El uso de sofisticadas tecnologías ha permitido identificar infinidad de hongos y bacterias en los dibujos de Leonardo Da Vinci. Los autores del estudio también han encontrado restos de virus y arqueas. A todos estos microbios, acumulados durante siglos, se añade la presencia de ADN humano en todas las obras analizadas. Aunque lo creen improbable, las investigadoras no descartan que alguna porción de este material biológico lleve en el papel desde que lo pintara el genio italiano.
Con Leonardo Da Vinci, los dibujos subieron varios escalones en la escalera del arte. Obras como su Autoritratto o el Uomo della Bitta están entre las más valoradas del renacentista italiano. Pintados con tiza roja sobre papel hace 500 años, son especialmente frágiles, lo que complica su estudio. Ahora, un grupo multidisciplinar formado por restauradores, historiadores, microbiólogos, biólogos moleculares o bioinformáticos ha encontrado mucha vida o restos de ella entre los trazos.
“Albergaban una gran cantidad de material genético, lo que nosotros llamamos bioarchivo”, dice la microbióloga de la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida de Viena (Austria) Guadalupe Piñar. Con esa información, pudieron obtener una imagen completa del conjunto microbiano (microbioma) que puebla el papel. “No se puede hablar de vida en términos absolutos, pues el ADN no es una garantía de viabilidad. Es decir, puede ser que parte del ADN sea fósil, o sea de organismos que ya no son viables (no vivos), pero cuyo ADN ha podido persistir bajo determinadas circunstancias por largos periodos de tiempo en los objetos”, añade la científica española.
Para estudiar algo tan delicado, los científicos usaron una especie de micro aspiradora para atrapar en una membrana las partículas depositadas en los dibujos. Después, utilizaron una tecnología de secuenciación de tercera generación para clasificar el material genético encontrado. Vieron que, contra lo que se podía esperar, las colonias de bacterias eran mucho más abundantes que las de hongos. “Hasta ahora siempre se había pensado que los hongos eran dominantes en las comunidades microbianas que colonizaban los objetos del patrimonio cultural hechos en papel o con soporte de papel, debido a que poseen más capacidades celulolíticas [capacidad para descomponer la celulosa] que las bacterias y por eso son más propensos a colonizar y atacar objetos de papel”, detalla Piñar.
Las científicas hallaron ADN de patógenos bacterianos como la S. pseudoneumoniae o la E. coli
La avanzada técnica de secuenciación (llamada Nanopore) ha permitido descender la identificación hasta el nivel de especie. En la mayoría de los dibujos hay grandes cantidades de bacterias propias de la piel y las mucosas humanas. Pero también encontraron el rastro de Streptococcus pseudoneumoniae, un patógeno causante de neumonía. Esta bacteria “se asocia con infecciones del tracto respiratorio inferior y puede transmitirse a través de las gotitas respiratorias de personas con enfermedad neumocócica o, más comúnmente, de personas sanas que son portadoras del organismo en la nasofaringe”, explica la investigadora española. Sorprende más la detección en varios de los dibujos de la Escherichia coli, un microorganismo intestinal.
¿Cómo y cuándo ha llegado este material genético ajeno a los dibujos de Da Vinci? Piñar apuesta por la manipulación humana durante las sucesivas restauraciones. Pero no descarta que una parte estuviera allí ya en tiempos de Leonardo. “No se puede descartar, el ADN puede persistir por periodos largos de tiempo”, dice. Pero ni era la tecnología adecuada ni el objetivo del estudio averiguarlo.
Además de las bacterias y del ADN propiamente humano, el trabajo ha identificado diversas especies de microbios procedentes de artrópodos. La única explicación de cómo llegaron hasta allí sería por medio de las deposiciones de los insectos.
El trabajo, publicado Frontiers in Microbiology, muestra también que se puede diferenciar el origen de los dibujos por sus microbios. Aunque difieran entre sí, los siete se agrupan en dos conjuntos que coinciden con su procedencia: los cinco que se conservan en la Biblioteca Real de Turín (Italia) y los dos de la Biblioteca Corsiniana de Roma tienen perfiles propios.
Toda esa roña acumulada sobre el arte de Da Vinci tiene su relevancia. Gracias a ella, “ha sido posible estudiar su historia y dibujar un perfil distintivo que forma parte de los propios dibujos y los describe”, sostiene Piñar. Hasta ahora, las incrustaciones, partículas o las eyecciones de los insectos eran eliminadas por los restauradores. Pero, para la experta, “a la luz de lo que se puede descubrir de su meticuloso estudio, el proceso de conservación de ciertos objetos artísticos probablemente necesita ser reconsiderado porque parte de su historia está escrita en su suciedad.”
Fuente: Agencia ID.
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