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Laboratorio Arte Alameda, entre la ciencia y el arte

Rodeado por locales comerciales, puestos ambulantes y el bullicio interminable generado por miles de peatones y vehículos en tránsito hacia la Alameda Central de la Ciudad de México, se encuentra el antiguo Convento de San Diego, edificio que conserva su arquitectura del siglo XVI y que hoy alberga al Laboratorio Arte Alameda (LAA), espacio dedicado a la experimentación artística relacionada con la ciencia y la tecnología.

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), a través del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), fundó, en el año 2000, el LAA con el objetivo de generar un espacio para la exhibición, creación, investigación y documentación del arte contemporáneo vinculado a los avances científicos y la aplicación de tecnología.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, la artista visual Tania Aedo, directora del LAA, explicó que la misión de la institución es revisar las prácticas artísticas que surgen de los “cruces” de conocimiento, como el que existe entre el arte, la ciencia y la tecnología.

“El laboratorio no es un museo porque no tiene una colección constituida como tal, pero resguarda dos murales in situ del pintor Federico Cantú, una obra de Tania Candiani y otra de Marcela Armas, además, tenemos el Centro de Documentación Príamo Lozada (CDPL), que da cuenta de los trazos que dejan tras de sí los cruces de conocimiento, con la finalidad de poder compartirlos”.

De iglesia a espacio alternativo

Dentro de las características más sobresalientes del LAA, está el inmueble donde se ubica; una iglesia que, entre otras cosas, fue imprenta y bodega para convertirse, en 1964, en la Pinacoteca Virreinal de San Diego, recinto que albergaba obras realizadas en el periodo que va desde el siglo XVI hasta principios del XIX.

“Pienso que la fuerza del laboratorio radica mucho en las preguntas que su arquitectura genera. Los proyectos que suceden en el laboratorio tienen un diálogo con su arquitectura por razones como su historia y porque es un espacio patrimonial. Las paredes de este edificio son propicias para la contemplación y el asombro, invitan a preguntarnos por las enormes transformaciones del conocimiento”.

Por otro lado, criterios como el consumo de energía, los desechos que cada exposición generará y la implementación de una museografía sostenible son factores determinantes en la selección de los proyectos nacionales o internacionales que se exhiben en el LAA.

“El arte contemporáneo está retando al espacio todo el tiempo. Otro desafío común es el de la percepción del público; a veces tenemos obras sonoras por debajo de los niveles de audición comunes o imágenes que confunden a tal grado nuestro sistema visual, que lo hacen también con nuestras creencias y nuestro conocimiento sobre la realidad”, compartió la directora.

El público que frecuenta el LAA también se ha transformado a lo largo del tiempo, pues hace 10 años la mayoría de visitantes eran jóvenes con amplios conocimientos sobre temas como el arte sonoro o electrónico, un grupo muy reducido y especializado. Ahora, es común ver niños acompañados por sus padres que acuden a las actividades planeadas para ellos.

“Pasa de todo, hay público que no sabe que aquí hay arte contemporáneo y piensa que entra a una iglesia y se sorprende gratamente, o no. La Alameda Central es un cruce muy importante en México, en ese sentido, Circuito Alameda —la actual exposición— hace énfasis en esos cruces de lugares en relación con los de conocimiento y conecta el espacio exterior con el interior”.

La respuesta de los visitantes ante la oferta del LAA suele ser de extrañeza por las propuestas artísticas con que se encuentran; sin embargo, la artista opina que el asombro es un “regalo” para las culturas contemporáneas.

Los polos opuestos se atraen: el caso de la ciencia y el arte

Respecto al diálogo entre ciencia, arte y tecnología, dijo que cada vez es más “intenso”, aunque la ciencia siempre implica una metodología específica y es por eso que ambos ámbitos aportan el uno al otro.

“La ciencia y el arte tienen muchas cosas en común, hay coincidencias increíbles como las rupturas paradigmáticas del siglo XX, que se dieron en la ciencia y también en el arte. Me gusta pensar en el hecho de que lo técnico va a un hemisferio del cerebro y lo expresivo al otro, y que un artista o un científico está constantemente cruzando ese límite”.

Aunque el LAA no es un espacio dedicado a la divulgación de la ciencia, la directora añadió que las labores que realizan pueden contribuir a la formación tecnológica de las personas y a la reflexión profunda en torno a la ciencia, a través de propuestas discursivas familiares para la mayoría de los visitantes.

“Todas las exposiciones que se presentan en el LAA implican una visión interdisciplinar entre ciencia y arte, la cual ‘enfrenta’ a los asistentes a otras formas de mirar que favorecen la creación de nuevos conocimientos”, concluyó.

Fuente: CONACYT.

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