Situado en el Patio Chico del Antiguo Colegio de San Ildefonso y a 20 años de haber sido inaugurado, el Museo de la Luz se consolida como un referente en comunicar los conocimientos científicos asociados a la luz mediante recursos museísticos de vanguardia.
El museo abrió sus puertas el 18 de noviembre de 1996 en el antiguo templo del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Este edificio, testigo de notables y determinantes acontecimientos de la vida nacional, sumó al contenido científico del nuevo museo su riqueza artística e histórica definiendo así un discurso novedoso y original donde la ciencia, el arte y la historia se amalgaman de manera natural, para deleite y conocimiento de sus visitantes.
“Es una satisfacción muy grande poder celebrar estos 20 años, significa que ha tenido cambios a pesar de que no estamos en el mejor de los lugares. Nosotros habíamos montado y diseñado el Museo de la Luz en su lugar original, que era el templo de San Pedro y San Pablo, una construcción muy bonita y adecuada. El Patio Chico de San Ildefonso es un lugar que vemos como una sede temporal, para que los visitantes se sientan cómodos”, dijo en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, la directora del museo, Ana María Cetto.
Afirmó que algunos de los aparatos que hicieron hace 20 años siguen funcionando de manera normal. “Eso quiere decir que no lo hicimos tan mal cuando los diseñamos y los montamos; además de que se han mantenido y el público lo ha respetado, porque son visitantes que se encariñan con él”.
“Abrimos nuestro conocimiento para compartirlo con el público, por eso lo hicimos nosotros, que éramos investigadores en esa época. Eso queremos hacer con el museo en su próxima etapa, pensando en una nueva sede, de la cual ya tenemos un proyecto arquitectónico totalmente elaborado. La construcción estaría hacia el lado sur de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC), cerca de Universum, Museo de las Ciencias”, describió.
Hizo hincapié en que la luz y la divulgación de la ciencia se deben aprovechar y es algo que merece ese espacio, además de que el Año Internacional de la Luz es una muestra de ello; se trata de un tema que acerca a la gente a la ciencia, como parte de la cultura.
Del pasado al presente
El museo es temático y explora las diferentes facetas del fenómeno de la luz y su relación con otros campos de la ciencia. En este sentido, el doctor Jorge Flores Valdés hizo un recuento de la creación de este museo único en el mundo dedicado a la luz. “El museo tiene su origen en una llamada que me hizo el doctor Salvador Malo, entonces coordinador administrativo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y me dijo que había un edificio en el Centro Histórico de la ciudad que pertenecía a la UNAM, se trataba del templo de San Pedro y San Pablo”.
Pero al consultarlo con un grupo de investigadores, fue a la doctora Elaine Reynoso, coordinadora de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, a quien se le ocurrió hacer un museo temático y el tema que sugirió fue el que tenía que ver con todo: con la vida, la digestión, la transmisión de información, la energía… y eso es la luz.
Recordó que comenzó a elaborar todo el proyecto del museo y para ello le pidió al doctor Luis de la Peña Auerbach que lo apoyará en la construcción del recinto en 1995 y, posteriormente, le pidió a la doctora Ana María Cetto que estuviera al frente del museo.
Luis de la Peña comentó que trabajó con el grupo de investigadores que construyó el museo y con el que comenzó a trabajar. “La idea original era muy ambiciosa, originalmente se había pensado que se construyera un piso elevado, pero por diferentes razones no se pudo hacer. Tuvimos que adaptar todo el diseño a las dimensiones que teníamos a la mano. Han pasado 20 años y las cosas han cambiado mucho para luz, pues ha rejuvenecido y en la actualidad hay una serie de tecnologías y posibilidades que no existían en la época en que se construyó. De tal manera que existe la idea de llevar a cabo los planes de rejuvenecimiento del museo, será posible modernizarlo y poder llevar tecnologías y soluciones para la gente”, indicó el científico mexicano.
En tanto, el investigador Salvador Cuevas Cardona, del Instituto de Astronomía de la UNAM, aportó sus conocimientos de óptica, física y matemáticas en el diseño y construcción de equipamiento del museo. “Algo que queríamos hacer en la cúpula del templo de San Pedro y San Pablo era la cámara oscura, se realizó el estudio completo de cómo se iba a hacer y hemos descubierto que hay mejores formas de hacerlo. En el Instituto de Astronomía de la UNAM está la lente del Gran Ecuatorial que estaba en el Observatorio de Tacubaya y eso podría servir para construir la cámara oscura”.
Es así como después de 14 años, el Museo de la Luz ocupó el antiguo templo de San Pedro y San Pablo, y fue en el 2010 cuando fue trasladado a su nueva sede que es el Patio Chico del Antiguo Colegio de San Ildefonso, que fuera una de las instituciones educativas más importantes de la Nueva España.
“El museo es hoy un tesoro que por razones diversas no hemos podido apreciar en su dimensión. No existe en el mundo un museo con sus características. El museo está dedicado a la luz, pero no como un fenómeno físico sino que abarca las consecuencias de ese fenómeno físico sobre la Tierra”, describió José Franco, coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Indicó que es importante dar a conocer toda la información que viene del universo y que esta viene a través de la luz. “Con la luz que recibimos del universo podemos saber cuál es la composición química de las diferentes regiones y objetos que hay”.
El futuro y las condiciones del cambio
«La arquitectura del edificio debe ser parte activa de esa experiencia; la forma y el espacio interior del edificio responden a estas convicciones. El principio de la luz se vuelve fenómeno visual, que solo entra y es óptica. Entendemos que el fenómeno de la luz abarca muchas dimensiones y toca muchas más frecuencias del mismo”, destacó el arquitecto Gustavo Avilés.
Por lo anterior, la luz natural es un elemento fundamental en la arquitectura, tanto para calificar el espacio interior como para expresar la forma exterior.
Qué hacer y qué ver en el museo
El recinto ofrece a los visitantes la oportunidad de acercarse a la cultura de una manera distinta, así como los invita a descubrir el increíble mundo del fenómeno más utilizado por la humanidad: la luz.
En su interior cuenta con diferentes secciones como son: Naturaleza de la luz, en la que se explica cómo se genera la luz natural y la luz artificial, cuáles son los aspectos físicos más relevantes y sus características al interaccionar con la materia.
La luz y la biosfera es la sección en la que se podrá observar la ecoesfera, en donde se verá un ecosistema cerrado cuyo ciclo alimenticio inicia con la luz. Continúa con el área de Un mundo de colores, aquí se conocerá sobre el mimetismo y el camuflaje utilizado por ciertas especies y el ser humano.
Otra área es La visión, la cual cuenta con un gabinete del optometrista para realizarse un examen optométrico. En La luz de las estrellas descubrirás cómo y qué información podemos obtener de la luz de las estrellas. Por último, La luz en las artes se complementa con la exhibición temporal de diferentes obras artísticas para apreciar la relación que hay entre la luz y el arte.
Otras actividades que realiza el museo son visitas guiadas, conferencias de especialistas impartidas por diversos investigadores universitarios, abordando una gran variedad de temas; pláticas con anfitriones, cine club, talleres, demostraciones; además tiene recorridos para ciegos y débiles visuales.
Fuente: CONACYT.
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