Guadalupe Huelsz, ciencia constructiva

Cuando tenía tan solo 10 años de edad, Guadalupe Huelsz Lesbros descubrió su vocación científica debido a que enfermó severamente de hepatitis y esa situación la obligó a permanecer en cama por más de tres meses; durante ese tiempo, su única distracción fue leer.

Fue así como se encontró con la biografía de Marie Curie (Premio Nobel de Física en 1903 y de Química en 1911), mujer cuya vida y obra le resultaron tan apasionantes que se convirtió en su inspiración.

“Uno de los libros que leí fue la biografía de Marie Curie, escrita por su hija Eva, y resultó un texto muy significativo para mí, conocer cómo ella se esforzó para estudiar una carrera científica definitivamente me marcó del algún modo”.

No obstante, para Guadalupe Huelsz no solo fue la emblemática científica su modelo a seguir, pues también veía en su madre, quien era matemática, un ejemplo de vida. “Mi madre cursó una licenciatura, fue pionera en México, de las primeras matemáticas que hubo en el país y lo logró contraviniendo incluso a la familia, pues para ella fue difícil convencer a su padre de que estudiaría una carrera universitaria; ella es también mi inspiración”.

Y fue así, bajo la inspiración de su madre y Marie Curie como se decidió a estudiar la licenciatura en física, en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde descubrió su gran interés por la mecánica de fluidos y la transferencia de calor. Fueron precisamente esas aficiones las que le permitieron sus primeros acercamientos con el mundo de la investigación.

Una breve pausa para equilibrar la vida familiar

En una época de contrastes en su vida, en particular mientras cursaba el segundo año de la licenciatura, la doctora tuvo que elegir entre seguir estudiando y atender a su familia, debido a que se casó y embarazó. En consecuencia —en sus propias palabras—, puso en «pausa» su formación profesional.

“Recuerdo que cuando cursaba quinto de primaria dije que nunca me casaría porque iba a vivir para la ciencia; sin embargo, en el segundo año de la carrera me casé y tuve un hijo, así que dejé por un año la escuela porque, además, me fui a vivir fuera, a Baja California Sur. No abandoné la carrera, la pospuse y aun cuando me fui a La Paz, seguí estudiando por mi cuenta, hice un alto en la parte formal, pero me mantuve estudiando porque mi inquietud académica y profesional se mantuvieron”.

Durante esa pausa, la joven tuvo la suerte de entrar en contacto directo con el quehacer científico. “Tuve la oportunidad, por azares del destino, de conocer el inicio del Proyecto Sonntlan de aprovechamiento de energía solar en Baja California Sur”.

La ciencia al servicio de la sociedad

Ese espíritu autodidacta le facilitó, académicamente hablando, su reincorporación a la carrera, la cual concluyó con un promedio de excelencia; no obstante, la doctora aceptó que el reto real radicó en retomar sus actividades sin descuidar a su hijo, pero también reconoció que lo logró gracias al apoyo de sus padres, sus hermanos y su suegra, quienes se sumaron al equipo de apoyo para que ella pudiera seguir su vocación.

Al mismo tiempo, los acercamientos con la ciencia que tuvo durante esa pausa despertaron en la joven estudiante el interés por involucrarse en proyectos científicos con aplicación directa, es decir, aquellos que den solución a problemáticas puntuales de la sociedad. Debido a ello, durante su servicio social participó en un proyecto de aprovechamiento de energías renovables en una comunidad rural de Michoacán.

Gracias a esa experiencia, decidió estudiar la maestría en ingeniería mecánica en el área de termofluidos y al concluirla, diversas cuestiones familiares la llevaron a radicar en China, situación que aprovechó para realizar una especialidad también en mecánica de termofluidos.

Más adelante, otras circunstancias personales la llevaron a radicar también de manera temporal en España, donde obtuvo una beca que le permitió formar parte de un equipo de investigación en mecánica de fluidos de turbomaquinaria. Posteriormente, se incorporó de manera breve en el campo laboral como docente en la Universidad Autónoma de Campeche; sin embargo, su pasión por la investigación la llevó a regresar a la UNAM para continuar con su formación doctoral en ingeniería mecánica en el área de termofluidos, en esa etapa investigó un fenómeno termoacústico —ciencia básica—, a partir del cual propuso realizar una aplicación termoacústica en energía solar.

A esas líneas de investigación, la doctora recientemente sumó una nueva a su trayectoria profesional toda vez que se ha involucrado directamente en el estudio de energía en edificaciones, a través de la cual busca aportar soluciones al elevado consumo energético que se desprende de la construcción de inmuebles que no consideran para su diseño el clima donde son construidos.

“Ahorita tengo un proyecto que resultó ganador en una convocatoria del año pasado del Fondo de Sustentabilidad Energética, el cual espero comencemos en breve y que básicamente consistirá en la construcción de un edificio demostrativo aquí en el instituto, edificación que será diseñada con criterios bioclimáticos que le permitirán alcanzar alta eficiencia energética”.

Al respecto, la investigadora considera que es un verdadero reto construir dicho edificio porque aun cuando ya han diseñado estructuras de ese tipo, hasta la fecha no han sido construidas. “Hemos diseñado y construido casas, mediante las cuales ya hemos demostrado que nuestro enfoque permite ahorrar energía, que es un enfoque correcto, pero hasta la fecha no hemos construido y monitoreado un edificio de gran tamaño para probar que funciona también para edificios”.

Fuente: CONACYT.