Los protozoarios o protozoos son organismos unicelulares, diferentes a las bacterias, que representan un riesgo para los cultivos de microalgas.
La importancia económica de las microalgas radica en que son el alimento principal en cultivos de moluscos bivalvos como ostiones, almejas y mejillones.
El cultivo de microalgas representa 30 por ciento del costo total de la producción de semillas de bivalvos, refiere el artículo «Efecto de dietas con base en microalgas tradicionales, nativas y dietas artificiales sobre el crecimiento y supervivencia en larvas velígeras de la almeja taquilla, Mulinia edulis», publicado en 2014 en la Revista de Biología Marina y Oceanografía.
El doctor Zaúl García Esquivel, especialista del Instituto de Investigaciones Oceanológicas (IIO) de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), expuso en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt que una vez que los protozoarios se reproducen en el cultivo de microalgas, es muy difícil que las microalgas recuperen sus condiciones óptimas y en la mayoría de los casos terminan desechándose.
Aunado a ello, no existe a nivel comercial un producto que elimine los protozoarios del cultivo de microalgas, lo que motivó que especialistas del IIO liderados por el doctor Zaúl García desarrollaran un método químico efectivo con este objetivo.
Fuera de control
Luz, temperatura, acidez (pH), limpieza del entorno y el aire son factores que inciden en la calidad de los cultivos de microalgas; la pérdida del balance en alguno de estos factores puede provocar estrés en las microalgas, problemas de salud y, por ende, la aparición de protozoarios.
El doctor Zaúl García Esquivel explicó que en ocasiones las microalgas pueden recuperarse de estas condiciones adversas, pero cuando no lo logran, los protozoarios, que son una manifestación del estado del cultivo, empiezan a proliferar hasta el punto que las microalgas ya no pueden recuperarse.
“Cuando llega esa situación, los que nos dedicamos a la acuacultura tenemos varias opciones y entre ellas está tirar las microalgas, que implica tirar un mes de trabajo para esta escala de cultivo, o bien dárselas a los organismos (bivalvos) con el riesgo de 99 por ciento de que los organismos se mueran porque los protozoarios se los comen, sobre todo cuando son estadios muy pequeñitos como las larvas, que son microscópicas”.
Los laboratorios en los que se cultivan microalgas se enfrentan a la misma problemática, ya que la presencia de los protozoarios se debe a que, aunque el cultivo está sujeto a condiciones de ambiente controlado, no es posible controlar todos los factores al 100 por ciento.
La desestabilización de las condiciones de cultivo provoca estrés en las microalgas, que se traduce en un estado vulnerable que los protozoarios aprovechan para comerlas, reproducirse y aumentar su población hasta tener la capacidad de comer larvas; entonces se convierte en un riesgo no solo para las microalgas sino también para los organismos bivalvos.
“Como tienen dos conchitas, se meten dentro de la larva, empiezan a comerse la carnita y se hace un desastre porque una vez que se empieza a morir la larva, explota otra población de protozoarios que echa a perder los cultivos de bivalvos”, apuntó el doctor Zaúl García.
Un método efectivo
Con las experiencias ante esta problemática y la ausencia de un antídoto, el doctor Zaúl García, en colaboración con técnicos del Laboratorio de Biotecnología de Moluscos, emprendió el desarrollo de un método químico que elimina la presencia de protozoarios en las microalgas y obtuvo una solución efectiva.
El doctor Zaúl García precisó que los tratamientos comerciales para sanear el agua de los cultivos de microalgas son preventivos, es decir, solamente se utilizan para esterilizar el agua, ya sea con cloro, ozono o rayos ultravioleta, pero antes de que se cultiven las microalgas.
“Pero ya que están las microalgas, si se aparece algún bicho, entonces no existe algún tipo de solución. Tomando en cuenta eso, nos dimos a la tarea de ver cómo podríamos aprovechar esas microalgas que se están cosechando, eliminando a los protozoarios presentes, sin demeritar la calidad del alimento, ahí fue donde nos enfocamos”.
Pero la solución no se desarrolló de forma instantánea. Implicó la realización de pruebas experimentales para identificar el químico que funcionaría, así como las concentraciones con que se eliminarían los protozoarios sin que repercutiera en la calidad de las microalgas.
En jarras con capacidad de un litro pero con microalgas cultivadas en volúmenes de 500 litros, los especialistas del IIO comenzaron con las experimentaciones que variaban en la densidad de las microalgas, las concentraciones del químico y los tiempos de exposición.
Experimentos con los cultivos
Conteo, observación directa, documentación fotográfica y registro de parámetros fueron algunas de las actividades que conllevó el diseño experimental, detalló el maestro Enrique Gilberto Zepeda Lupio, técnico del Laboratorio de Biotecnología de Moluscos del IIO, donde es el encargado del área de cultivo de microalgas.
“Primero se hicieron aproximaciones preliminares para ver el efecto del químico en los cultivos y si de alguna manera nos podría ayudar en la eliminación de los protozoarios; luego se esquematizó, se creó un diseño y en los días en que se corrieron los experimentos, nos dividíamos el trabajo, unos estaban encargados de medir los parámetros químicos del agua y otros estábamos a cargo de la observación”.
La observación a través del microscopio les permitió documentar si los protozoarios se inmovilizaban o desintegraban tras la exposición al químico, el cual todavía no es posible revelar públicamente, pues el método está en vías de patentarse.
El maestro Zepeda Lupio añadió que mediante los conteos se verificaba si la concentración de la microalga disminuía y si el químico demeritaba el cultivo.
“Empezamos con preliminares y cuando acotamos fueron aproximadamente cuatro experimentos y la diferencia era la concentración celular porque en los laboratorios de producción de microalgas puedes encontrar cultivos de baja densidad, media o alta densidad, cada quien tiene la concentración de lo que necesita para alimentar a sus organismos, entonces vimos todas las posibilidades que se podían presentar en cuanto a la concentración, para de ahí ver el efecto del químico a diferentes concentraciones”.
Tras las pruebas experimentales, los especialistas del IIO determinaron que la concentración celular del cultivo, los niveles de concentración del químico aplicado y el tiempo de exposición fueron los factores esenciales para garantizar la efectividad del método.
Evitar pérdidas
Dada la innovación que representa el desarrollo del método químico para la eliminación de protozoarios en cultivos de microalgas, los investigadores del IIO ya obtuvieron asesoría para iniciar el proceso que culminará con una patente.
El doctor Zaúl García consideró que lograr llevar al mercado una solución de este tipo, impactará de inmediato al sector productivo dedicado al cultivo de moluscos bivalvos.
“El impacto sería inmediato porque perder microalgas es perder dinero, es una cadena: si se pierden microalgas, en automático se disminuye la tasa de crecimiento de los organismos principales, que en este caso serían los moluscos, entonces sí tiene una aplicación inmediata porque una vez que se usara este proceso completo, ya no se perderían los esquemas de producción”, concluyó.
Fuente: CONACYT.
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