En la exposición de motivos de la propuesta de ley en Ciencia y Tecnología (CyT) de la senadora Ana Lilia Rivera es muy notorio que la economía del conocimiento tiene un carácter estrictamente privado, donde las empresas de base tecnológica no cumplen una función social.
Además, para el doctor Enrique Galindo Fentanes, en la misma iniciativa de ley la innovación está prácticamente ausente. “Tenemos que hace una nueva generación de empresarios tecnológico e impulsar las startups y las spin offs como se hizo en Israel y Corea donde han sido el impulso de la economía con presencia mundial.
“Hay que apostar a desarrollar alta tecnología propia en el país, y dejar de seguir siendo maquiladores. En Jalisco hay casos de éxito y se habla poco de ellos”.
Galindo Fentanes es actualmente secretario de Vinculación del Instituto de Biotecnología, de la UNAM. En entrevista expone que la iniciativa de ley de la senadora morenista regresa a México 50 años atrás, no solo en la concepción de innovación, también en materia de investigación, así como al centralizar la toma de decisiones al ponerla en manos de una sola persona y una sola entidad.
“Me parece que hay un error central en el concepto. Se hace una estigmatización de la empresa privada en general, pues se dice que todos los programas de CyT, así como los de Conacyt, solo han beneficiado a las empresas sin ninguna restitución social.
“Se trata de una generalización muy peligrosa, pues lo que han hecho los países emergentes es impulsar a las empresas de alto valor agregado, y que es donde el sistema de CyT de un país puede tener mayor impacto”.
Aclara que en la ley vigente de CyT se ha abolido el conflicto de intereses que había para que los investigadores de centro o universidades de carácter público pudieran formar empresas y generar empleos de alta especialidad.
Para quien fuera presidente de la Academia de Ciencias de Morelos y de la Sociedad Mexicana de Biotecnología y Bioingeniería A.C., el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en nuestro país ha crecido muy poco, pues las empresas no han creado esos empleos que serán los que cambien la situación económica actual.
“Hay que decirlo, los empleos que se han generado en México en los últimos años son de uno o dos salarios mínimos, son de baja calificación, y paradójicamente el mayor desempleo en el país está en el sector más educado. De acuerdo al INEGI, más o menos el 40 por ciento de quienes tienen estudios de preparatoria, universitarios o de posgrado están desempleados”.
El actual miembro regular de las academias Mexicana de Ciencias y de Ingeniería de México refiere como ejemplo de innovación el caso de Israel, un país con apenas 8 millones de habitantes y que tiene más empresas en el Nasdaq que todos los países europeos juntos. El PIB per cápita es seis veces más que el mexicano.
Otro ejemplo es Corea del Sur, que hace 40 años se encontraba en las mismas condiciones de tecnología e innovación que México. Durante este tiempo, el gobierno ha impulsado enormemente la creación de empresas de base tecnológica que pueden competir en los mercados internacionales. Ahora su economía es muy fuerte.
“Yo creo que en México hay la inteligencia para llevarlo a cabo de esta manera. Se estigmatiza que la empresa privada no favorece al desarrollo social y me parece que la mejor manera de hacerlo es contribuyendo al desarrollo económico de las naciones que permiten generar empleos bien remunerados, mismos que eventualmente van a elevar los niveles de bienestar del país”.
Fuente: Agencia ID/Noticyti.
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