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Sistemas de acuaponía para el desarrollo de comunidades rurales

Para José Ángel Rodríguez Casas, productor agrícola de la comunidad de Los Planes, en el municipio de La Paz, Baja California Sur, operar un sistema de acuaponía —cultivo simultáneo de peces y hortalizas— dentro de sus tierras de uso agrícola, era una empresa impensable ya que no estaba al alcance de sus posibilidades económicas, comerciales, tecnológicas y operativas.

Seleccionado como beneficiario en el proyecto «Desarrollo de acuaponía combinada con cultivo a cielo abierto adaptado a regiones áridas para la producción sustentable de alimento, con el establecimiento de un módulo de acuaponía», Rodríguez Casas tiene la expectativa que contribuirá a detonar la producción agrícola y pesquera en su comunidad.

“En Baja California Sur necesitamos este tipo de proyectos encaminados a un desarrollo que nos permita alcanzar una vida mejor; en el rancho sembramos la tierra, cosechamos nuestros productos, los comercializamos y volvemos a sembrar; sin embargo, este proyecto nos permitirá trabajar todo el año de manera sustentable”, mencionó Rodríguez Casas.

El módulo de acuaponía instalado en la comunidad se encuentra en su fase piloto comercial, en la que evaluarán aspectos de viabilidad operativa, rentabilidad comercial de producción de alimentos, entre otros.

Esta etapa es la consumación de alrededor de 15 años de colaboración binacional entre Japón y México, a través del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor), la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid), la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA, por sus siglas en inglés), Japan Science and Technology (JST) y la Universidad de Tottori, Japón.

Durante cinco años, los especialistas de ambos países enfocaron sus esfuerzos en el desarrollo de un sistema acuapónico habilitado para soportar el clima árido del noroeste de México y hacer eficiente el uso de agua subterránea, a través de un sistema de circulación de agua que combina tres sistemas de producción de alimentos: acuicultura, hidroponía y cultivo a cielo abierto o invernadero.

En la primera fase del sistema, utilizan tecnología acuícola, con la que aprovechan agua subterránea salobre para cultivar peces tilapia. En la segunda fase, usan tecnología hidropónica —raíz flotante—, con la que cultivan plantas tolerantes a altos niveles de la salinidad, acelgas, principalmente. Estas, además, absorben una cantidad significativa de sales del agua salobre que previamente utilizaron en la producción de peces y aprovechan las excretas de estos como nutrientes.

En la tercera etapa, utilizan un sistema de cultivo a cielo abierto o en invernadero, en el que usan el agua restante del cultivo de acelga —que previamente fue filtrada de sales hasta obtener un nivel adecuado para cultivos agrícolas— para fertirriego de hortalizas de chile habanero o bola.

La recirculación del agua permite mitigar la salinización de los pozos de agua subterráneos causada por la sobreexplotación en la agricultura tradicional, ya que al regar el agua en suelo retorna a los mantos acuíferos con bajos niveles de salinidad.

Esfuerzo binacional para el desarrollo de comunidades rurales

El director general de JICA México, Hitoshi Matsumoto indicó que prevé el módulo de acuaponía contribuya al desarrollo socioeconómico y ambiental de las comunidades de Baja California Sur.

“La iniciativa de ofrecer este módulo de producción de alimentos sustentables, a través del uso de acuaponía avanzada, responde a la necesidad de promover alternativas que coadyuven al desarrollo económico, social y ambiental de las comunidades de pequeños productores agrícolas-pesqueros del estado de Baja California Sur”, afirmó Matsumoto.

El director adjunto de Centros de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Sergio Hernández Vázquez, apuntó que investigaciones de ciencia y desarrollo —como el innovador sistema de acuaponía— trascienden al transferir tecnología que impacta en el desarrollo de las comunidades.

Indicó que este desarrollo tecnológico conlleva posibles asociaciones con otros centros de investigación Conacyt para potenciar sus alcances.

“Los números que resulten de este experimento —la fase de piloto comercial— se escalarán a nivel comercial. Idealmente estará listo en el futuro cercano para asociarse con otros centros de investigación Conacyt. En esta planta comercial —por ejemplo—, en el caso del uso de celdas solares, tenemos centros de investigación dedicados a la optimización de celdas solares, es decir, la combinación de otros centros para potenciar todo este gran experimento”, agregó Hernández Vázquez.

