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Rumbo a los Paralímpicos 2016, ciencia en el deporte adaptado

En el Centro Paralímpico Mexicano, el equipo de natación paralímpica se prepara para sus competencias internacionales, mientras colabora con «el primer estudio, en México y en el mundo, acerca del comportamiento fisiológico del sistema de abastecimiento energético aeróbico de atletas paralímpicos de natación”.

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El proyecto de investigación fue dirigido por el maestro Ulises Menéndez González, quien además de ser entrenador del equipo nacional es maestro en ciencias del deporte, egresado de la Escuela Nacional de Educación Física.

Menéndez González diseñó y validó un instrumento de medición de la capacidad de resistencia aeróbica tipo I para controlar y evaluar el desempeño de atletas de deporte adaptado, específicamente la capacidad básica de tipo I.

La investigación realizada responde a una necesidad que tiene el deporte paralímpico, “no solo en el país sino en el mundo de establecer controles y evaluaciones propios del deporte adaptado, y en especial en la natación paralímpica que tantas glorias le ha dado al país”, asevera.

El investigador afirma que los programas de entrenamiento existentes carecen de instrumentos de control y evaluación del proceso de entrenamiento con los elementos propios del deporte adaptado.

Resistencia aeróbica tipo I

La resistencia tipo I es una de las capacidades de la resistencia aeróbica, es decir, de la capacidad del cuerpo a resistir ejercicios y producir energía mediante la transformación de los azúcares y con ayuda del oxígeno.

«Con la resistencia aeróbica se preserva la reserva de glucógeno permitiendo una supercompensación, se produce una alta tasa de remoción del ácido láctico residual, se aumenta la capacidad lipolítica y el nivel de oxidación de los ácidos grasos», explica el entrenador.

Un deportista con una buena resistencia tipo I será capaz de hacer más eficiente su glucólisis —que se refiere a convertir la glucosa en energía—, además de aumentar la capilarización en el organismo y retardar la aparición de la fatiga, detalla Menéndez González.

Es por esto que conocer la capacidad de resistencia tipo I en un atleta y monitorearla a través de los ciclos de entrenamiento permite saber si el deportista está progresando y mejorando su desempeño deportivo, o si es necesario reajustar los planes de trabajo en esta importante zona aeróbica del entrenamiento.

Diferencias entre deporte adaptado y deporte convencional

El maestro Menéndez González hace énfasis en que existen diferencias fisiológicas importantes entre los deportistas convencionales y los deportistas paralímpicos, y que no deben extrapolarse instrumentos, tests, controles ni modelos de las investigaciones de unos a otros.

“Por ejemplo, los atletas con escoliosis múltiple tienen barras que sostienen su columna vertebral, estas barras contraen un órgano tan importante como es el pulmón, por lo que la respuesta de la capacidad pulmonar hacia la frecuencia cardiaca tiene una gran variabilidad, consideremos lo forzado o acelerado que trabajaría el corazón del nadador paralímpico”.

Por consiguiente, los datos bibliográficos y los estudios de la frecuencia cardiaca en nadadores convencionales no serán congruentes con la frecuencia observada al analizar la capacidad de resistencia tipo I en atletas paralímpicos con esclerosis múltiple, aclara el entrenador.

De aquí que el maestro en ciencias propuso un redimensionamiento de las herramientas del deporte convencional, mediante el diseño de un instrumento de control y evaluación que contribuya al perfeccionamiento de los programas de preparación deportiva en el que se incluyan indicadores propios de las características morfofuncionales de los nadadores del Centro Paralímpico Mexicano.

Diseñando un instrumento mediante pruebas fisiológicas

Para el diseño del instrumento que mediría la capacidad de resistencia tipo I en atletas de deporte adaptado, el investigador trabajó con 18 atletas, nadadores de la preselección paralímpica mexicana. Estos análisis se desarrollaron en el Centro de Investigación en Medicina Deportiva del Centro Paralímpico Mexicano.

En una primera etapa, a estos deportistas se les realizaron pruebas de colecta de ácido láctico sanguíneo, durante varios mesociclos de entrenamiento.

Las mediciones fueron realizadas durante tres años de la preparación de los deportistas, y en total se obtuvieron y analizaron mil 500 pruebas de ácido láctico para evaluar las adaptaciones del organismo del nadador a esta capacidad, narra el maestro Menéndez González.

Durante una segunda etapa, mientras se encontraban en el periodo especial de su preparación deportiva, se realizaron análisis metabólicos al inicio y al final del entrenamiento (pre-test/post-test).

Los estudios incluyeron pruebas séricas, frecuencia cardiaca, cloro, sodio, potasio, magnesio, lactato deshidrogenasa, urea y creatinfosfoquinasa.

«Estos indicadores fisiológicos además nos permitieron aportar desde el punto de vista nutricional la posibilidad de cubrir las necesidades del deportista en la etapa en que se aplicaba la investigación», comenta Menéndez González.

Los resultados de los esfuerzos de investigación concluyeron con el diseño de un instrumento que se ha ido utilizando para evaluar a la preselección paralímpica de natación, que llevará a dos representantes nacionales a la justa Paralímpica de Río de Janeiro 2016.

Aplicación del instrumento

“Con la resistencia tipo I no se ganan medallas, pero nosotros debemos considerar que nuestros atletas nadadores paralímpicos no vienen de un proceso de formación básica como los nadadores convencionales, esto por una serie de limitaciones tanto sociales, culturales y de infraestructura en las instalaciones deportivas, por lo que no se pueden encasillar en el sistema de enseñanza de los nadadores convencionales”.

Considerando la capacidad de resistencia tipo I y la clasificación médica funcional de los nadadores, se puede definir y establecer su patrón de trabajo y su umbral anaeróbico, explica Menéndez González.

“Dar un paso atrás con los nadadores paralímpicos mexicanos, buscando mejorar sus capacidades básicas, nos da la oportunidad de amalgamar, coadyuvar al desarrollo integral de estos excelentes deportistas paralímpicos”, comenta.

Hace hincapié en que tratándose de atletas paralímpicos, se debe hacer un trabajo integral y utilizar las investigaciones científicas y el desarrollo tecnológico, no solo para mejorar el rendimiento deportivo de los atletas sino para mejorar su proceso educativo y atender sus necesidades de desarrollo y bienestar físico y mental, es decir, su calidad de vida. Debe hacerse un esfuerzo por cambiar la cultura hacia la discapacidad en México.

“La aplicación de la ciencia en el deporte nos permitirá desarrollar planes de entrenamiento modernos y actuales para los deportistas paralímpicos de alto rendimiento, asegurando los resultados en la arena internacional para el país”, considera el entrenador.

Fuente: CONACYT.

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