Revolucionar la forma en que México hace ciencia en pos de la sinergia entre la comunidad científica, el gobierno, la iniciativa privada y la sociedad, es el propósito en que se concibió el clúster científico y tecnológico BioMimic, ubicado en Xalapa, Veracruz, que ofrecerá soluciones a problemas nacionales en materia ambiental, agropecuaria, forestal, industrial, farmacéutica y alimentaria.
Inspirado en el concepto de biomimetismo, es decir, innovación a partir de la naturaleza, este consorcio científico producirá ciencia y desarrollos tecnológicos de frontera desde perspectivas multidisciplinarias, dando valor agregado a la biodiversidad del país.
Se trata de una ilusión que surgió hace cinco años de la mente del doctor Martín Aluja Schuneman Hofer, director general del Instituto de Ecología (Inecol), y que fue materializada gracias a la suma de voluntades para integrar una sociedad que contribuya con una economía basada en el conocimiento.
Fue incubado en el Inecol en alianza estratégica con otros 12 centros públicos de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Unidad Irapuato, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, Estados Unidos, la Universidad de Valencia, España, y la Universidad Veracruzana.
De acuerdo con el director del Inecol, los centros públicos de investigación juegan un papel fundamental en la reconstrucción del país, por lo que el clúster busca romper paradigmas de la ciencia mexicana para transitar a un modelo de investigación horizontal.
En 17 mil metros cuadrados y con instalaciones de vanguardia, los investigadores que ahí trabajan suman sus capacidades para generar conocimiento del más alto nivel, a través de procesos en los que se hace uso eficiente del equipo, materiales e insumos.
A ello se suman reuniones periódicas con organizaciones de productores, empresarios, entidades de gobierno y representantes de la sociedad civil con el propósito de identificar demandas, detectar intereses comunes y delinear esquemas de colaboración y financiamiento.
El director del Inecol comparte con la Agencia Informativa Conacyt que este consorcio es un claro ejemplo de alianzas científicas que han venido articulándose como una política de Estado.
De acuerdo con el reporte sobre los parques tecnológicos del país, elaborado por la Secretaría de Economía, existen 23 unidades de este tipo en el país solo en el sector tecnologías de la información, integrados por la iniciativa privada, los gobiernos y la academia. El número se eleva al contabilizar aquellos enfocados en el área automotriz o aeronáutica, de energías renovables, nanotecnología, electrónica o biotecnología, por mencionar algunos.
Pedir prestado secretos a la naturaleza
El conocimiento de las colecciones biológicas del Inecol sobre plantas, hongos, insectos y maderas servirá de materia prima para el desarrollo de nuevos biomateriales, estructuras y herramientas basadas en la naturaleza, que estén dirigidas a la industria, la sociedad y a la misma comunidad científica.
De recién conformación, el clúster científico y tecnológico BioMimic delinea investigaciones enfocadas en crear adhesivos, repelentes o atrayentes para procesos industriales, la formulación de insecticidas biológicos para mejorar su rendimiento y reducir su impacto en el medio ambiente, la creación de variedades de plantas y árboles resistentes a las plagas y enfermedades, estrategias para el mejoramiento de suelos, así como el desarrollo de nuevos fármacos y alimentos.
Lo que se pretende es que los resultados tangibles y medibles puedan constatarse a corto y mediano plazos. Una de las metas que se han fijado es incrementar hasta en 25 por ciento la producción de artículos científicos de alto impacto y generar al menos diez patentes anuales en los centros públicos participantes, a partir de 2025.
Cabe señalar que el herbario del Inecol cuenta con 315 mil ejemplares de plantas y hongos, 215 mil ejemplares de insectos de importancia agrícola, ecológica, animal y de salud humana, en tanto que posee tres mil ejemplares de cortezas y madera de árboles. A ello se suma la valiosa diversidad biológica del Santuario del Bosque de Niebla, a resguardo del Instituto de Ecología, que es una fuente para la generación de nuevos bionanomateriales.
Un poco de historia
El 10 de noviembre de 2015, el presidente Enrique Peña Nieto inauguró los edificios completamente equipados del clúster BioMimic, formalizando el término de la etapa de construcción.
“Al entrar como director del instituto me propuse contribuir con un proyecto que hiciera la diferencia en la forma de hacer ciencia en el país y se me ocurrió algo como esto. Recuerdo que iba mucho al Jardín Botánico a caminar y veía este terreno —que era un predio ganadero— y me perdía imaginando que eso era parte del Inecol; eso me ilusionaba mucho”, recuerda.
Ese sueño comenzó a tener forma en 2010 con respaldo del entonces diputado federal Cruz López Aguilar, y arrancó con la firma de alianzas estratégicas con otros centros de investigación del Conacyt para potenciar sus capacidades científicas en aras de atender las necesidades de productores agropecuarios del país.
Con la intención de proteger la producción de aguacate en México, se conformó este proyecto que llevó al doctor Martín Aluja a tocar múltiples puertas trayendo bajo el brazo una maqueta.
“Yo andaba con una ‘maquetita’, incluso me decían ‘el loco de la maqueta’, porque me veían andar por los pasillos de la Cámara de Diputados y la Secretaría de Hacienda haciendo mis planteamientos. Me rechazaban porque no tenía el proyecto ejecutivo, y yo no lo podía hacer porque carecía de recursos para ejecutarlo, porque solo hacerlo costó 10 millones de pesos; después de una larga batalla, se pudo lograr”, narra.