El director general del Cibnor, Daniel Lluch Cota, detalló que el proyecto de acuaponía tiene alrededor de 15 años gestándose de forma indirecta, a través de una estrecha relación con la Universidad de Tottori, con la que han implementado convenios de colaboración, investigaciones, desarrollo de tecnología y capacitación humana, que vienen a sumar al mejoramiento del sistema acuapónico.

“La primera fase de este proyecto está instalada en el Cibnor —una planta experimental—. Este módulo en terreno de un productor —una planta piloto comercial—, tiene la finalidad de que lo probado en Cibnor se valide con rentabilidad. Esperamos que de esta manera, nos permitan extender el sistema a once módulos que la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), a través de la Comisión Nacional de Zonas Áridas, instaló en su momento en Baja California Sur y que podrían beneficiarse de la transferencia de esta tecnología”, destacó Lluch Cota.

Oportunidades en el proceso de transferencia de tecnología

El jefe del proyecto de la parte de Japón, el profesor investigador de la Universidad de Tottori, Satoshi Yamada, explicó que este sistema se enfoca en el uso eficiente del agua, producción agrícola y pesquera, así como prevención de acumulación de sal en mantos acuíferos subterráneos.

Destacó que gradualmente contribuirá a mitigar la salinidad del agua subterránea en donde se implemente.

“En la región de Baja California Sur, el agua subterránea es salobre, si esta agua es utilizada directamente a la tierra, provoca acumulación de sal y baja la produción (agrícola). Nosotros utilizamos esa agua para la crianza de camarones y peces resistentes a la salinidad, posteriormente reciclamos el agua usada en acuicultura, para uso en hidroponía. En acuaponía, nosotros seleccionamos las plantas que pueden absorber la sal del agua, disminuyendo la salinidad del agua. El agua también la utilizamos en cultivo a cielo abierto, para que poco a poco disminuya la salinidad en el agua subterránea”, detalló Yamada.

Explicó que este sistema de acuaponía tiene dos características adicionales, “suministramos energía a través de energía fotovoltaica, sin usar combustible fósil, podemos contribuir a mitigar el calentamiento global. También se puede aprovechar este sistema en donde no hay infraestructura eléctrica. Además nosotros aseguramos inocuidad alimentaria a través de una metodología de evaluación microbiológica. El producto que resulta se asegura de tener inocuidad alimentaria”.

El jefe de proyecto de la parte de México, el investigador titular del Cibnor, Juan Ángel Larrinaga Mayoral, apuntó que en esta etapa el desarrollo se encaminará a ajustar la tecnología para que tenga un interés de inversionistas, mediante la satisfacción de demanda del mercado; asimismo, hacia el desarrollo de políticas públicas para el combate a la pobreza alimentaria.

“El esfuerzo lo estaremos haciendo en las dos vertientes, generar conocimiento y encaminarlo hacia políticas públicas para el combate a la pobreza y afinar la tecnología, con la finalidad de poder cubrir la demanda de mercados;”, señaló Larrinaga Mayoral.

Los especialistas concordaron que la implementación de la tecnología en más comunidades rurales de Baja California Sur requerirá una estrecha colaboración entre investigadores y autoridades gubernamentales de los distintos niveles.

“El primer paso es conocer la demanda local del mercado, con ello catapultar el esfuerzo y orientarlo, para que en una visión de grupo, estas infraestructuras de 10 u 11 módulos funcionen y lleven beneficios a las comunidades en donde estén enclavados. Estamos para resolver problemas sociales a través de lo que sabemos hacer, generar conocimiento, desarrollar tecnología y aplicarla para el beneficio de todos. Ese es el reto que tenemos como investigadores”, finalizó Larrinaga Mayoral.

Las investigaciones que se realizan actualmente son posibles con fondos provenientes del programa de Cooperación en Investigación de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sostenible (Satreps), promovido por la Agencia de Cooperación Internacional del Japón, en colaboración con el Conacyt.

Fuente: CONACYT.

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