El libro a lo largo de la historia ha sido piedra, pizarra, papiro, pergamino, papel, pantalla, hasta llegar a otros formatos que tocan lo inmaterial. Los lectores que tuvieron en sus manos una página estática, con las nuevas tecnologías ahora tienen una página líquida y en esa transición el texto se convierte en hipertexto y después en cibertexto, advierte Camilo Ayala Ochoa, jefe del Departamento de Contenidos Electrónicos y Proyectos Especiales de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En el marco del Día Internacional del Libro, el historiador y teólogo social refiere que las nuevas plataformas tecnológicas representan otra forma de consumir contenidos porque diversifican los sentidos del lector, esta tendencia apunta hacia la transición del libro impreso al libro electrónico.
El papel, refiere en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, poco a poco pierde fuerza frente a nuevos formatos digitales que brindan una interacción diferente, imágenes en movimiento, videos, música, portadas en 3D, editores robots e incluso actualización automática de contenidos con acceso inmediato y muchas veces gratuito, todo esto representa una nueva etapa en la historia del libro, pero que aún se encuentra en sus primeros llamados a la transición.
“El paso del papel a lo electrónico aún está en la etapa prehistórica de este proceso, estamos en una época en la que observamos que el libro evoluciona con una tecnología muy ligada a los soportes lectores. Pienso que hay un futuro del libro lineal que tiene que ver con la evolución de lo que nosotros, los de la generación de la imprenta, teníamos como texto sagrado que guardamos, ese futuro del libro es un poco el iPad, eReaders, etcétera, es decir, el dispositivo, pero también el formato y ahí existen cuestiones que nos cambian la jugada a los editores y universitarios al momento de transmitir contenidos”.
Los nuevos formatos
Ana María Menéndez Marcín, quien ha sido coordinadora de Publicaciones Académicas de la Universidad Anáhuac Norte, en su obra El libro electrónico. Plataformas, industria editorial y convergencia tecnológica, refiere diversos formatos en la producción del libro electrónico como el PDF, el ePub y en menor medida el Mobipocket.
Sobre el PDF (Portable Document Format), la autora señala que en sus inicios, durante la década de los 90, sirvió como soporte digital para los libros impresos. Ha sido el más utilizado; sin embargo, su carácter es estático ya que solo permite la variación del tamaño del documento.
Menéndez Marcín menciona en segundo lugar el ePub (Electronic Publisher) basado en la tecnología XML, con tres versiones, la primera a partir de 2007 y la última, el ePub 3.0, recomendada desde 2011. Este formato también se divide, además por su manejo de texto, en líquido o fluido y ofrece al lector interactividad en el documento gracias a las ligas, visualización de gráficos y manejo multimedia. El otro es el ePub fixed layout, empleado en libros electrónicos con un diseño fijo y con contenido estático, pero con la posibilidad de incluir elementos multimedia.
Entre sus desventajas, advierte Menéndez Marcín, está que no tienen número de páginas por lo que las citas y referencias representan todo un reto al momento de incluirlas y si el texto es de tipo académico o científico, el desafío es aún mayor; no obstante, este formato cada vez es más utilizado por los editores de la zona metropolitana de México en los libros científicos y técnicos, con un crecimiento registrado de 58 por ciento en 2013.
En cuanto al Mobipocket, se trata de un formato comprado por Amazon en 2005, a partir del cual crea el KF7 y posteriormente el formato KF8 con la extensión AZW, utilizado para la venta de sus libros electrónicos.
Libros híbridos e inteligentes
Ante esta gama de posibilidades para presentar y transmitir contenidos, el lector común puede adoptar otras formas de lectura y complementarlas. En este plano entra el concepto híbrido o inteligente, es decir, lo leo en papel pero también en pantalla con una realidad aumentada que nos lleva a otros contenidos.
Al respecto, el maestro Ayala Ochoa recuerda la lectura de un libro que tenía una mica en las primeras páginas y hacía las veces de pantalla sin necesidad de conectar el libro a una computadora, la mica por sí sola permitía acceder a videos, música y otros contenidos.
“No se trataba de una computadora conteniendo un libro, sino un libro conteniendo una computadora. Esa es la imagen de los libros híbridos. Con los libros inteligentes, por ejemplo, uno coloca en su mesa el libro y una pantalla te permite subrayar o señalar con el roce del dedo lo que consideras destacado, además de abrir en la misma mesa de contenidos información complementaria de diccionarios, enciclopedias, videos, fotos, o bien sacar información del libro para manipularla y editarla”.
Estos contenidos híbridos, asegura Ayala Ochoa, implican también un cambio en la encuadernación, con forros que ya se hacen en impresión 3D y en los que se pueden plasmar, por ejemplo, los rostros de los autores o de personajes o simplemente imágenes que ilustran la publicación pero presentadas con volumen. Esto también tiene que ver con el método de impresión, el cambio de papel vegetal por el papel mineral, el papel roca que puede ser reutilizable o lavable y todo esto, subraya, no es más que la muestra de las posibilidades que tiene el futuro.
