Investigadores de la Coordinación de Tecnología de Alimentos de Origen Vegetal (CTAOV) del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) Hermosillo, fueron reconocidos por la revista académica Scientific Reports, del grupo Nature, debido al éxito del artículo Transcriptome Analysis of Mango (Mangifera indica L.) Fruit Epidermal Peel to Identify Putative Cuticle-Associated Gene.
Se trató de uno de los artículos más consultados de 2017. A través de una carta firmada por los doctores Richard White, editor en jefe, y Suzanne Farley, editora ejecutiva de la revista, se notificó a los autores que, de los casi 700 artículos publicados por esa revista el año pasado, el suyo ocupaba el trigésimo lugar entre los más leídos.
En la misiva, los remitentes destacaron el hecho como “un logro extraordinario” y los invitaron a continuar difundiendo su investigación a través de sus páginas.
El trabajo
El artículo trata sobre la creación de una base de datos genómicos del mango (Mangifera indica L.). Los resultados obedecen a la tesis doctoral de Julio César Tafolla Arellano, estudiante del CIAD Hermosillo y alumno del profesor investigador Martín Tiznado Hernández.
Según los científicos a cargo del estudio, el mango tiene una limitada vida de anaquel, principalmente por la pérdida de peso y textura que ocurre como resultado de la transpiración, aunado al ataque de patógenos, lo cual limita considerablemente su comercialización en el mercado nacional e internacional.
El equipo investigó los genes de la fruta mediante la técnica de secuenciación de ARN de la segunda generación (RNA-Seq). Esta es la primera evidencia molecular para la elucidación de la biosíntesis de cutícula de mango, que permitiría el diseño de estrategias para prolongar la vida de esa fruta.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el investigador Martín Tiznado Hernández —miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)— señaló su satisfacción por este trabajo que permitirá responder a las demandas de generación de conocimiento científico para atención de problemas estratégicos de los sistemas agrícolas, en este caso el mango.
El antecedente y la pertinencia
Durante sus estudios de maestría, Tiznado Hernández trabajó el tema de atmósferas controladas o tratamientos para el aumento de tiempo de vida poscosecha de frutas como el mango.
En esa época intentaba responder qué ocurre con el ciclo de Krebs, si este se detiene por completo o se adapta. Encontró que ciertos organismos aeróbicos logran adaptarse a esas condiciones.
Explicó que, al ser México uno de los países más importantes del mundo en producción y exportación de productos hortícolas: primer exportador de aguacate, primer exportador de mango y segundo exportador de papaya, es necesario que los científicos mexicanos trabajen en el valor agregado de los productos que exporta el país.
En ese contexto, Tiznado Hernández señaló que es importante que el país logre extender la vida poscosecha de los productos que exporta el país, es decir, ampliar el tiempo desde el momento del corte de la fruta, hasta que ya no puede ser consumida.
“Es importante para México porque enviar un vegetal a un mercado lejano, implica que tengas que tener claro que el periodo de poscosecha es lo suficientemente largo para llegar en buen estado a su destino”, comentó.
El periodo de poscosecha es variable. Explicó que en papaya puede ser de una semana, mientras que el mango puede durar hasta dos semanas, dependiendo del manejo de la fruta.
“No se puede enviar por avión, tendría que ser por barco y hay un tiempo límite en que el producto puede ser comercializado”, indicó.
La clave: la cutícula
El experto indicó que se han realizado múltiples esfuerzos por aumentar la vida poscosecha de la fruta. Ahora, su aportación consiste en detectar qué parte de la fruta debe ser manipulada para controlar el periodo de poscosecha, y esa es la cutícula.
“Es una estructura que se encuentra cubriendo hojas, tallo y raíz de la planta”.
El experto indicó que la cutícula es una estructura que básicamente consta de moléculas muy hidrofóbicas, y que forman una estructura protectora y evita el daño de la radiación UV, el ataque de patógenos, que se acumule suciedad.
“Además controla la pérdida de agua de los frutos, que es un fenómeno muy importante, la transpiración del fruto. Creemos que esa estructura tiene mucho que ver con el periodo en que el fruto permanecerá en condiciones óptimas, el periodo de poscosecha. Por eso decidimos hacer un estudio que nos permita conocer los genes que participan en la biosíntesis de la cutícula”, explicó.
De ahí que la idea de su trabajo sea entender el mecanismo molecular de la biosíntesis de la cutícula para que en un futuro sea posible su manipulación y su posterior incremento en la vida poscosecha al doble o triple de lo actual.
“Ahorita estamos en la etapa de conocer el mecanismo molecular. Espero que continuemos con mango. Por ahora estamos trabajando también con guanábana. Para el proyecto de frontera estamos tratando de demostrar que el mecanismo molecular es muy parecido a las frutas».
El equipo de científicos se ha acercado a productores de Tepic, principal productor de guanábana. “Es importante aclarar que la aplicación no será inmediata, tiene que pasar cierto periodo de tiempo. Afortunadamente en la actualidad ya se están afinando las técnicas de edición de genomas que permitirían, de forma más fácil, editar el genoma”.
El reconocimiento de Nature
Para el equipo de investigadores, la publicación y posterior reconocimiento de la revista Nature implica un logro y también una responsabilidad.
“Al parecer sí fue muy trascendente la publicación del trabajo, sobre todo para científicos. Me invitaron a exponer el trabajo en San Diego, en un congreso. Me pidieron que fuera a exponer en un simposio especial para mango. Me da mucho gusto que las cosas trasciendan a nivel internacional, sobre todo por los costos que el país tiene que afrontar para este tipo de investigaciones”, comentó.
El trabajo tomó cerca de tres años y logró identificar qué genes participan. “Ahora la idea es trabajar con guanábana y papaya para comparar los mecanismos moleculares de biosíntesis de cutícula y encontrar el mecanismo común”.
Fuente: CONACYT.
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