Indagar como lo hace un investigador es una capacidad que puede desarrollarse desde la temprana infancia. La duda, observación, reflexión, la formulación de hipótesis e incluso el error, forman parte de la creación del conocimiento científico y son recursos que los niños pueden emplear para conocer y apropiarse de su entorno.
Por ello, en el estado de Veracruz, el Programa de Aplicación de los Sistemas de Enseñanza Vivencial e Indagatoria de las Ciencias (Pasevic) ambiciona llevar a la educación básica una metodología que permite a los niños preguntarse, crear y ser partícipes en su propia educación, además de acercar a los profesores a temas científicos de vanguardia.
“Tradicionalmente los maestros de educación básica nos sentimos un poco inseguros con los contenidos de ciencia y tecnología que debemos abordar con nuestros alumnos. Pero esta metodología de enseñanza vivencial e indagatoria de las ciencias nos da la oportunidad de brindar una herramienta para trabajar con el método científico adecuado para los niños y de una manera divertida”, explica la coordinadora del Pasevic, Blanca Estela Nava Bustos.
Este programa, implementado por la Secretaría de Educación del Estado de Veracruz (SEV), ha logrado llevar proyectos a escuelas preescolares, primarias y secundarias, en donde los alumnos construyen y mantienen huertos ornamentales y de hortalizas, arman y mantienen terrarios, se familiarizan con el medio que los rodea, trabajan la química de los alimentos e incluso aprenden a electrificar una casa.
Pasevic se planteó como una herramienta para apoyar la enseñanza de las ciencias en educación básica, pero sus resultados han sido tales que científicos de universidades, centros públicos de investigación e incluso el premio nobel de química, Mario Molina, han apoyado para que esta forma de enseñar ciencias se extienda a todos los campos del conocimiento y permita una educación colaborativa entre maestros, científicos, padres de familia e incluso los mismos alumnos.
Preguntarse y darse el tiempo para responder
El sistema de enseñanza vivencial e indagatoria de la ciencia implica replantear algunas costumbres de la práctica docente. Por ejemplo, antes de comenzar a revisar un tema nuevo, el maestro rescata las experiencias y conocimientos previos de los alumnos.
Los profesores pueden ir registrando las aportaciones de los niños tal como las enuncian, sin generar juicios. Después se les pregunta: ¿además de lo que ya saben, qué más quieren saber? Al contestar estas preguntas, se deciden las preguntas de investigación y se comienzan a plantear los supuestos que entre todos, incluyendo al maestro, van a comprobar.
Esto no solo libera a los maestros de la tensión de ser expertos en el tema, comenta Blanca Nava, además permite percibir a los niños como individuos con vivencias propias, capaces de transformar y adecuar la información que se les presenta, y no como un cuaderno en blanco que hay que llenar.
Otra característica singular del método es la aceptación de la duda. Consentir que el alumno se cuestione y proponga soluciones a sus incógnitas, permite a los niños darse cuenta de que existen muchas maneras de pensar y de dar solución a los problemas, enfatiza Ana Isabel Estévez Ruiz, asesora técnico pedagógica de la SEV, quien ha sido capacitadora de Pasevic.
“Con este método, los maestros aprendemos que no es necesario que un niño llegue inmediatamente a las respuestas de las preguntas que les hacemos. Es mucho más valioso que busquen, que traten. De esta manera surgen muchas respuestas y no una sola”, detalla Ana Estévez.
Además explica que el tiempo en la ciencia juega un papel muy importante. El avance de la ciencia se va construyendo gracias a la conjunción de conocimientos de diferentes personas en diferentes épocas, recopilados por la comunidad científica y probados una y otra vez.
Pero, el tiempo a veces es uno de los mayores enemigos en el aula, pues los ciclos escolares se diseñan saturados de actividades. En Pasevic, lo que se busca, es dar a los niños el tiempo y el espacio para experimentar, para indagar, señala Ana Estévez.
El propósito de Pasevic es que los alumnos aprendan a construir preguntas significativas acerca del mundo natural y desarrollen la habilidad de clasificar datos, de diseñar experimentos, recolectar información de diversas fuentes, proponer explicaciones a sus dudas, trabajar en colaboración con otros y comunicar sus resultados a la comunidad.
“En cierto sentido, los niños logran dirigir su propio conocimiento. Junto al maestro se preguntan sobre un tema, ¿lo sabemos, no lo sabemos?, ¿nos interesa saberlo?, ¡pues averigüémoslo!”.
Pequeños ecólogos
La metodología Pasevic implementa diferentes proyectos científicos en las escuelas, dependiendo el nivel de educación. Los niños trabajan durante el ciclo escolar, haciendo uso de las habilidades que desarrollan en todas las materias, indagando, experimentando y consolidando conceptos del proyecto de estudio.
