En 2013 en México fallecieron 34 mil 509 jóvenes varones por causas de muerte violentas, equivalente a 53.1 por ciento de defunciones para este sector de la población y a 5.6 por ciento del total nacional, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La vulnerabilidad ante la violencia en la que se encuentran los jóvenes es evidente no solo en nuestro país sino en otros de Centro y Sudamérica, en donde también se observan altos niveles de pobreza y precariedad en el acceso a educación, salud y oportunidades de empleo.
Desde perspectivas multidisciplinarias, académicos de México, Brasil, España y Colombia se reunieron en el seminario Juventudes en fronteras. Violencias, cuerpos y cultura para analizar los procesos que los involucran en cuestiones de género, sexualidad, expresiones políticas y culturales en ciudades fronterizas con contextos de violencia.
Organizado por El Colegio de la Frontera Norte (Colef) y la Universidad Autónoma Metropolita (UAM), unidad Iztapalapa, el encuentro derivará en la publicación de un libro que aporte recursos de alto rigor y calidad científica para el estudio e implementación de acciones que se encaminen a disminuir el impacto de las distintas formas de violencia a las que está expuesto este sector de la población.
Vulnerabilidad
La doctora Alexandra Agudelo, investigadora de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín, en Colombia, comparte con la Agencia Informativa Conacyt que en los diferentes puntos de estudio que se pusieron sobre la mesa se detecta un común denominador de los jóvenes: la condición de frontera, es decir, estar en tránsito y movimiento permanente.
Por ejemplo, en los casos particulares de Colombia y Brasil se traduce en fronteras civiles, aquellas que en distintos grupos definen los territorios ilegales en comunas o favelas, respectivamente. En el caso de México y los países que colindan con su frontera sur, destacan las implicaciones de pasar de un territorio a otro; mientras que en el caso de España resalta la migración y la configuración de pandillas u organizaciones delincuenciales.
“El tema de las fronteras es muy importante para entender la condición juvenil de movimiento y cambio, pero también las limitaciones y las barreras que se les imponen para poder desarrollar sus propios proyectos de vida”, dice.
En entrevista, la investigadora explica que en países latinoamericanos los jóvenes representan un bono poblacional grande, que en la mayoría de los casos el sistema no les brinda oportunidades para desarrollar su proyecto de vida. Ello los hace vulnerables para vincularse con la violencia y el conflicto, por lo que se refugian en formas de ilegalidad que, en muchos casos, están asociadas con el narcotráfico y la delincuencia organizada.
“En América Latina existen varias constantes; de un lado, procesos de resistencia que están haciendo los jóvenes en torno a la construcción de formas distintas de vida y reclamando sus derechos, como sucede en Chile o Argentina. Destacan también procesos de participación política, como acontece en Uruguay, Perú y Bolivia; así como procesos de resistencia a la guerra, como en Brasil, Colombia y Venezuela. Además hay procesos muy interesantes de transformación de la cultura y de las relaciones humanas en Centroamérica, particularmente en México”, señala.
Juvenicidio
En América Latina los términos juventud y violencia están relacionados, asegura el doctor Alfredo Nateras Domínguez, investigador de la UAM-Iztapalapa, sobre todo en el aspecto de que la padecen más de lo que la ejercen. En el caso de México, las estadísticas ejemplifican el término juvenicidio que deriva de investigaciones en torno a la muerte artera de la que son objeto por el hecho de ser joven.
El académico explica que en este tema de estudio —que lo aborda el doctor José Manuel Valenzuela, investigador del Colef, sede Tijuana— interfieren cuestiones de etnia, género, color de piel e incluso estrato social.
“El concepto lo acuña el doctor Valenzuela y alude a la muerte artera por la condición de ser jóvenes, se retoma haciendo paráfrasis al concepto de feminicidio; en este caso nos estamos dando cuenta que por ser hombre joven también se les mata, y también tiene que ver con las condiciones de precariedad de las juventudes en América Latina para construir un proyecto de vida digno en el aquí y en el ahora”, explica.
Nateras Domínguez indica que los estudios de la academia al respecto deben visibilizarse porque se trata de un fenómeno delicado y grave, con el propósito de tener un impacto en los círculos de investigación pero, sobre todo, en los ámbitos sociales y de toma de decisiones.
“En la medida en que nosotros coloquemos el concepto y el término como categoría de análisis, podemos gestionar o incentivar proyectos de investigación cuya evidencia empírica impacte en el ámbito mediático para colocarlo en la agenda política. La más grande aspiración de los académicos es que podamos impactar e influir en las políticas públicas y en las opiniones y actitudes de la gente”, detalla.
Fuente: CONACYT.
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