En un avance considerable hacia la «fusión» del cerebro humano con la Inteligencia Artificial (IA), un nuevo estudio hará crecer aproximadamente 800.000 células cerebrales vivas en chips de silicio, lo que permitirá a los investigadores «enseñar» a estas células a realizar tareas dirigidas a objetivos. El avance promete revolucionar el aprendizaje automático, ya que se basa en el «aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida», una capacidad del cerebro humano de la que carecen los sistemas de IA existentes.
Un nuevo programa de investigación desarrollado por el Turner Institute for Brain and Mental Health de la Universidad de Monash, en Australia, en colaboración con la empresa Cortical Labs, se propone crear un verdadero “cerebro artificial vivo”, al montar 800.000 células cerebrales humanas en una estructura conformada por chips de silicio. Según los investigadores, es el primer paso para diseñar máquinas de Inteligencia Artificial (IA) que logren la misma capacidad de aprendizaje a largo plazo y el potencial de adaptación que posee el cerebro humano.
Mucho más que jugar Pong
El nuevo proyecto se basa en los avances conseguidos por el mismo equipo de científicos en 2022, cuando demostraron la habilidad de un conjunto de células cerebrales cultivadas en laboratorio para ejecutar un sencillo juego de ordenador denominado Pong, que simula al tenis de mesa en una pantalla. Ahora, el grupo de investigación ha obtenido fondos equivalentes a casi 365.000 euros por parte de un programa australiano de becas de estímulo a la investigación, con los cuales intentará dar un paso adelante en sus objetivos.
El enfoque que combina células cerebrales cultivadas en laboratorio incrustadas en chips de silicio “integra los campos de la Inteligencia Artificial y la biología sintética para crear plataformas informáticas biológicas programables. En el futuro, esta nueva capacidad tecnológica puede eventualmente superar el rendimiento del hardware existente, puramente basado en silicio”, indicó en una nota de prensa el profesor Adeel Razi, líder del equipo de investigadores.
Pero más allá de obtener un hardware más eficiente, el concepto de combinar células cerebrales vivas y montarlas en una estructura de chips es mucho más ambicioso. Supone que la Inteligencia Artificial sea capaz de superar un nuevo paso en su desarrollo, dejando atrás una de sus grandes limitaciones: la posibilidad de aprender permanentemente, sin “olvidar” lo aprendido previamente y aplicándolo para adaptarse a un mundo en constante cambio.
Cerebros artificiales que aprenden sin parar
A diferencia del cerebro humano, los dispositivos actuales de IA sufren del denominado “olvido catastrófico”: esto significa que no pueden incorporar nuevos conocimientos y aprendizajes a lo largo de su vida útil sin sacrificar otros obtenidos previamente. Además de ser una fuerte limitación en su desarrollo, esto condiciona su capacidad de adaptación en el mundo real y su interacción con los seres humanos.
“Los sistemas actuales de IA necesitan una gran cantidad de datos para funcionar. Se supone que ChatGPT es tan inteligente porque lee todo Internet. Estoy bastante seguro de que no tengo ni una fracción de Internet en mi experiencia de vida, pero soy bastante bueno navegando por el mundo sin eso. De esta manera, los nuevos sistemas biológicos que estamos desarrollando son superiores porque pueden operar en tiempo real y aprenden con menos información que los sistemas puramente artificiales”, destacó en un artículo de Forbes Australia el director de Cortical Labs, Hon Weng Chong.
Por último, los científicos indicaron que el nuevo programa permitirá comprender los diversos mecanismos biológicos que subyacen al aprendizaje continuo a lo largo de la vida en el cual destaca el cerebro humano, para posteriormente aplicarlo a una nueva generación de máquinas de IA a utilizar en vehículos autónomos, drones independientes, robots y todo tipo de dispositivos portátiles que requieren un nuevo tipo de Inteligencia Artificial.
Fuente: Agencia ID.
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