Desde que María del Carmen Gutiérrez Cornejo era niña, le gustaba dibujar al reverso de su libreta mariposas y flores. Esos primeros pasos bordaron su futuro en la ilustración científica. En cada boceto que traza añade un encanto singular.
María del Carmen Gutiérrez forma parte de los proyectos de la Estación de Biología Tropical Los Tuxtlas, dependencia del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Además, colabora con la Comisión Estatal de Parques Naturales y de la Fauna (Cepanaf), dependencia apoyada por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).
La joven estudió la maestría en diseño y comunicación visual en la UNAM, especializándose en la ilustración científica sobre botánica. Su atracción por la ciencia y amor al arte la suman a la lista de una nueva generación de ilustradores de la ciencia mexicanos.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, la joven ilustradora relató algunas de sus experiencias en el mundo de la ciencia y el arte. “Un ilustrador científico se caracteriza por el rigor científico que requiere al momento de ilustrar. Nuestra labor depende de las investigaciones de los científicos. Nos corresponde dar forma e imagen a esas descripciones”, señaló.
El dibujo en papel
María del Carmen Gutiérrez es miembro de una familia pequeña, nació en la Ciudad de México el 3 de abril de 1984.
El amor al arte fue instruido por su padre, quien se dedicaba al diseño publicitario. Y las ciencias biológicas fueron una atracción compartida con su hermana, la doctora en ciencias Verónica Cepeda Cornejo.
En su infancia, disfrutaba contemplar los dibujos de los libros de texto, y trazaba en las hojas de sus libretas algunas de las flores de su jardín.
“Recuerdo con cariño los libros para colorear que mis papás compraban, me conseguían montones de libros. No les gustaba que rayara los cuadernos porque consumía demasiadas hojas con mis dibujos”, relató.
María del Carmen Gutiérrez siguió el sueño de ser artista, ingresó a la licenciatura en diseño y comunicación visual, con especialización en diseño editorial e ilustración en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.
En el transcurso de la carrera, la joven se percató de su interés por el dibujo, más que por otras áreas del diseño. En busca de continuar por perfeccionar su técnica, conoció a los que considera los ilustradores que la motivaron.
“Mi maestro fue Guillermo de Gante. Él junto a otros maestros me dieron las herramientas para concretar mi camino en la ilustración científica. Conocer sus obras me incitó a prepararme en cuestiones de ciencia”.
Su camino en la ilustración inició en 2011, al cursar el diplomado en dibujo para la ilustración en la Facultad de Artes y Diseño.
Ante un panorama estrecho para la profesionalización, la joven buscó la opción de realizar un diplomado especializado en ilustración científica en la Universidad Autónoma de Barcelona, junto al reconocido ilustrador científico Carles Puche y el doctor Martí Boada Juncá.
“Carles Puche nos enseñó el oficio de la ilustración científica. Todo lo que implica trabajar con los especialistas, pero también en depurar la técnica y no dejarla por la investigación, sino equilibrar ciencia con arte”.
Trazando caminos
“El grupo de ilustradores científicos es muy reducido en México. Quizás por la falta de oportunidades académicas y laborales. Podría clasificar a los que trabajamos en ilustración en el campo del naturalismo en dos grandes grupos. El primero está conformado por los que se dedican profesionalmente a esto y han publicado junto a científicos. El segundo grupo hace obra como pasatiempo, y aunque sus trabajos son realistas no hay un planteamiento y aprobación científica”, señaló.
En la actualidad, María del Carmen es miembro activo del Colectivo de Ilustradores Científicos y de la Naturaleza en México, y de la Asociación Mexicana de Ilustradores (AMDI). Ambas agrupaciones realizan exposiciones, conferencias y charlas sobre ilustración científica en museos y universidades de la república.
La joven continúa con su labor de ilustrar publicaciones especializadas y materiales de difusión de estudios botánicos para la Estación de Biología Tropical los Tuxtlas de la UNAM.
“Para desarrollar una buena ilustración se necesita saber de arte, de cuestiones gráficas e imbuirse en el trabajo científico. El ilustrador cumple con informar, agradar y cuidar de no poner demasiado énfasis en su sentimiento en lo que describe para que no se desvirtúe su trabajo”, indicó la artista.
En 2013, entre sus actualizaciones cursó con Fabrice Vanden Broeck La retórica de la imagen, y con Elena Odriozola algunos talleres de ilustración y edición.
En 2012, realizó estudios de imagen e ilustración aplicada a libros de texto, y fueron presentados en el 5o Encuentro Internacional de Arte y Nuevas Ciencias. También ha obtenido reconocimientos en sus obras en el concurso de Ilustraciencia, 2015 con la obra Chamaedorea ernesti-augustii; y una mención honorífica en el concurso de cartel Invitemos a la Lectura, promovido por Conaculta.
“Aún me falta un gran camino por recorrer. Para desempeñarse como ilustrador científico, es necesario un alto nivel de preparación y de especialización. Tal vez esas son las condiciones que hacen de este campo un espacio muy reducido y, por ende, en nuestro medio escasean los ilustradores científicos, y los pocos que hay, trabajamos individualmente. Espero que a través de los cursos y diplomados que propongo, los jóvenes puedan involucrarse en este campo”, concluyó.
Fuente: CONACYT.
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