La degradación y desertificación de las tierras agrícolas mexicanas es un problema que amenaza alrededor de 80 por ciento de los campos e implica, entre sus consecuencias, una escasa generación de alimentos, afirmó la titular del grupo de investigación de Cambio Climático y Biodiversidad de la Facultad de Filosofía y Letras (Ffyl) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Leticia Gómez Mendoza.
“La desertificación y degradación de las tierras se define como todos los cambios que suceden en la tierra asociados a condiciones de climatología, pero también se debe a consecuencias de la falta de aprovechamiento sustentable de las tierras agrícolas en todo el mundo”, explicó la investigadora en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
En ese contexto, muchos países del mundo vieron la necesidad de atender este grave problema y para ello crearon la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), que es el órgano encargado de organizar la cooperación internacional para combatir esta problemática.
«La desertificación es una condición multifactorial producto del clima y el uso que se le da a la tierra. Esta condición se presenta regularmente en ecosistemas áridos o semiáridos, donde la precipitación es mucho menor que la evapotranspiración, es decir, en donde se pierde más agua de la que se recibe”, indicó la doctora Leticia Gómez.
Las consecuencias de este proceso son un impacto negativo sobre la tierra agrícola. Las causas de la desertificación pueden ser el sobrepastoreo y la deforestación que detona un proceso de erosión eólica y aumenta la energía que regresa de la atmósfera, por ende, aumenta la temperatura de la tierra. “Una condición muy severa de la desertificación se nota en el encostramiento del suelo que impide la filtración del agua, este es un fenómeno conocido como lavado de suelos, el cual implica la pérdida de sus propiedades”.
La CNULD busca formar acuerdos entre las naciones para combatir efectos del cambio climático, para ello se promueven acciones para el uso sustentable de los recursos hídricos, y buscan también promover la agricultura orgánica además del uso de energías alternativas para el cultivo y producción agrícola.
“Se está buscando que la gente que trabaja en la tierra como medio de subsistencia participe fomentando técnicas sustentables en favor de la agricultura climáticamente inteligente para que los cultivos puedan adaptarse a la variabilidad climatológica”, dijo Leticia Gómez.
En México, las instituciones como la Comisión Nacional del Agua (Conagua), con el Programa Nacional Contra la Sequía (Pronacose), y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), a través de la Comisión Nacional de Zonas Áridas (Conaza), son quienes crean programas de prevención e investigación alrededor de la desertificación.
A nivel gobierno se busca identificar políticas a escala local que disminuyen la erosión con la participación de todos los niveles de la sociedad. “La Conaza, por ejemplo, mediante técnicas alternativas de sustentabilidad y disminución del uso excesivo del agua como algunas técnicas de riego por goteo, instalar surcos para evitar la erosión o introducir algunos cultivos que sean acordes a las condiciones de precipitación disminuida”, comentó sobre algunas de las medidas que se están implementando.
La investigadora de la UNAM expresó que en algunos lugares de la república se está promoviendo la implementación de técnicas agrícolas ancestrales en zonas desérticas. “Sabemos que las culturas ancestrales estaban muy acostumbradas a las condiciones de poca agua, se están tratando de recuperar estas formas de producción agrícola en aras de hacerlo sustentable”.
Para la doctora Leticia Gómez, la participación de la gente en desarrollos agrícolas sustentables es fundamental creando proyectos productivos de largo alcance y alto impacto a nivel local y regional. “Todavía falta mucho trabajo en la concienciación de las personas y puedan aplicar ciertas técnicas acorde con la cantidad de lluvia que se espera”.
La tarea en el país, según la investigadora, es identificar las zonas de tierra que son vulnerables por factores humanos, como el uso excesivo de los pesticidas y maquinaria pesada agrícola que están degradando zonas que no necesariamente son de condiciones desérticas.
“Las instituciones atacan zonas que todavía tienen débil deforestación y desertificación y pueden aguantar un manejo sustentable para promover ahí el uso de maquinarias y tecnología especial, además de la implementación de estrategias especiales de rescate que tienen que ver con las diferentes técnicas”, indicó la especialista acerca del papel de las dependencias de gobierno.
Actualmente la Conaza ejecuta más de mil obras de captación y almacenamiento de agua como presas, bordos y ollas de agua. En los años anteriores se realizaron 687 obras que representan una capacidad de almacenamiento de 12.7 millones de metros cúbicos de agua que son utilizados, entre otras cosas, para estrategias contra la desertificación de las zonas agrícolas.
“Es importante mejorar los mecanismos de prevención desde las escalas locales y regionales, y hacer uso de los pronósticos climáticos con anticipación para prevenir estas condiciones de desertificación. Entender la condición del clima para desarrollar estrategias para disminuir las pérdidas en la agricultura”, concluyó la doctora Leticia Gómez Mendoza.
Fuente: CONACYT.
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