La ciencia nace masculina, lo vemos si revisamos la historia. La ciencia era desarrollada por hombres; el modelo era el científico dedicado en su laboratorio al conocimiento. Ellos tenían una esposa e hijos, pero la mayor parte del tiempo hacían ciencia, así que el trabajo de la casa y el cuidado de los hijos recaía en la esposa. Este esquema empieza a cambiar cuando las mujeres irrumpimos en la ciencia, aunque no por completo, declara en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, la doctora Lilia Meza Montes, física del Instituto Luis Rivera Terrazas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
A la par de su carrera como científica, estudiosa no solo de materiales complejos e inteligentes, nanopartículas y nanocompósitos, la doctora Meza Montes está convencida de que su compromiso científico no se limita al estudio de los electrones, también aporta a la ciencia discutiendo el papel de la mujer en este ámbito y proponiendo líneas de acción que permitan una participación más justa y equitativa.
En el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la doctora Meza Montes considera que no debe haber más una disyuntiva en las mujeres entre el desarrollo de la vida personal y su vida científica.
Inclinada por las ciencias sociales cuando era niña, la doctora Meza Montes descubrió su vocación gracias a un libro: Los secretos del Cosmos, parte de una colección de la editorial Salvat, que su hermano mayor había comprado. La astronomía capturó su atención y años después supo que la física era el camino para llegar a ella.
Con el trabajo diario en las aulas, Meza Montes se inclinó por el estudio de los electrones y las nanoestructuras, un campo que le resultó igual de fascinante que las estrellas. Al ingresar a la universidad, en los años 70, supo de un taller para abordar temas de género. Lo impartía Marcela Lagarde. Ahí inició su doble tarea dentro del ámbito científico.
¿En el laboratorio o en el hogar?
En 1999, la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada (IUPAP, por sus siglas en inglés) convocó a un congreso mundial en 2002 y reunió a 300 físicos y físicas de todo el mundo, ahí se cuestionó la participación de la mujer en la física y se propuso una organización regional.
A partir de entonces, cada tres años se realiza un congreso para analizar este tema —este año será en Gran Bretaña, en el mes de julio—. Producto de estas reuniones se han llevado a cabo talleres para jóvenes, en los que se da orientación para escribir artículos, presentar proyectos, además de analizar temas como ambiente laboral, ambiente universitario con perspectiva de género, balance entre la carrera científica y familiar, entre otros.
Como parte de los estudios que se han presentado en las reuniones de la IUPAP, la doctora Meza Montes destacó el contraste nacional con países desarrollados. Dijo, por ejemplo, que las mujeres se casan a edades por arriba de los 30 en países desarrollados, además de que hay un alto porcentaje de mujeres solteras.
En contraste, en países en vías de desarrollo como México, las jóvenes se casan antes de los 30 y tienen hijos durante sus estudios, algo que no se ve en el perfil de los países desarrollados. Este fenómeno cultural, explicó la doctora, se conoce como “la familia extendida” y propone la posibilidad de que la mujer pueda seguir estudiando mientras un familiar, puede ser la madre, hermana o tía, le cuide a los hijos.
La doctora Meza Montes añadió que el propio American Institute of Physics (AIP) analizó datos a nivel global en México y detectó que aunque la estadística muestra que los hombres en un porcentaje amplio dicen que sí hacen trabajo doméstico, en realidad la mayor carga de estas labores todavía recae en las mujeres y eso se nota también en las oportunidades. Por ejemplo, las mujeres acuden menos a congresos en el extranjero y participan en menor medida en posgrados.
