BITÁCORA

Eric Vázquez, en busca de materia oscura a dos mil metros bajo tierra

Cuando Eric Vázquez Jáuregui era niño, las preocupaciones en su familia eran más bien económicas, por ello, al cursar la preparatoria, la pregunta que tuvo que responder no fue ¿qué quiero estudiar?, sino ¿voy a poder estudiar?

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“De pequeño no tuve un acercamiento con las ciencias, ni una motivación por parte de mis padres para acercarme a ellas. Las preocupaciones eran otras, como darnos de comer”.

El joven originario de Huatusco, Veracruz, sabía que debía trabajar para ayudar con los gastos familiares y continuar sus estudios no era un asunto por el cual tuviera una motivación propia o familiar. Pero entonces, mientras cursaba el bachillerato, tuvo la oportunidad de ir a las olimpiadas de física. Este evento le gustó tanto que decidió que haría todo lo posible por seguir estudiando y dedicarse a la física.

“Obviamente me enfrenté a los cuestionamientos que surgen en un pueblo pequeño, qué vas a hacer, qué es lo que hace un físico, por qué no eres ingeniero. Pero aún así yo me decidí por lo que yo quería”, relata Eric Vázquez.

Decidido, el joven logró ingresar a la licenciatura de física en la Universidad Veracruzana, en donde pudo conseguir algunas becas que le permitieron dejar de trabajar y concentrarse en aprender todo lo posible y mantener su promedio.

Un salto hacia la investigación

Eric Vázquez no considera que haya sido un niño curioso. A diferencia de muchos de sus colegas, quienes le han contado que desde pequeños siempre andaban preguntándose cosas relacionadas con la física, Eric Vázquez se internó en esta rama de las ciencias hasta la preparatoria. Por esto mismo su vocación como investigador no estaba muy bien establecida.

De hecho, ya en la universidad su interés por la investigación surge casi por azar, cuando en las manos del joven estudiante cae la información sobre los veranos científicos.

Después de intentarlo una vez en la Academia Mexicana de las Ciencias, y ser rechazado, volvió a probar para ser aceptado en DESY (siglas en alemán para Sincrotrón Alemán de Electrones), el mayor centro alemán de investigación en física de partículas y uno de los aceleradores más importantes en el mundo.

En DESY se estudian las interacciones entre las partículas más pequeñas, las partículas elementales de la materia, estas investigaciones pueden responder cómo funciona el microcosmos —los nanomateriales o los procesos moleculares esenciales para la vida—, pero también dar respuesta a las grandes incógnitas de cómo funciona el universo.

Fue durante su estancia en DESY donde el joven físico descubrió cómo era el trabajo en “las grandes ligas” de la investigación y supo que quería dedicarse a las astropartículas.

Estudiar el universo a dos kilómetros bajo tierra

Después de su doctorado, Eric Vázquez buscó proseguir con su carrera de investigador y fue aceptado como estudiante de doctorado en SNOLAB un laboratorio subterráneo especializado en neutrinos y materia oscura.

SNOLAB se encuentra en Ontario, Canadá, y estudiar los misterios del universo no es su única característica peculiar. SNOLAB se encuentra a dos mil metros bajo tierra, dentro de una mina activa. Para acceder al laboratorio se debe bajar por el elevador que utilizan diariamente los mineros del lugar y caminar varios cientos de metros hasta las instalaciones. Por ello, los científicos deben recibir adiestramiento de minero para adquirir las destrezas básicas y de seguridad requeridas para adentrarse a dos kilómetros bajo tierra.

Colaboración con el premio Nobel

Después de cuatro años de trabajo como posdoctorante, Eric Vázquez se incorporó al cuerpo de investigadores de SNOLAB, donde pudo colaborar con Arthur McDonald, quien recibió el premio Nobel de Física en el 2015, por sus aportaciones al estudio de las oscilaciones de los neutrinos y descubrir que estas partículas tienen masa. De hecho, hasta el momento, el joven físico es el único mexicano que sigue colaborando con el premio Nobel de 2015.