Las ventajas y desventajas
La tecnología no tiene que ver con gustos o juicios morales, se da y simplemente hay que adaptarse al medio. Así pasó en la era de Gutenberg, en su momento los copistas tuvieron que pensar en otro modelo de negocio para sobrevivir y ahora los editores de la vieja guardia tienen que reinventarse, señala Ayala Ochoa.
Esta adaptación a nuevas tecnologías conlleva a otros retos, no solo de actualización constante y de desarrollo de nuevas plataformas y formatos, sino las consecuencias de esta propia evolución. Por ejemplo, la pérdida de mediaciones entre el lector y el autor. En este sentido, para Ayala Ochoa el nuevo editor tendrá que adquirir nuevas competencias y una actualización constante que le permita intervenir y crear contenidos.
“Sí, hay una pérdida de agentes de la edición, por ejemplo los capturistas, correctores, secretarias e incluso impresores, todo ese grupo corresponde a un sector que se ha ido o está por hacerlo. Es así como los editores tradicionales están en una encrucijada: evolucionan o se pierden”.
Contenidos académicos con mayor alcance
En el ámbito académico, los investigadores y universitarios también experimentan cambios, la escuela misma se transforma e incursiona en otros esquemas para transmitir el conocimiento y sus desarrollos. Por ejemplo, las universidades optan por publicar libros bajo demanda, complementando con el libro electrónico, lo que implica un acceso inmediato a contenidos, manipulación del texto y mayor alcance.
A pesar de estas ventajas, Camilo Ayala Ochoa observa una forma añeja de brindar contenidos, sobre todo cuando asegura existen ya otras posibilidades en la edición de los libros académicos en materia de actualización, es decir, existen libros ligados a una gran base de datos que rastrea por temas y de forma automática actualiza contenidos.
“La ciencia tendrá también que reconfigurarse en ese sentido. Este tipo de libros de actualización automática están a disposición en países como Francia, España e Inglaterra, pero en México las grandes editoriales aún no entran a este modelo (…) Revistas como Forbes, por ejemplo, utilizan editores automáticos o robots que están creando artículos mediante el uso de inteligencias artificiales que conjuntan información en ese sentido y así el paso de la creación a la actualización es muy breve”.
Al respecto, el director de Fomento Editorial de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), César Cancino Ortiz, advierte que aunque las universidades cada vez más publiquen libros electrónicos, en el consumo de libros especializados las cifras indican que la venta del libro impreso sigue ocupando un lugar importante en el hábito de consumo.
“Ahora hay lectores que tienen muchas opciones, antes no las había. Habrá quien prefiera tener un libro en su biblioteca para consulta permanente, pero puede ser que otro libro no le interese porque se requiere para una consulta específica. También el asunto generacional puede influir, yo por ejemplo me resulta muy difícil acceder a las letras virtuales y no me acostumbro a leer en la computadora o en otros dispositivos, me concentro mejor en el papel; sin embargo, el formato electrónico me llega a facilitar algunas cosas como investigador”.
Frente a esta tendencia se puede pensar que el libro impreso tiene sus días contados; sin embargo, para el politólogo Cancino Ortiz, esa proyección resulta incierta ya que las grandes casas editoriales aún le apuestan al libro impreso porque sigue siendo un negocio rentable, a pesar de que reconoce en el formato electrónico ventajas económicas y ecológicas.
Para el doctor Cancino Ortiz, el principal enemigo del libro no es el propio libro en formatos diferentes, sino otros factores como la falta de presupuesto, la apatía por la lectura y en mayor medida la piratería. En el caso de las editoriales universitarias, asegura, el principal desafío es aplicar criterios más empresariales para la producción de libros.
Es así como con esta nueva revolución de tecnologías abona a la bibliodiversidad, con más títulos y más autores, pero también enfrenta a un lector con tiempo limitado que tendrá problemas para seleccionar títulos de calidad. En este sentido, el maestro Camilo Ayala Ochoa añade que si se desea dejar huella, ya no tipográfica sino digital en el ciberespacio, se debe apostar a los buenos contenidos.
“Me gusta ver el futuro pero sigo siendo un coleccionista de libros, me gusta la lectura en papel pero sé que la imagen del lector tendrá que cambiar; no obstante, lo que supera en importancia a todo esto son los contenidos, por eso las universidades y las grandes bibliotecas tienen que convertirse en una autoridad en este sentido, porque no es lo mismo estar pensando en el futuro que salir en el día a día a sortear estos cambios”, finaliza el directivo de la UNAM.
Fuente: CONACYT.
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