Las cifras
De acuerdo con datos del anuario estadístico 2015-2016 de la BUAP, en ese periodo escolar la planta académica de la BUAP se integraba por cuatro mil 142 docentes, de los cuales dos mil 277 eran hombres y mil 875 mujeres, lo que representa 54.93 por ciento y 45.27 por ciento, respectivamente. A nivel posgrado, en este mismo ciclo escolar, la BUAP registró un total de 564 miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI); 198 eran mujeres y 366 hombres, representando 35.18 por ciento y 64.89 por ciento, respectivamente. Las cifras revelaron también una baja participación de mujeres en los niveles II y III del SNI. De esta forma, las mujeres representaron solo 2.83 por ciento en el nivel II y 0.53 por ciento en el nivel III del SNI.
Para la doctora Meza Montes las diferencias están sustentadas y por eso la necesidad de hacer propuestas para revertir las tendencias.
“Se necesita un cambio para hacer una distribución equitativa del trabajo y del cuidado de los hijos o incluso de los adultos mayores como son los padres o suegros. Mi opinión es que se tiene que crear conciencia que el trabajo debe ser compartido, algo difícil en nuestra cultura, pero que poco a poco tenemos que ir transformando, es decir, no se trata de ayudar, sino de compartir las responsabilidades y eso cambiará los paradigmas”.
Red temática con perspectiva de género
Para concretar acciones a favor de la participación de las mujeres en la ciencia, la doctora Meza Montes destacó el trabajo que realiza la Red Temática Mexicana de Ciencia, Tecnología y Género (Mexciteg) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), de la cual es miembro, al igual que otras 50 investigadoras de diferentes áreas e instituciones del país, quienes realizan, a la par de sus propias líneas de investigación, un trabajo que impulsa el análisis de las condiciones de las mujeres en la ciencia, pero también fomenta su participación y desarrollo.
“Para mí, lo más importante que se ha hecho es incidir en la parte cultural, poner el problema sobre la mesa y empezar a discutirlo con los colegas ya es un avance (…) Mucha gente nos decía que transformando la sociedad, transformaríamos la situación de las mujeres, pero no, era en ese momento cuando teníamos que pugnar por esta construcción. Ese es uno de los logros más importantes, que al principio estos temas se veían con cierta reticencia pero que ahora el sector masculino se incorpora y contribuye al cambio de roles”.
Meza Montes consideró que la situación de la mujer en la ciencia en México no se resuelve con el incremento de científicas sino con la creación de estrategias y planes de acción que permitan un desarrollo integral de las mujeres en este ámbito, en las mejores condiciones posibles y no a costa de su vida familiar o de su salud, a fin de que su crecimiento sea propicio e igual al de los hombres.
Para llevar a cabo esta labor, la red Mexciteg, con el apoyo de Conacyt, desarrolló seis cuadernos de trabajo, disponibles en la página http://redmexciteg.wixsite.com/redmexciteg, versiones preliminares de investigaciones en temas de género, participación de las mujeres en la ciencia, legislación, etcétera, con la finalidad de generar propuestas para las distintas instituciones del país.
“La red se formó en 2014 por impulso de las doctoras Norma Blazquez Graf y Olga Bustos. Ahora parte de nuestros trabajos consisten en realizar estudios del sistema científico y la participación de las mujeres; concretar acciones que transformen; conferencias, talleres, foros, publicación de resultados y brindar asesoría a distintas instancias para poder desarrollar ambientes científicos con perspectiva de género. Hacemos mucho trabajo con jóvenes, les damos apoyo y orientación para que puedan desarrollarse en el ámbito científico”.
Convencida de que sus aportaciones a la ciencia no solo son en el ámbito de la física, la doctora Meza Montes concluye insistiendo en que las mujeres tienen que encontrar un balance entre su labor científica y su vida personal, sin sacrificar un bienestar físico y emocional.
“No se trata de atentar contra la propia salud. Hago una tarea, pero no descuido las otras, aunque me enferme o me desgaste. Por supuesto que todos queremos elevar la productividad científica, pero insisto, se tiene que encontrar el balance para que no sea a costa de la salud o del tiempo en familia, al cual por supuesto tenemos derecho.”
Fuente: CONACYT.
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