En diciembre de 2010, la Cámara de Diputados etiquetó 125 millones de pesos en el Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para la construcción del clúster, los cuales fueron canalizados a través del Fondo Institucional (Foins) a un fideicomiso del Inecol.
“Solo el proceso de bajar esos recursos fue espeluznante y de lo más kafkiano que he podido vivir, pero se logró después de muchísimas batallas. Quienes en México queremos construir patria, somos vistos como locos o como los enemigos, es absurdo”, asevera.
A través de procesos transparentes, poco a poco comenzaron a llegar más recursos públicos de los tres órdenes de gobierno, de la sociedad civil, de empresas y de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de Michoacán, A. C. (APEAM), con quien se tiene un convenio de colaboración por 99 años, en el que se han comprometido 150 millones de pesos.
“Uno de los grandes orgullos que tengo es que todo el dinero se utilizó para lo que era, no hubo corrupción, y eso es un enorme orgullo porque eso te hace demostrar a la sociedad que el dinero bien invertido, se multiplica, es algo que México tiene que aprender”, añade.
El clúster BioMimic tuvo un costo de más de 550 millones de pesos, la inversión más grande en infraestructura científica que hasta ahora se ha hecho en un estado del país.
Círculo virtuoso por la ciencia
A decir del doctor en entomología por la Universidad de Massachusetts, la ciencia en México detonará una vez que se comience a hacer un círculo virtuoso que inicie con la niñez. Por ello, en el Inecol se puso en marcha el Centro de Reclutamiento y Fomento a Vocaciones Científicas y Tecnológicas entre Niños y Jóvenes, el cual opera de manera permanente para incentivar el interés por el estudio de las ciencias.
Así se busca reclutar una nueva generación de científicos y tecnólogos a los que se les apuesta para ser los próximos premios Nobel, en un modelo que debería replicarse en todo el territorio nacional.
Señala que en un país con 120 millones de habitantes, solo hay 23 mil investigadores reconocidos por el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), de los cuales la mitad son candidatos a investigador; siendo que México requiere al menos medio millón.
Siguiendo ese círculo, en el clúster se están formando estudiantes de licenciatura y posgrado, quienes conviven con científicos jóvenes mexicanos, reclutados en varios países pero que en su mayoría recibieron becas de Conacyt, y que regresan para contribuir con su talento. Y es que, muchos de los nuevos investigadores del Inecol han sido repatriados de Canadá, Estados Unidos y Europa derribando el mito de que México no es atractivo para sus mejores talentos.
Además, este círculo integra al sector productivo del país. En el caso del clúster BioMimic, un aliado ha sido la APEAM con el propósito de brindar alternativas de solución ante la amenaza del escarabajo Xyleborus glabratus y Euwallacea fornicatus, que arrasan con plantíos completos de árboles de aguacate.
Esta relación comenzó hace tiempo cuando el Inecol contribuyó a erradicar el embargo comercial del aguacate mexicano a Estados Unidos, acción que a la fecha ha dejado una derrama económica de más de cinco mil millones de dólares.
La estrecha colaboración ha permitido el convenio de colaboración que incluye la creación de la plaza de investigador APEAM-Inecol (financiada con 50 millones de pesos) que funcionará bajo el esquema de cátedras patrocinadas (endowed chairs) de las universidades norteamericanas; el investigador que sea contratado se enfocará, de tiempo completo, en los problemas fitosanitarios más apremiantes de la producción de aguacate.
“En México no existía una plaza subvencionada como esta, y proviene del sector primario; no estamos hablando de la industria de tercer nivel, como la aeronáutica, sino se está hablando de campesinos de Michoacán. El investigador tendrá su laboratorio y toda la instalación del clúster a su disposición. Con pasos como este, empezamos a generar alianzas productivas, que es lo que hace falta”, añade Aluja Schuneman Hofer.
Otra alianza que ya se ha tejido es con productores de café de Veracruz. Para ello se dispuso de las nuevas instalaciones del Laboratorio de Catación de Café, en colaboración con el Centro Agroecológico del Café y World Coffee Research, en el que se trabaja en la generación de una cafeticultura veracruzana sostenible, enlazando el sector café con la ciencia, la tecnología y el gobierno, bajo un enfoque agroecológico, visión empresarial, investigación, desarrollo e innovación.
Resultados medibles
La expectativa de un consorcio como este es muy grande, y el director general del Inecol reconoce que a corto plazo deben darse los primeros resultados. Un propósito es que el clúster BioMimic tenga sostenibilidad financiera alta.
“Me acusan de fantasioso, pero tengo la ilusión de que en diez años tengamos suficientes recursos para que al menos 50 por ciento de toda la operación sea autosustentable y que esto no requiera de inyección adicional de recursos públicos, sino solo con la venta de los productos que aquí se van a generar”, explica.
Y es que, subraya, el reto no solo es generar ciencia de frontera y resolver los problemas apremiantes de la sociedad, sino también lograr el círculo completo de ser autofinanciable a través de las regalías que genera el conocimiento.
Fuente: CONACYT.
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