Yuriko Teresa Benítez Ríos, profesora investigadora en la Universidad Panamericana campus Aguascalientes, diseñó Mopin, un modelo para la formación de pequeños investigadores que fomenta las habilidades científicas en alumnos de nivel primaria.
“El modelo lo empecé a diseñar porque en mi experiencia como maestra —ya tengo más de 15 años dando clases en educación superior—, la verdad es que veo en los alumnos intereses por la investigación, pero también carencias: no saben buscar información en bases de datos, no saben plantear un problema de investigación, diseñar un instrumento para recopilar información, analizar información, hacer una síntesis de un texto”, comentó en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
Mencionó que al trabajar con niños con aptitudes y capacidades sobresalientes, conoció el modelo desarrollado por Joseph Renzulli, profesor de la Universidad de Connecticut. Con base en ese esquema triádico, comenzó una adaptación para los estudiantes de México, con el propósito de fomentar en ellos la vocación por la investigación.
“Yo utilicé tres materias: matemáticas, español y ciencias naturales, hice un análisis transcurricular de las tres materias para trabajarlas en conjunto, junto con herramientas de investigación, entonces trabajé por competencias. Lo que diseñé fueron algunas sesiones, una metodología que tiene un sustento, sus principios, objetivos y niveles del investigador, todo ello buscando que se cubrieran los objetivos curriculares de las tres materias haciendo un proyecto que parte de los intereses del niño”, explicó.
Diario del pequeño investigador
Mopin consta de 13 fases: selección de un tema de investigación, delimitación conceptual del tema, elaboración de un esquema de investigación, búsqueda y localización de información teórica permanente, recopilación sistemática de la información localizada, redacción de un apartado teórico que fundamente la investigación, sensibilización sobre el tema de interés, diseño de hipótesis, elaboración de un diseño metodológico, elaboración de técnicas para la obtención de información, análisis de la información, redacción de un reporte de investigación y exposición de los resultados. Para facilitar su comprensión, algunos de estos pasos se omiten en los dos primeros grados de primaria.
“Durante el desarrollo del proyecto, los alumnos llevan un diario del pequeño investigador (Diapin), en el cual ellos van escribiendo todo lo que hacen: ubican su calendario, hacen actividades de matemáticas y experimentos, pueden escribir, dibujar y pegar calcomanías, para que les resulte atractivo darle seguimiento al proyecto”, detalló.
El modelo para la formación de pequeños investigadores se aplicó de manera experimental durante seis meses en alumnos de tercero de primaria de una escuela pública en el municipio de Jesús María, Aguascalientes, ejercicio de enseñanza que contó con un grupo control y otro experimental. Para valorar los resultados se aplicó una evaluación previo y otras después de concluido.
Entre las tendencias registradas, se observó que 35 por ciento de los estudiantes mostró mejoría en el conocimiento sobre qué es la investigación, aumentó en 30 por ciento el gusto por la formación experimental, 20 por ciento exhibió mejoría en el proceso para buscar información, 40 por cierto en compartir la información descubierta y 10 por ciento mostró mayor disposición para hacer experimentos.
Fuente: CONACYT.
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