Héctor Rubio Zapata, profesor investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), desarrolla un estudio acerca del síndrome metabólico relacionado con el padecimiento de obesidad entre adolescentes, en el que se implementa un esquema de ejercicio, recomendaciones dietéticas y consumo de zinc para potenciar los beneficios de los dos primeros.
«El zinc es un elemento relacionado con más de 300 reacciones bioquímicas y fisiológicas del cuerpo. Tiene que ver con funciones de inmunidad, de reparación celular, con producción de proteínas y, en niveles adecuados, funciona como un receptor parecido a la insulina, de tal manera que ayuda a que el consumo de azúcar se metabolice de forma adecuada y contribuya a tener un mejor control de peso», indicó Rubio Zapata en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
De acuerdo con el especialista, el zinc se puede introducir de forma natural al enriquecer las dietas con alimentos altos en este elemento, pero genera dificultad en la interpretación de los resultados al no poder controlar las cantidades exactas que son consumidas. Sin embargo, existen en el mercado preparaciones farmacéuticas que están hechas para su consumo oral, aprobadas por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y que no requieren receta médica.
«Además de que los chicos reciben sus recomendaciones dietéticas, nos cercioramos de que hagan ejercicio supervisados por un médico del deporte y se les dan frascos con cantidades adecuadas de zinc de acuerdo con el peso del joven, quienes deben consumirlo todos los días de la semana», comentó el especialista.
Proyecto en desarrollo
Con el apoyo de la Uady y la colaboración con el Departamento de Ciencias Químicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), se desarrolló un protocolo que incluye algunos criterios de eliminación en la selección de los participantes, como la presencia de una elevada cantidad de zinc por arriba de lo normal.
El proyecto se encuentra en sus primeros meses de desarrollo, y sus resultados serán evaluados según mediciones clínicas y bioquímicas, como pruebas de colesterol, triglicéridos, insulina, azúcar, presión, peso y talla. De acuerdo con Rubio Zapata, se plantea también una segunda etapa relacionada con la apetencia y las preferencias nutricionales de los participantes, que son conformados por estudiantes de la Preparatoria No. 3 de la Universidad Autónoma de Yucatán.
«Lo que dice la bibliografía es que se ha encontrado que las personas obesas perciben menos los sabores dulces, lo cual ha sido un hallazgo muy interesante porque significa que es un círculo vicioso. Si uno no puede percibir el sabor dulce, necesita mayor cantidad de carbohidratos para que lo pueda percibir, pero esta mayor cantidad de carbohidratos aumenta las calorías, sigo engordando, al engordar voy percibiendo menos y esto genera que el incremento de masa corporal por la apetencia a los sabores dulces aumente», detalló el especialista.
Fuente: CONACYT,
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