Estudiantes del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Puebla, desarrollaron un prototipo de parche a base de sábila para apoyar en la curación de heridas leves como raspones, cortaduras o quemaduras leves por el sol.
Ramón Iván Puón y María José Morales Escalante cursan el octavo semestre de ingeniería en biotecnología en el ITESM y juntos desarrollaron Vera Patch, como parte de los proyectos para la asignatura de Desarrollo de Alimentos y Bioproductos.
“Hicimos un parche utilizando la sábila como elemento principal, específicamente el Aloe vera, con el objetivo de ayudar en la curación de heridas leves en la piel, como quemaduras por el sol, cortaduras o raspones. Esta idea surge porque este tipo de lesiones son muy comunes entre la población universitaria y queríamos desarrollar una alternativa a las técnicas que se utilizan actualmente”, declaró en entrevista para la Agencia Informativa, Ramón Puón.
Para la presentación de su producto, los estudiantes buscaron alternativas de fácil aplicación por lo que descartaron cremas o lociones, de ahí surgió la idea de un parche a base de hidrogel que permitiera la absorción de todas las propiedades de la sábila, además de otros componentes con los que adicionaron la fórmula, como el diclofenaco, un fármaco que funciona como analgésico y antiinflamatorio.
Ramón Puón explicó que, adicional a este fármaco, a la fórmula le añadieron dos tipos de polímero como agentes gelificantes para darle textura, un fungicida para evitar la generación de bacterias u hongos y extracto de lavanda para otorgar un aroma agradable. En cuanto al diseño, se eligió la forma circular con una dimensión aproximada de seis centímetros de diámetro, aunque el tamaño se puede expandir, dependiendo del molde que se utilice para su fabricación.
Por qué de sábila
Para determinar las sustancias activas que dieran carácter y objetivo a su producto, los estudiantes de biotecnología se dieron a la tarea de investigar en la literatura científica las propiedades de la sábila. Fue así como reportaron cualidades regenerativas en tejido cutáneo, además de una acción antiséptica que previene infecciones.
“Decidimos tomar aloe vera y presentarlo como un parche. Específicamente el producto es un hidrogel, ya que tiene textura gelatinosa y se adhiere a la piel debido a su contenido de agua. Es decir, el parche al entrar en contacto con la piel, esta absorbe el agua y le da cierta adherencia, por lo que no fue necesario el uso de adhesivos”, añadió Ramón Puón.
El proceso de creación
Para crear el parche, Ramón y María José cortaron las pencas de sábila para extraer el aloe vera; sin embargo, la primera dificultad apareció al buscar la forma de disolver la sustancia para crear la formulación.
“Empezamos licuándolo, pero no obteníamos una solución totalmente líquida, era muy espumosa, así que decidimos filtrar al vacío para lograr la mezcla totalmente líquida, sin ningún resto de la planta. Además, el aloe vera produce una sustancia llamada aloína de color amarillo, que es un mecanismo de defensa de la planta, así que tuvimos que esperar a que este líquido escurriera por completo, porque investigamos que la aloína es usada como laxante y eso no nos convenía para el producto”.
Una vez que lograron la consistencia líquida del aloe vera, el siguiente reto fue hallar un polímero adecuado para darle consistencia y las características deseadas como temperatura, resistencia y viscosidad, entre otras. En primer lugar, recordó Ramón Puón, probaron agarosa, pero posteriormente se decidieron por carbopol 940.
“Es un polímero muy bueno pero sentimos que el costo es algo elevado. Todos los materiales nos los proporciona el Tec de Monterrey, pero ya para generarlo se tiene que buscar otro material más económico, en eso estamos aún, buscando otras alternativas”.
Cuando el polímero ya fue elegido, los estudiantes decidieron añadir otros compuestos a la fórmula, pues notaron la formación de hongos en sus primeros prototipos, así que adicionaron un fungicida empleado en cosméticos, además de extracto de lavanda para modificar el olor del parche, luego de realizar una encuesta entre posibles usuarios sobre el olor y la presentación del parche.
El desarrollo de este prototipo se llevó a cabo en el Laboratorio de Biotecnología del campus, y sus primeras pruebas arrojan una permanencia del parche de al menos ocho horas y mejoras registradas en heridas leves en un promedio de uno a dos días. Tanto Ramón como María José aún trabajan en mejorar su prototipo, pues no descartan que puedan comercializarlo en un futuro.
Fuente: CONACYT.
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