Los sismos que genera el volcán de Fuego de Colima son de baja magnitud porque las áreas de ruptura producidas por el ascenso de magma son pequeñas, a diferencia de los movimientos tectónicos que abarcan grandes extensiones y que son percibidos por la población, por lo que el coloso no representa un riesgo sísmico, señaló el profesor investigador del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones de Vulcanología de la Universidad de Colima (Ucol), Raúl Arámbula Mendoza.
Como parte del monitoreo que se realiza al volcán de Fuego de Colima, se tienen varias líneas de investigación, una de ellas es la sismicidad, la cual es analizada a través de la Red Sísmica Telemétrica del Estado de Colima (Resco).
“Tenemos un sistema de forma automática que clasifica los tipos de eventos sísmicos que ocurren en el volcán porque hay muchos sismos asociados con la actividad volcánica, por ejemplo tenemos unos sismos que les llamamos volcano-tectónicos (VT) o de alta frecuencia, que son generados por el fracturamiento de la roca cuando el magma emerge desde cierta profundidad”, explicó el doctor en sismología volcánica.
Además existen otros sismos conocidos como de largo periodo (LP), que son de baja frecuencia, los cuales son generados por resonancias en fracturas que tienen algún tipo de fluido, ya sea magma, gas o gas con ceniza.
Inestabilidad y riesgos
Arámbula Mendoza indicó que en la Red Sísmica Telemétrica del Estado de Colima cuentan los eventos sísmicos, los cuales informan sobre los procesos que están imperando en el coloso de fuego.
A pesar de que no existe un riesgo sísmico asociado con el volcán, el investigador reconoció que los volcanes son estructuras muy inestables, por lo que si existiera un colapso se produciría un sismo entre cinco y seis grados Richter, siendo el escenario más catastrófico.
“En Colima ocurren cada tres mil o tres mil 500 años, entonces no es algo probable y no hay que preocuparnos por ello en realidad”, sostuvo Arámbula Mendoza en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
Por medio de la Resco se comparten los datos obtenidos con las estaciones sísmicas, algunas de ellas con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y otras con el Servicio Sismológico Nacional (SSN).
“Las estaciones de banda ancha miden frecuencias desde 50 hertz, que es una frecuencia muy alta, hasta 30 segundos en periodo, que son frecuencias bajas”, detalló Arámbula Mendoza, quien señaló que cuantifican la energía sísmica que libera el volcán en las explosiones.
Desde el 2013 se tiene un registro de todos los eventos explosivos del volcán, contabilizando hasta la fecha más de nueve mil explosiones, ya que en ciertos días se incrementan o disminuyen. “Ante erupciones grandes, conocidas como plinianas, que se generan columnas de 10 o 15 kilómetros, se ha observado que puede aumentar también la explosividad”, dijo el vulcanólogo.
Por ello, señaló, se lleva este registro de las explosiones y su energía sísmica liberada en tiempo real, ya que se cuenta con sistemas que trabajan de forma automática cuando ocurre una explosión, calculando la energía, y si libera cierta cantidad de energía mayor a 10 Mjoules manda un mensaje vía WhatsApp a los responsables del monitoreo.
“La sismicidad ha sido el pilar del monitoreo volcánico en el volcán de Colima porque es en tiempo real y a distancia de forma telemétrica, ya que la medición de los gases como el dióxido de azufre solo se puede hacer durante el día y se tiene que ir al lugar”, finalizó el investigador de la Ucol.
Fuente: CONACYT.
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