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«La ciencia en la historia de México», un referente a medio siglo de su publicación

Cincuenta y tres años después, el Fondo de Cultura Económica (FCE) imprime una segunda edición de la obra cumbre de uno de los filósofos con pensamiento científico más importantes en Latinoamérica, Eli Eduardo de Gortari de Gortari (1918-1991). Al respecto, tres destacados investigadores expresan su opinión sobre el polémico volumen de La ciencia en la historia de México.

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Si bien el reconocido ingeniero, físico, matemático y maestro en filosofía Eli de Gortari fue más aplaudido que criticado cuando en 1963 se publicó el que fuera su tercer libro, de 12, a decir del doctor en filosofía, Jaime Mario Labastida Ochoa, “el avance y especialización de la ciencia e investigaciones han propiciado que actualmente el texto de Eli de Gortari esté bastante superado. Un ejemplo son los cinco volúmenes de la Historia de la ciencia en México escritos por el químico e historiador Elías Trabulse Atala”.

Aun así, Eli de Gortari fue el primero en hacer una síntesis de un asunto tan complejo como es la relatoría histórica de lo que, en ese momento, el autor consideró como los mayores descubrimientos científicos que se desarrollaron en el país, afirmó el doctor Jaime Labastida, director de Siglo XXI Editores.

“Medicina” y “astronomía” prehispánicas

Al abordar las culturas del México antiguo en su obra, De Gortari abandona algunos principios metodológicos, porque aun cuando en Mesoamérica hubo determinados progresos técnicos como la agricultura, alfarería o lapidaria, no existió ciencia en el sentido estricto que conocemos hoy, explica el doctor Jaime Labastida, galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2008.

“Aunque la herbolaria prehispánica era avanzada, carecía del rigor que otorga el método científico, ciñéndose a prácticas empíricas aunadas a rituales mágicos que, sin orden ni método clasificatorio, el pueblo nahua usaba para el tratamiento de enfermedades, lo que erróneamente De Gortari expone como muestra de pensamiento científico”.

Otro ejemplo en La ciencia en la historia de México es el que se relaciona con los conocimientos del calendario. “La medición del tiempo estaba asociada también a prácticas rituales de orden mítico, con tintes de magia y astrología imposibles de ignorar. No hay duda de que el almanaque mesoamericano demostraba con exactitud el paso del Sol por solsticios y equinoccios; sin embargo, tal precisión no obedecía a ningún cálculo matemático, sino a la observación empírica proveniente de los marcadores solares, a partir de los cuales los centros ceremoniales cumplían la función de relojes astronómicos indicadores de los solsticios de invierno, verano y de los equinoccios de primavera y otoño”, añadió el doctor Labastida Ochoa.

Entre los pueblos originarios de México hubo avances técnicos, mas no ciencia tal como se concibe hoy, con métodos rigurosos derivados de hipótesis racionales, resaltó el escritor y académico Jaime Labastida. “Los conocimientos ancestrales se transmitían de una generación a otra y la sabiduría antigua o tradicional se respetaba, sin que hubiera lugar para dudas ni experimentos”.

El libro, una enciclopedia; De Gortari, un divulgador

Ahora bien, para la multipremiada doctora en astronomía y quien ostenta nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores (SNIJulieta Norma Fierro Gossman, la cantidad de temas abordados por Eli de Gortari, “como historia, filosofía, política, geografía y muchos otros, hacen de La ciencia en la historia de México una verdadera enciclopedia, con lo que De Gortari cumple, quizá sin proponérselo, un buen papel como divulgador científico, aun cuando su visión de la ciencia no es la que los científicos tenemos actualmente”.

Este escrito, y de ahí la importancia de su reciente segunda edición, tiene el valor de permitir a sus lectores darse cuenta de lo mucho que ha avanzado el conocimiento en todas las áreas. “Eli de Gortari no imaginó lo que sucedería en el presente siglo. Además de que la ciencia no siempre es dueña de la verdad, hay aproximaciones y justo lo que Eli hizo fue una síntesis, muy vasta, de lo que él consideraba la ciencia de su época”, externó Julieta Fierro.

Mucho que rescatar

Rafael Guevara Fefer, doctor en historia por la UNAM y miembro nivel I del SNI, opina que “a la fecha no se ha presentado un ejemplar de mejor calidad sobre el mismo tema, es decir, una historia general sobre la ciencia en las diversas sociedades que existieron en lo que es hoy el México del siglo XXI y que conforma nuestra tradición”.

