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Expociencias San Luis Potosí, un vistazo al mañana

Expociencias es un programa de la Red Nacional de Actividades Juveniles en Ciencia y Tecnología que se lleva a cabo con el objetivo de promover la participación y vocación científica en niños y jóvenes del país, a través de distintos proyectos de investigación científica, de innovación y divulgación.

En San Luis Potosí participan docenas de grupos de divulgación científica e innovación de muchos centros de educación y de innovación tecnológica, los cuales hacen grandes esfuerzos por participar con la misión en mente de dar a conocer su potencial y el valor de sus voluntades.

Ir más allá de las aulas

Uno de estos proyectos ha sido el encabezado por el grupo estudiantil respaldado por la profesora Francisca Suárez Umaya, del Instituto Tecnológico Superior de Tamazunchale (ITS Tamazunchale) —perteneciente al Tecnológico Nacional de México (Tecnm)—, jefa de la Unidad de Transferencia de Tecnología (UTT) de dicha institución. El proyecto, denominado Despierta y vive, es uno de distintas iniciativas que pretende poner al servicio de la población el conocimiento creado por la población joven del país.

“Hemos encontrado que la tercera parte de los accidentes automovilísticos que suceden a nivel mundial se debe a que los conductores se duermen; entran en estado de somnolencia. Entonces es un tipo de accidente que se considera, según las estadísticas, como más trágico. El proyecto consiste en el desarrollo de una aplicación portable que se instala en distintos sistemas operativos. La app percibe el parpadeo del conductor, y si el conductor entra en fatiga, sus parpadeos serán más constantes que en estado de vigilia, y al detectarla, la appmanda una señal a una pulsera que el conductor porta en el brazo provocando vibraciones y la emisión de una alerta para despertar al conductor”, comenta en entrevista la investigadora.

Pero además, la app se encarga de enviar mensajes de alerta a copilotos, sobre todo para transportes comerciales, donde la terminal o base también es alertada del estado de transición latente entre vigilia y somnolencia del conductor. Esto le permitirá también a las empresas mantener un estudio detallado de su personal, los estados de riesgo de los conductores, generando estadísticas que permitan a la industria tomar medidas preventivas, como estudios de salud para su personal.

“Nuestra investigación nos ha llevado a desarrollar la app y el dispositivo de alerta, y ahora estamos buscando la manera de atraer financiamiento para poder producirlo con los materiales más adecuados, con el objetivo de que también pueda estar al alcance de todas las personas y podamos proteger así la vida de muchos seres humanos”.

Esta app, que funciona incluso para el caso de conductores que portan anteojos o gafas de distintos tipos, es una iniciativa que según el doctor Gerardo Ortega Zarzosa, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), es un caso altamente ejemplar de lo que la promoción de la divulgación y vocación científica puede lograr con compromiso institucional y político para la educación básica y media superior en el país.

“Esto (Expociencias) es de vital importancia para nosotros porque incentivamos a los niños desde temprana edad para la exploración científica, que nos ha dado buenos resultados. Aquí en San Luis tenemos nueve años, y los objetivos son que los estudiantes, desde niveles básicos hasta profesionales, vayan un poco más allá de lo que hacen en aulas, que se incentive la parte de investigación, ya sea documental o física-experimental”, comenta el también miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Una esperanza creciente

Conforme han pasado los años, la respuesta al interior del estado de San Luis Potosí en este gran proyecto ha ido creciendo de manera constante. Por ejemplo, el municipio de Matehuala, ubicado en la región del Altiplano Potosino, ha sido testigo este año de la voluntad de más de 80 grupos de jóvenes (alrededor de 320 estudiantes en total) por participar cada uno con proyectos distintos, donde sus miembros provienen de distintas comunidades, no solo urbanas.

“Desgraciadamente no todas las comunidades tienen las facilidades para hacerse de recursos para hacer el viaje. Por lo que aunque había más acreditaciones para Matehuala, solo pudieron venir (a la capital a competir) trece grupos. La disponibilidad de recursos es lo que determina muchas cosas. En este caso, es valioso comentar que todos los que participan invierten de sus propios recursos; los papás son los que pagan y en esta ocasión hemos visto hasta abuelitos que con emoción ven a sus niños participar. Las familias saben que es una inversión a futuro para los jóvenes”, afirma el doctor Gerardo Zarzosa, también miembro de la Sociedad Mexicana de Física (SMF).

En el caso de la región de la Huasteca, el municipio de Tamazunchale participaría originalmente con 15 equipos (15 proyectos de investigación e innovación), de los cuales solo han podido participar siete, al igual que en la Región Centro, sobre todo por la necesidad de tener recursos para trasladarse. Lo cual limita en muchas ocasiones, a pesar del esfuerzo de los jóvenes interesados en la ciencia, su movilidad. Pero quizá no sea solo un problema económico sino también de política educativa en nuestro país, lo cual se refleja evidentemente en el estado.

