Los pasillos del Museo Trompo Mágico suelen estar repletos de niños curiosos. En cada uno de los salones del recinto hay risas, preguntas y caras de asombro frente a las exposiciones, y a diferencia de otros museos, aquí los niños y adultos aprenden sobre arte y ciencia divirtiéndose.
Con una trayectoria de 15 años, el Museo Trompo Mágico es un recinto representativo para los tapatíos, pero también es una opción familiar para aprender de ciencia, arte, tecnología o historia. Fenómenos como el funcionamiento de la electricidad o el cuidado de los arrecifes son solo algunos temas que los niños, y no tan niños, pueden disfrutar en estos días del año.
Rodrigo Limón Torres, director del Área Educativa y Museográfica del Museo Trompo Mágico, explica que la institución dedica entre 30 y 40 por ciento de sus exhibiciones a la divulgación de temas relacionados con la ciencia y se cuenta con 34 módulos pequeños que explican fenómenos físicos o temas relacionados con el cuerpo humano, ecología o química.
“En este periodo tenemos Electrópolis, una exhibición que busca explicar la generación de la electricidad y cómo funciona, cómo se produce y cómo se distribuye. También mostramos temas sobre la producción de electricidad de manera sustentable”, detalla.
Por otra parte, Fátima Mendoza, encargada de Desarrollo de Contenidos en Ciencia del Museo Trompo Mágico, explica que otro de sus principales atractivos esta temporada es la exhibición Vive el arrecife, donde se busca concientizar a los visitantes sobre los cuidados de estos organismos y su importancia en el equilibrio de los ecosistemas marinos.
Esta exposición fue el resultado de la Convocatoria de Apoyo a Proyectos de Comunicación Pública de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación 2017 del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Un espacio para chicos y grandes
Aunque el Museo Trompo Mágico es una institución que busca acercar la ciencia y otras disciplinas a los más pequeños, también es un punto de encuentro para otros sectores de la población, señala Limón Torres, quien comenta que es común ver a grupos de jóvenes adultos o adolescentes visitando el museo, pero lo que impera es la presencia de familias completas.
“Sí vienen chicos de más de 17 años, aunque en menor proporción que los niños, también vienen adultos sin niños, pero prevalecen las familias. En nuestras exhibiciones lo que buscamos es que sean autónomas y no requieran de un mediador para entenderlas, de esa forma fomentamos la conversación entre nuestros visitantes”.
Limón Torres refiere que desde el museo se trabaja en elaborar pequeños módulos de exhibición que impliquen una interacción con el visitante. Fátima Mendoza agrega que desde la planeación se busca que estas muestras tengan información pertinente sobre ciencia, historia y arte, y que estos sean de utilidad para los espectadores.
Gracias a la facilidad para interactuar con los módulos, Fátima Mendoza asegura que se fomenta la interacción entre las familias, pues se plantean dudas a través de las demostraciones que pueden ser discutidas o explicadas de padres a hijos, o viceversa.
Ciencia divertida
Fátima Mendoza indica que también hay salas especializadas para niños de menos de tres años, donde se imparten actividades relacionadas con la música o movimientos motrices. Además, recalca que el Museo Trompo Mágico también está sirviendo como taller a Luis Téllez, quien trabaja en el desarrollo de la que será la primera película mexicana en stop motion.
Respecto a este taller, Limón Torres asegura que está la opción de visitar ciertas áreas donde se trabaja para conocer sobre esta técnicas de animación y sobre el proceso de producción del largometraje.
La encargada de Desarrollo de Contenidos en Ciencia menciona que actualmente en el museo hay módulos que fomentan la experimentación en actividades como radio, música o cine, pero tres de ellos se enfocan especialmente en ciencia, como Hiloramas, que aborda la relación entre matemáticas y arte, y la Cámara Oscura, que enseña sobre óptica y luz.
Por su parte, Rodrigo Limón Torres asegura que además de que el museo es un recinto de conocimiento y recreación para niños, también se trabaja con instituciones educativas para impulsar la relación entre los maestros y el recinto y que estos utilicen las instalaciones del museo para complementar sus métodos de enseñanza.
Fuente: CONACYT.
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