Aunque se considera un libro envejecido, posee un gran valor histórico, gracias al cual a Eli de Gortari se le ha citado sucesivamente antes y después, acreditándolo como destacado filósofo de la ciencia y un experto tanto en historia de la física como en historia de la ciencia mexicana, enunció el catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Guevara Fefer.

Historia y filosofía de la ciencia como motores de cambio

El referido investigador puntualizó que para quienes se pregunten qué hacía un filósofo, ingeniero, estudioso de física y la matemática como Eli de Gortari ejerciendo como historiador y ocupándose de narrativas basadas en asuntos propios de la historia de la ciencia, la humanidad, la tecnología y la historia de México, una posible respuesta es el reto disciplinario, es decir, la filosofía de la ciencia, actividad principal de Eli de Gortari, hace historia con un propósito distinto al del historiador, porque al dirigir sus observaciones hacia el pasado, pone a prueba hipótesis, modelos, teorías y anhelos por alcanzar un mejor futuro.

“La idea es vender a la sociedad mercancía cognitiva a través de la historia, a fin de que la sociedad contribuya a que existan políticas, leyes e instituciones que permitan mejorar la condición social. La filosofía de la ciencia busca generar una memoria de su propio quehacer para así destacar sus logros, los cuales obtiene al conocer y explicar la vida social y en común”.

Ineludible para la ciencia recurrir a la historia

Rafael Guevara Fefer, aludiendo al matemático y precursor de lo que se conoce como historia de la ciencia, George Alfred Leon Sarton, señala que quienes se han dedicado al estudio del pasado científico tienen la certeza de que la historia de la ciencia es la ciencia misma.

“Hacer historia de los saberes científicos sirve para entendernos de modo distinto al propuesto por filósofos y sociólogos. La única manera de humanizar la labor científica es inyectándole cierto espíritu histórico y respeto por el pasado. Por abstracta que sea la ciencia, es esencialmente humana en su origen y desarrollo. Cada resultado científico es fruto de la humanidad y una prueba de su fuerza. La ciencia nos hace ser, da a la vida y a nuestro pensamiento un sentido más profundo y permite comprender mejor el mundo”.

En ese sentido, el profesor Guevara Fefer hace hincapié en que las ciencias naturales no tienen por qué oponerse a las humanidades. “Cada rama de la ciencia es tan natural y humana como quiera hacerse. Eli de Gortari inyectó un espíritu histórico al quehacer científico, convencido de que las ciencias y humanidades no debían existir como antagonistas; al contrario, son un complemento irrenunciable en donde la ciencia y la tecnología resultan imprescindibles para imaginar el futuro y sostener el presente”.

Por qué leer La ciencia en la historia de México

Aunque al igual que el miembro de las Academias Mexicana, Cubana y Norteamericana de la Lengua, Jaime Labastida, y que la doctora Julieta Fierro, el historiador Rafael Guevara reconoce las limitaciones explicativas de La ciencia en la historia de México; a su juicio, representa un viraje importante dentro de la historiografía mexicana por el enfoque materialista histórico que Eli da a su obra y la contextualización de la ciencia en México, a partir de factores políticos y económicos, dando pie a la construcción de una historia social de las ciencias.

Asimismo, para Guevara Fefer, De Gortari proporciona una imagen más clara de la teoría general de la ciencia en México, con relación a casi todos los trabajos escritos en ese entonces. “Además de ser una narración que permite comprender qué es y qué ha sido la ciencia mundial mexicana, porque la narrativa histórica sirve para saber cómo se define a la ciencia”.

Los tres investigadores: Jaime Labastida, Julieta Fierro y Rafael Guevara coinciden en que a la fecha, La ciencia en la historia de México sigue siendo muy útil como texto de consulta o material de referencia. Constituye un buen modo de introducir al tema de la ciencia e historia. Pese a sus errores, pifias o desusos, muestra y articula bien el binomio ciencia y sociedad, proveyendo al lector un entendimiento puntual acerca de tal relación. Adicionalmente, su lectura contribuye a la reflexión respecto a la importancia que tiene el conocimiento y, sobre todo, invita a buscar mayor información, a actualizarse y autocrear para mejorar.

Fuente: CONACYT.

Un comentario

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