de tiempo de distintas imágenes donde se esté estudiando el movimiento, con el fin de poder atender cuál va siendo el movimiento normal y cuál va siendo la contribución de un movimiento por un cambio brusco. Por lo tanto, este es un estudio en proceso”, dijo Martínez Viveros.

Las consecuencias que provocan los hundimientos o levantamientos del suelo dependen de en qué lugares se presenten. Por ejemplo, en zonas pobladas se pueden ocasionar daños a las tuberías del drenaje o de abasto de agua, así como afectaciones a edificios que pueden ir desde grietas hasta derrumbes.

Fuente: CONACYT.

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