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Investigadores japoneses descubren que un tipo de luz ultravioleta logra matar al coronavirus

La limitada disponibilidad de donantes de órganos supone un obstáculo para el tratamiento de miles de enfermos con disfunciones orgánicas. El uso de tejidos procedentes de personas de edad avanzada fallecidas constituye una posible estrategia para reducir la larga y angustiosa espera. Sin embargo, el trasplante de células envejecidas induce la activación del sistema inmunitario, hecho que incrementa el riesgo de sufrir complicaciones graves. Pero ¿y si hubiera la posibilidad de rejuvenecer dichos órganos?

Ello es lo que propone un estudio publicado en tiempo reciente por la revista Nature Communications. De acuerdo con los resultados, la administración de fármacos senolíticos permitiría reducir la presencia de células senescentes, en los tejidos. Esto es aquellas células que con el paso del tiempo pierden la capacidad para dividirse, mas no mueren, y su acumulación acelera el proceso de envejecimiento. En consecuencia, eliminarlas «regeneraría» el órgano.

Los investigadores, liderados por Stefan G. Tullius del Hospital Brigham y de Mujeres en Boston, observaron que las células senescentes liberan ADN procedente de sus mitocondrias, los orgánulos que proporcionan la energía necesaria para la actividad celular. La degradación de estas centrales energéticas también contribuye a la aparición de la senescencia.

Al parecer, en ratones envejecidos, la presencia de ADN mitocondrial libre en el torrente sanguíneo favorece la activación de las células dendríticas. A su vez, estos inmunocitos promueven la respuesta proinflamatoria de los linfocitos T colaboradores, Th1 y Th17, implicada en el rechazo de trasplantes.

No obstante, la administración, de los fármacos senolíticos, dasatinib y quercetina, capaces de inducir la muerte de las células senescentes, redujo la presencia de estas en distintos órganos, y, en consecuencia, los niveles de ADN mitocondrial libre. De forma interesante, en un modelo animal de trasplante, ello incrementó de forma considerable la supervivencia del tejido cardíaco implantado, procedente de animales viejos tratados antes de la extirpación.

El análisis de muestras de voluntarios mostró que la concentración del ADN mitocondrial libre también aumenta notablemente, a partir de los 55 años. De igual modo, dicho material genético resulta capaz de activar células dendríticas en cultivo y desencadenar una respuesta autoinmunitaria. Por consiguiente, los autores postulan que los mecanismos hallados en ratones podrían ocurrir en humanos. De confirmarse su hipótesis, los fármacos senolíticos permitirían resolver la escasez de órganos disponibles para trasplantes, en una sociedad cada vez más envejecida.

Fuente: Agencia ID.

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