Coles con filtro solar, quelites que se ponen morados, flores que cambian de color… Todo eso no son una adaptación momentánea o que esté ocurriendo en esas plantas por el Cambio Climático actual.
Más bien es la manifestación de una adaptación de esas especies ante sucesivos cambios climáticos que ocurrieron hace millones de años y que su descendencia, al traer esa respuesta en su código genético, la expresa así hoy ante un evento climático similar pasado.
Probablemente, sostiene el doctor Víctor L. Barradas, en un pasado remoto hubo más radiación solar, temperaturas altas, falta de agua… y las plantas que podían cambiar de color sobrevivieron ante esos eventos climáticos, “y las que no”, se extinguieron.
Un experimento para determinar el efecto de rayos ultravioletas en una variedad de col, sometida a diferentes intensidades de radiación, en un instituto de horticultura del Reino Unido, no mostró diferencias en la productividad de la planta.
Sin embargo, todas las coles “se pusieron filtro solar” en sus hojas. No como una adaptación a los rayos UV, sino como una respuesta programada en su código genético.
“Un antepasado enfrentó un evento similar y lo resolvió generando más flavonoides”, dice el investigador de la UNAM.
Plantas responden a altas temperaturas
Durante la evolución, algunas coles, las que generaron esos pigmentos naturales, sobrevivieron y se reprodujeron. Así se fue adaptando la especie ante los rayos UV.
Lo mismo —agrega Barradas, del Instituto de Ecología—sucede con una planta con flores. Estas cambian de color quizá porque un ancestro de la especie respondió así a altas temperaturas, falta de agua u otras variables climáticas.
A veces, por el estrés hídrico, las hojas verdes de los quelites se ponen moradas. Una manera que tiene la planta para evitar una mayor transpiración es generando metabolitos secundarios que le dan ese color.
Al nopalillo (Schlumbergera truncata), que es parecido pero no es cactus, cuando le falta agua, sus flores se empiezan a poner moradas. Ese cambio de color puede estar también asociado a una temperatura alta, que encarece el agua.
La adaptación es un proceso muy lento. No es de la noche a la mañana. Toma mucho tiempo. El apotegma: “órgano que no se usa, tiende a desaparecer”, dicho con el doble sentido de la picardía mexicana, es una gran mentira, asegura Barradas.
De la población de la ancestral col, probablemente sobrevivió un cinco o 10 por ciento. “Imagínate. Volver a poblar el ecosistema tardó mucho tiempo y el aumento de rayos UV debió ser de larga duración”.
Actualmente, con el aumento de los rayos UV por el hoyo de la capa de ozono en la estratosfera, como una respuesta de su código genético, quizá vaya cambiando el color en algunas plantas o flores.
Fuente: Agencia ID.
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