El sincretismo de los olores contradictorios le brincaba al olfato. Por un lado, los amargos granos de café moliéndose, deshaciéndose; por el otro, el dulce pan era vestido con azúcares, mermeladas y alguna que otra chispa. Y ahí, en esa cafetería tan amargamente dulce y contradictoria estaba él. Me paré frente a él y lo saludé. Me saludó. Con manos de científico, pero con palabras de escritor.
Se trata de Jesús Carlos Ruiz Suárez, doctor en física por la Universidad de Waterloo, en Canadá, miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), y actualmente se desempeña como investigador en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav). Pero su presentación no podía ser la de un científico con un léxico meramente técnico, sino la de un escritor de ficción que combina la rigurosidad de la ciencia con las libertades literarias.
La escena prosigue. Ya frente a frente, rompemos el hielo con la cotidianidad: que si el clima, que si el estacionamiento, que si esto o aquello. Hasta que se le lanza la cuestión: ¿cómo empezaría un cuento sobre su vida? El silencio se apodera de la conversación. Mira hacia arriba y luego baja la mirada, después busca contestación hacia sus laterales. Parece que no va a encontrarla, pero sí lo hace.
“Escribir eso sería más bien una biografía. Y hay gente que lo hace o que escribe poemas sobre uno mismo, como Borges. Si yo lo hiciera, seguramente no incluiría alabanzas, me reiría de mí mismo y de los científicos. Escribiría de lo que uno sufre cuando nos rechazan un artículo, y cómo gozamos cuando nos premian”.
Pero si por algún lado hay que empezar, a no ser que el hilo conductor de la trama permita una lectura desordenada, hay que ir a la página uno.
Capítulo primero
“Creo que mi interés por la ciencia surge con una novela que se llama La amenaza de Andrómeda. Yo la leí en la secundaria, y habla de cosas científicas. No digo que por eso quise serlo, pero siempre se me han dado las matemáticas, y terminé en la física”.
Al iniciar su carrera profesional, Carlos Ruiz solía comprar libros de una editorial rusa sobre ciencia. Compró muchos, hasta que encontró a Richard Feynman, a quien le dieron el Premio Nobel por sus contribuciones en la electrodinámica cuántica.
“Fue entonces, al leer esos libros, cuando estuve seguro de que había elegido el camino correcto, que era el que me gustaba”.
A pesar de que también se dedica a la escritura, esto no siempre estuvo en su radar.
Ernesto Sabato, su inspiración
Como toda obra, las motivaciones son las que matizan las oraciones y las que sazonan las comas y los puntos. Y si hay quienes escriben desde que toman por primera vez una pluma, para Carlos Ruiz no fue así.
“Yo no escribía. Me inspiré en Ernesto Sabato, físico y escritor argentino que ya falleció. Fue uno de los mejores escritores argentinos, siempre en constante guerra con Borges. Se tituló de físico, conoció a Marie Curie en París. A su regreso, escribió una novela bellísima que se llamó El túnel. Cuando estaba en Waterloo, al salir de mi laboratorio cayó una nevada, y me refugié en la biblioteca de artes. Ahí, buscando qué leer me acabé el libro en esa noche”.
Tras gustarle la literatura de Sabato, regresó por más libros de su autoría, hasta que un día descubrió que, además de escritor, el argentino también era físico.
“Ahí me nació el interés por escribir. Cuando volví a México, me metí a talleres de literatura y empecé a soltar la mano y a escribir, quizá solo me faltaba eso”.
De la física a la ficción
Inspirado por los grandes científicos y su gran legado, así como por sus deseos de redactar cosas más allá de la rigurosidad académica y la terminología compleja, Carlos Ruiz Suárez escribió el libro titulado Física y ficción, donde busca romper los límites de la imaginación y la realidad, combinando datos biográficos de famosos eruditos de la ciencia con situaciones totalmente de la pluma del autor.
“Hace unos años escribí un cuento sobre un físico que se llama Foucault, que fue quien creó esta idea de la rotación de la Tierra con un péndulo, que se llama el ‘Péndulo de Foucault’. Estaba en París y escribí un cuento sobre el personaje, bastante biográfico, explicando en palabras sencillas en qué consiste el experimento, pero con ficción. Con la ficción es como se teje la historia. No sucedió exactamente como se cuenta en el libro, pero sí cuidé todos los demás datos”.
Una vez concluido este libro, el autor lo dio a leer a algunas personas, y les gustó. Tras eso, continuó escribiendo, incluyendo a personalidades como Newton, Marie Curie, Einstein, famosos por su obra en el campo científico.
“En el libro se presentan 10 cuentos, con narraciones sobre algunos de los físicos que todos deben de conocer en su formación. Me tomó varios años, y descubrí muchas cosas. Me puse a leer y encontré que la hija de Marie Curie vivió 104 años, a diferencia de su hermana que murió de cáncer, como su mamá. Entonces decidí que ese cuento lo iba a escribir ella, y en el libro está en primera persona”.
Fuente: CONACYT.
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