Desde hace varios años nuestro país padece un rezago importante en materia de desarrollo e inversión en ciencia y tecnología, hecho que coloca a México dentro de los últimos lugares globales en términos inversión pública para la ciencia; pasando del 0.44 por ciento del Producto Interno Bruto en 2014 al 0.31 por ciento en 2018. Mientras que, en el resto de los países del globo, la inversión en investigación de 2014 a 2018, aumentó un promedio de 19.2 por ciento, lo que se traduce en un 14.8 por ciento del PIB global.
Cifras que nos hacen reflexionar como sociedad y que hacen que en el sector económico del Estado de México nos pongamos manos a la obra, para crear vínculos que promuevan el desarrollo de la investigación y la ciencia en beneficio de las y los mexiquenses. Estamos ciertos de que invertir en esta materia será redituable para la sociedad durante los años venideros, ayudando a sortear los retos que vendrán en el futuro.
Hoy, también somos conscientes de que la ciencia y la tecnología no puede quedarse plasmada únicamente en los libros y en proyectos que no trascienden más allá de los institutos y las universidades, se debe aplicar en el campo práctico; debemos crear las oportunidades para que las y los jóvenes que actualmente se están formando dentro de las aulas, innoven y apliquen sus conocimientos para el bienestar y el desarrollo del país.
La experiencia de países más desarrollados, nos da el conocimiento de que, aplicar proyectos en las actividades económicas, en los procesos productivos y en el desarrollo de productos que alcancen al consumidor final generan un impacto positivo en el crecimiento de las empresas y en el desarrollo de nuevos giros económicos. Lo que se traduce en nuevas oportunidades de empleo, con sueldos mejor remunerados y la tecnificación paulatina de la economía.
En México se necesita ampliar la inversión en ciencia y tecnología dentro de los tres niveles de gobierno en al menos 182 mil 200 millones de pesos para alcanzar la recomendación de la ONU de canalizar el 1 por ciento del PIB nacional en el desarrollo de las ciencias aplicadas.
A partir de la apertura de espacios para las y los jóvenes estudiantes dentro de las unidades económicas para concluir su formación académica, podremos generar un círculo virtuoso que permitirá ampliar los conocimientos aprendidos en las aulas y aplicarlos en proyectos que promuevan el desarrollo económico de la sociedad mexiquense.
En el EDOMEX, el sector económico y el Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología promovemos el desarrollo de la mente y los talentos universitarios; difundimos y participamos en las convocatorias de vinculación para que la ciencia y la tecnología se pongan al servicio de las y los mexiquenses.
Fuente: Agencia ID.
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