“Creo que las escuelas han descuidado la parte de la investigación científica. Si una escuela tiene como parte de sus actividades prioritarias incentivar al máximo con sus recursos la ciencia, entonces surgen los clubes de ciencia y una dinámica más comprometida. Mucha de la gente que vemos aquí muestra un alto interés que a veces no puede ser desarrollado como quisieran. Creo que en ocasiones las escuelas descuidan este aspecto”.

Y es que la diversidad de temáticas e ingenio es sorprendente. Desde proyectos sobre tecnologías económicas para la fabricación de filtros de agua, como la iniciativa H2O FiltrAs, y distintos proyectos para la elaboración de productos orgánicos a base de cactáceas como el nopal, se encuentran también propuestas de estrategias divulgativas desde jóvenes para jóvenes, que incluso contemplan la inclusión de estudiantes con barreras de aprendizaje o con discapacidad.

Aliento para el futuro

Para Roberto Hidalgo Rivas, coordinador general de la Red Nacional de Actividades Juveniles en Ciencia y Tecnología (RED) y presidente del Movimiento Internacional para el Recreo Científico y Técnico (Milcet), organización mundial con presencia en más de 114 países, el fomento de la vocación científica en niños y jóvenes implica acercarlos a experiencias inmersivas de calidad en el desarrollo de proyectos de innovación, divulgación e investigación en todas las áreas del conocimiento científico y técnico.

“La expectativa es muy grande porque San Luis Potosí tuvo una participación muy destacada el año pasado. El año anterior, Expociencias Nacional se celebró en La Paz, Baja California Sur, y la delegación potosina obtuvo el galardón como la mejor. Destacó por la calidad de sus proyectos, con lo cual ganaron muchos de los premios; también su coordinación, que estuvo apoyada en todo momento por el Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología (Copocyt), y por su alta participación”, comenta en entrevista.

Y es que existen grandes incentivos académicos para los jóvenes que representarán a San Luis con proyectos de investigación en diciembre próximo en Morelia, Michoacán, los cuales les exigen una alta preparación. En juego se encontrará una de las más de cien acreditaciones que México tendrá para eventos internacionales de ciencia y tecnología, en 41 países distintos. Los jóvenes ganadores podrán representar al país en competencias internacionales en Rusia, Taiwán o Brasil, en donde muchas instituciones educativas de prestigio internacional ponen la mira sobre las nuevas generaciones de mujeres y hombres de ciencia que podrían cambiar el mundo.

“La idea es que los jóvenes vivan la experiencia internacional y que vuelvan con el ánimo para continuar con un posgrado, o poder animarse a crear una microempresa, de patentar su proyecto, etcétera”, comenta el también investigador de la Coordinación de Divulgación Científica de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

La alta participación de niños de educación básica, e incluso de preescolar, es importante porque sus proyectos reflejan los problemas que a ellos les importan. Por ejemplo la nutrición, con lo que algunos equipos proponen concientizar sobre la atención a la salud, así como niños que se incorporan a temprana edad a las áreas de tecnología mediante la programación de robots, o promoviendo el diseño de biopelículas para eliminar el uso de bolsas plásticas en alimentos.

“Son proyectos con mucho trabajo detrás, y que también hablan del trabajo que se está haciendo en San Luis Potosí de investigación con niños y jóvenes. Chicos de preparatoria y universidad también han mostrado iniciativas. Tenemos dos participaciones especiales, de un niño con Asperger y una niña con síndrome de Down, hablando sobre volcanes. Fue su primera vez y creo que también es importante esta apertura”, comenta la doctora Roxana de León, del Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología.

El apoyo institucional, como el que brindan los recursos obtenidos mediante el Fondo Institucional de Fomento Regional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (Fordecyt), permite garantizar la plena participación de niños y jóvenes que, en ocasiones, a causa de su contexto socioeconómico y cultural, no tienen los recursos incluso para salir fuera del estado o sus respectivas comunidades.

Por lo que, tal y como lo atestiguan años de trabajo en Expociencias en San Luis Potosí, la importancia de propugnar por una inversión cada vez más grande en educación para la ciencia y la tecnología desde los sectores básicos será un factor social clave para no solo continuar con el crecimiento de la participación de la población joven, sino también para brindar solidez y confianza a los sueños de niños y jóvenes que, interesados por el conocimiento, podrían ser la clave para enfrentar el futuro con ciencia.

Fuente: CONACYT.

 

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