El unicel es uno de los materiales más utilizados; sin embargo, menos de 0.1 por ciento se recicla o se reutiliza. Esta fue la premisa de los estudiantes del Tecnológico de Morelia «José María Morelos y Pavón» —perteneciente al Tecnológico Nacional de México (Tecnm)— para investigar y desarrollar un material a base de unicel y residuos de la industria textil que tendrá múltiples aplicaciones.
Este proyecto es desarrollado por los estudiantes Israel Molina Velázquez, Jorge Alberto García Calderón, Miriam Núñez Valdovinos, José Miguel Bejarano Chávez y Lucía Rosales Jiménez, de las carreras de ingeniería en materiales, ingeniería en gestión empresarial y administración de empresas. Los asesora la doctora en administración Harriet Rosalía Hesse Zepeda.
Su investigación comenzó por la tendencia del desarrollo sostenible, hicieron un estudio donde descubrieron que el unicel es uno de los productos más contaminantes por la falta de una vivencia del reciclaje de este, a comparación de otros materiales como el PET.
«Es muy poco el unicel que se recicla, y el que se recicla en México se hace utilizando disolventes de origen petrolero», comenta Israel Molina, el estudiante que ideó este material en sus estudios de laboratorio. La razón es que ese mecanismo actualmente implementado en el país desprende un vapor altamente dañino y contaminante.
A través de un disolvente de origen vegetal, solucionaron este problema de la reutilización del unicel. Llevaron a cabo pruebas de comportamiento, calor, flexibilidad y resistencia para entender y jugar con sus propiedades. Se dieron cuenta que los residuos de fibras textiles fortalecían el material.
Protej, la teja
Teniendo el material se concentraron en encontrar las áreas de implementación. Se dieron cuenta que la industria de fabricación de las tejas, que se encuentra principalmente en las comunidades rurales, contamina en grandes cantidades desde el proceso de extracción de la arena hasta la producción de la teja.
«Las tejas tienen un carácter tradicional e histórico que configura el paisaje de los pueblos mágicos y las ciudades que mantienen una relación cercana con el pasado. Además se usa mucho porque el precio es más accesible que otros», señala Miriam Núñez.
La fabricación de las tejas involucra la extracción de minerales en suelos áridos, esta actividad, comentan, es una de las que más amenazan los bosques a nivel mundial.
Para la cocción de las tejas se requiere una temperatura de hasta dos mil grados Celsius, por lo que se generan grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y además se libera plomo que es dañino para los trabajadores.
Protej es la teja diseñada por este grupo de estudiantes. Utiliza un material al que se le da un valor posuso para reciclarlo y reducir, desde el material hasta la producción, los índices de contaminación originada para la satisfacción de una necesidad social.
La temperaturas que se requieren para su producción no rebasan los 400 grados Celsius, «se hace mediante extrusión por lo que el ambiente de producción es más controlado y eficiente», afirma Israel Molina.
Mientras que la teja tradicional se tarda aproximadamente dos meses en ser producida, Protej puede estar terminada en cuatro horas, afirman.
Una de las características de las tejas tradicionales es su aspecto rústico, el equipo no quería sacrificar esta propiedad al migrar a Protej, por lo que la diseñaron de tal forma que dé la apariencia de una teja rústica, sin contener esa cantidad de humedad que genera moho y atrae enfermedades como consecuencia.
«Al estar reforzada con las fibras, tiene más propiedades mecánicas como compresión, flexión, resistencia al impacto y es más ligera», declara Jorge García.
Para la producción de un metro cuadrado de tejas, se requieren 10 kilogramos de unicel, para lo que han pactado con empresas locales de gestión de residuos.
La brecha de funcionalidad entre Protej y la teja tradicional impacta en el precio. Miriam Núñez indica que mientras una teja tradicional cuesta de 10 a 15 pesos, Protej tendrá un precio en fábrica de nueve a 10 pesos.
Actualmente la vida útil del unicel es de 100 años, los estudiantes se plantean que con su proyecto podrán acortar la vida de este material, a través de su reutilización para la producción de una teja que es totalmente reciclable.
Al momento, se encuentran trabajando en implementar este material en otros productos para disminuir el impacto por la extracción de grafito.
Fuente: CONACYT.
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