Los alumnos de primero de primaria abordan el tema del clima. Este tema permite a los niños hacer observaciones y registros de las variables climáticas y las condiciones atmosféricas. Los alumnos desarrollan todo un proceso conceptual para aprender cómo manejar instrumentos como los termómetros y cómo aplicar lo aprendido sobre el clima en su vida diaria, por ejemplo entender por qué nos vestimos con ropa de cierto material y de cierta densidad, detalla la coordinadora del programa.
En segundo grado, los alumnos trabajan el tema del suelo. Los pequeños científicos se abocan a explorar los componentes de un elemento del entorno que parecería ser una unidad, pero que resulta ser una compleja mezcla. Los alumnos descubren que el suelo está compuesto de arcillas, arenas y otros materiales que ellos mismos pueden separar, para realizar un análisis del suelo de su escuela o su vivienda.
Las plantas es el tema para tercer año, el cual trabajan con una semilla —diseñada por un científico de la NASA— de muy rápido crecimiento, que los niños pueden sembrar y dejar bajo la luz por varios días. A partir de ello pueden ir formulando sus hipótesis de qué es lo que sucederá a continuación.
“¿La planta va a crecer?, ¿cuánto crecerá cada día? Todas estas preguntas, que ellos mimos se plantearon, las van resolviendo y además van registrando todas sus observaciones en sus bitácoras o cuadernos de ciencia. Finalmente, realizan todo un trabajo teórico sobre la polinización y el desarrollo de las plantas”, comenta Blanca Nava.
Químicos y electricistas
Para cuarto grado de primaria, los niños se vuelven químicos, trabajan la química de los alimentos. Los alumnos aprenden a separar glucosa, almidones y proteínas de los alimentos. Y, para reforzar las actividades prácticas, reflexionan sobre la importancia de conocer los componentes de nuestra dieta y sobre el equilibrio nutrimental necesario para mantener su salud.
En quinto grado, los alumnos trabajan con conceptos de electricidad. Aprenden el manejo de los circuitos eléctricos, desde qué son y cómo funcionan, hasta actividades como electrificar la maqueta de una casa y llevar este diseño a su propia vivienda o a su escuela.
El tema para trabajar en el último nivel de primaria son los ecosistemas. Para ello, los alumnos construyen “ecocolumnas”, en donde simulan ecosistemas acuáticos y terrestres para conocer su funcionamiento. Los estudiantes siembran pastos y trabajan con especímenes machos y hembras de grillos, lombrices, cochinillas y peces. Esto les permite ir viendo la evolución y la interacción entre todos los factores del ecosistema que formaron.
Una vez que los niños tienen la simulación, con factores vivos y no vivos del ambiente, les toca aprender las nociones del impacto de las actividades humanas en el entorno, para ello tienen la oportunidad de crear lluvia ácida en su ecosistema.
“Esta es la parte difícil de este tema, porque los niños pueden decidir si hacen la simulación de lluvia ácida, que al final puede llegar a matar a los organismos, o comprenden la importancia de cuidar las acciones del hombre respecto al ambiente”, explica Blanca Nava.
Secundaria, preescolar y educación especial
Además de los proyectos que se realizan en la educación primaria, Pasevic trabaja las materias de química y física durante la secundaria, y el manejo y aprecio de los seres vivos en preescolar mediante la guía Animales de dos en dos.
Esta misma guía también fue adaptada para su uso en educación especial, convirtiendo el estado de Veracruz en el primero del país en enseñar ciencia a través de métodos vivenciales e indagatorios en la educación especial.
Diez años de método científico
Pasevic nació en el estado de Veracruz, en el año 2006, y comenzó a operar a través de un equipo técnico colegiado de educación básica. El proyecto inició tomando ideas de metodologías internacionales para la enseñanza de la ciencia, desarrolladas por científicos y pedagogos de varios países. Pero ya para 2009, el programa logró la incorporación de proyectos educativos creados por maestros y científicos mexicanos.
Blanca Nava comenta que Pasevic ha logrado crear colaboraciones muy enriquecedoras. Allí está el ejemplo del Instituto de Ecología (Inecol), cuyos investigadores se han comprometido con esta propuesta educativa y no solo han adaptado las guías al contexto veracruzano, sino que han desarrollado actividades completamente nuevas para los niños.
“Las guías que se utilizan en Pasevic aportan una ayuda al docente en el aula. Le presentan una metodología para enseñar ciencias, materiales científicamente probados para la enseñanza de las ciencias y favorece el trabajo directo con el entorno natural, como contraparte de los trabajos de memorización o los libros de texto”.
El método de enseñanza indagatoria y vivencial de la ciencia promueve la participación de los niños en la creación del conocimiento y permite a los profesores apropiarse de la manera de hacer ciencia con los alumnos.
“Trabajar con el método científico, adecuado a los niños, promueve el trabajo colaborativo, las habilidades del pensamiento, el razonamiento, el registro de las observaciones y la formulación de hipótesis. Todo con temas que son muy atractivos y carismáticos para los niños”, comenta la coordinadora del programa.
Fuente: CONACYT.
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