La comercialización de la tecnología es un proceso que la comunidad académica y científica debe aprender desde la etapa estudiantil; pues no se trata solo de crear la tecnología sino de reconocer su potencial, su impacto social y la generación de estrategias de negocios efectivas para poder llevarlas al mercado.
Esta y otras reflexiones compartió en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt la titular de la Oficina Certificada de Transferencia de Tecnología del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Electroquímica (Cideteq), Claudia Ríos Álvarez.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cómo se puede conceptualizar la comercialización de la tecnología?
Claudia Ríos Álvarez (CRA): En su definición básica se refiere al conjunto de recursos, medios y modalidades que emplea una organización para vender, transferir, licenciar o intercambiar sus tecnologías, sus activos de propiedad intelectual y paquetes tecnológicos con la finalidad de recuperar la inversión y obtener algunos beneficios económicos; suena bonita la definición, pero vamos a empezar a desagregar.
La tecnología tiene que ver con conocimientos, habilidades, saber hacer, recursos materiales, que sea algo reproducible y repetible. Necesitamos saber que, para que algo se considere tecnología, esta debe poder producirse en serie. Si hicimos un prototipo, pero no decimos cómo se usa o cómo se produce, no estamos hablando de una tecnología en sí.
Otro aspecto importante es la propiedad intelectual, que se refiere a derechos de carácter exclusivo que otorga el estado a cualquier persona que haya realizado creaciones intelectuales. Hay dos ramas, una es lo que es en sí la propiedad industrial y la otra son los derechos de autor.
AIC: ¿Cómo se lleva a cabo el proceso para concienciar a la comunidad científica sobre la comercialización de la tecnología?
CRA: Con los investigadores del Cideteq hemos estado trabajando no solo en la concienciación de desarrollar tecnología, sino también en reflexionar para qué sirve y en dónde se visualiza que se va a usar. El trabajo de hacerles ver en qué se usa su tecnología me ha servido mucho para que ellos mismos abran sus barreras de defensa y empiecen a visualizar su tecnología siendo utilizada en la realidad.
La idea es cambiar la mentalidad, no pensar solamente en resolver problemas científicos o técnicos, deben preguntar también a quiénes más sirven sus creaciones y si funcionarán en el mercado, eso es una prueba de concepto. A partir de ahí, ya podemos hablar de un plan de negocios, mercadotecnia y la producción en serie para finalmente ponerle precio a la tecnología o el intercambio que podemos hacer por esos conocimientos o tecnologías.
AIC: ¿Cuáles son los puntos que hay que tomar en cuenta para concienciar a la comunidad científica sobre la importancia de la comercialización de la tecnología?
CRA: Es muy importante hablarles de lo que es un paquete tecnológico, que se refiere a la integración de todo lo que se necesita para que los desarrollos científicos y tecnológicos puedan ser licenciados, comercializados o transferidos a través de una estrategia comercial. Un prototipo con su manual de instrucciones y de ensamble no representa un paquete tecnológico; en ocasiones los investigadores desarrollan varias versiones de ese prototipo sin haber puesto el primero en un paquete tecnológico.
Esto nos lleva también a hablar de planeación, a veces nos falta esta cuestión de esperar y de saber que en este proceso se tiene que pasar por etapas. En ocasiones la impaciencia provoca que se abandonen proyectos, los dejamos de lado y empezamos a hacer otra cosa.
Para la comercialización de la tecnología también hay que aprender a compartir. El miedo a que se roben nuestras ideas nos hace creer que podemos hacerlo todo solos y nos olvidamos de los pequeños cambios e impactos que se pueden ofrecer a los demás. Somos muy reacios a compartir; todos queremos empezar desde la generación de la idea hasta la fundación de la empresa, perdiendo de vista todo el camino que hay en medio, queremos dar un salto cuántico. Hay que quitarnos la soberbia y valorar los pasos pequeños y, si en algún momento tienes que cedérselos a alguien para que se siga desarrollando el proyecto, adelante; pero esa convicción todavía no es fácil encontrarla.
AIC: ¿Cuáles son los apoyos a los que pueden acceder los desarrolladores de tecnología para los procesos de comercialización?
CRA: En México muchos provienen del gobierno, lo que son subsidios de las etapas tempranas o capital semilla, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Secretaría de Economía (SE), también se están poniendo recursos como capital de riesgo en las universidades, los centros públicos, etcétera. Tenemos mucho trabajo en la parte de desarrollo de etapas tempranas de tecnología y nos falta llegar al concepto y al mercado; hacer este empaquetamiento de la tecnología, incluir especificaciones, la protección de la propiedad intelectual, hacer los manuales de operación, el plan de negocios y entonces presentárselo a alguien.
El Conacyt y la SE ya lo saben y están trabajando mucho en esto. Nosotros estaríamos en las etapas de las tecnologías emergentes impulsadas por la investigación, problemas y ventajas para el innovador emprendedor; a nosotros nos toca jugar en esta etapa, para esto existen varios instrumentos que nos ayudan a impulsar la innovación, hay fondos para desarrollo de competencias, para la investigación aplicada, desarrollo tecnológico y la comercialización.
Existen tres oficinas en los centros públicos de investigación de Querétaro, lo que hacemos es el estudio sobre la etapa de desarrollo en que se encuentra la tecnología, cuál es su estatus de propiedad intelectual y cuáles son los mercados atractivos. Eso es importante para que podamos ayudarles a conseguir más recursos.
AIC: ¿Qué ocurre con estos fondos hablando del sector privado?
CRA: Algunas empresas que acceden a estos fondos tienen conciencia de su uso, otras no; a mí la parte que me preocupa es que se vea a los fondos como una manera fácil de obtener dinero. En ocasiones veo empresas que solo desarrollan proyectos de innovación hasta que existen fondos, eso un inhibidor, porque la innovación se debe desarrollar con y sin fondos públicos.
En teoría, las empresas están obligadas a apostarle a la competitividad, pero no podrán hacerlo si solo están sentadas buscando fondos, eso es un contrasentido. Hay que cambiar ese paradigma; si existen fondos para el desarrollo de la innovación, les dan un poco más de espacio, pero la iniciativa tiene que venir de la empresa.
Fuente: CONACYT.
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