Una visita de Stephen Hawking

Durante la estancia de Eric Vázquez en SNOLAB, el físico Stephen Hawking realizó una visita al laboratorio subterráneo. El evento fue muy esperado, incluso se diseñó un vagón especial para que el físico pudiera descender con seguridad los dos mil metros, pero él quería ir más rápido, a toda velocidad, narra el investigador.

Ya en el laboratorio, los equipos de investigación de SNOLAB le presentaron sus trabajos al reconocido físico, y fue Eric Vázquez quien expuso el proyecto PICO ante Stephen Hawking.

En este proyecto se busca detectar un tipo de materia oscura formada por partículas denominadas WIMP (sigla en inglés para partículas masivas de interacción débil). Para ello utiliza una cámara de burbujas, que consiste en un recipiente lleno con 52 kilogramos de octafluoropropano súper calentado; este fluido se encuentra súper calentado, es decir, cualquier interacción de una partícula externa con alguno de sus núcleos de flúor produciría que el líquido entrara en ebullición, provocando burbujas dentro del recipiente.

Estas burbujas después serían registradas por una serie de cámaras digitales y micrófonos, y dependiendo del tamaño de la burbuja detectada y su sonido, se podría establecer si la interacción se produjo con una partícula de materia oscura o con algún otro elemento.

Huyendo de la Ciudad de México

Buscando regresar al país, Eric Vázquez envió solicitud a varios puestos de investigación en instituciones mexicanas, pero el área de neutrinos y materia oscura es un área que se trabaja en muy pocos lugares en México. Al final, su búsqueda lo llevó al Instituto de Física de la UNAM.

Al ser de un pueblo chico, Eric Vázquez siempre había evitado la Ciudad de México. La licenciatura la cursó en Xalapa, Veracruz; su incursión en los veranos de investigación lo llevó hasta Alemania; y su posgrado lo eligió en San Luis Potosí y no en Ciudad Universitaria.

“Lo que pasa es que cuando uno es de provincia, la Ciudad de México es lo peor, porque toda la gente te cuenta lo peor, y uno dice: ‘¡No, no!, al DF no, me voy a morir’. Pero ahora que vivo aquí, me encanta, puedes hacer tantas cosa, hay siempre algo interesante, estoy fascinado, fue ignorancia lo que me mantenía alejado”, comenta entre risas.

Ahora, gracias al trabajo del físico, la UNAM es la única institución mexicana que colabora directamente con SNOLAB como institución, lo cual es bastante, si se considera que en el mundo solo hay una docena de estos laboratorios subterráneos.

La vida fuera del laboratorio

A Eric Vázquez Jáuregui le apasiona su trabajo, la investigación lo absorbe y le fascina, rasgo que se puede apreciar al conversar con él, pues se desborda en las pláticas sobre los neutrinos o la materia oscura. Pero también le gusta mucho jugar al futbol y cocinar, aunque reconoce que por el momento no encuentra muchos momentos para dedicarse a esas actividades, pues la vida familiar es, gratamente, su prioridad.

“Ahora las únicas dos cosas que hago es dedicarme a mi trabajo y a mi familia, eso me absorbe las 24 horas del día, los 365 días del año. Mi hija tiene seis años y es una edad muy demandante, todo el tiempo que no uso en la investigación lo quiero para mi hija, es prácticamente todo lo que hago. Yo no sé cómo le hace la gente que tiene más de un hijo”, comenta con humor el investigador.

Una decisión acertada

“No pude haber encontrado mejor área en mi vida. Lo único que lamentaría de mi carrera es no haber empezado a dedicarme al tema de los neutrinos y de la materia oscura antes. El doctorado lo hice en altas energías y hasta el posdoctorado comencé a estudiar las partículas elementales. ¡Claro!, el problema es que cuando yo estudié no existía este campo en el país”.

Al investigador, que tiene ya ocho años de experiencia en el tema, le entusiasma ver que esta opción de investigación ya está disponible para los jóvenes de doctorado, maestría o incluso de licenciatura en México.

Incluso ya tiene alrededor de 10 estudiantes que empiezan a trabajar en el área de partículas elementales, y uno de sus alumnos, que se encuentra cursando la licenciatura, ya realizó una estancia de verano en SNOLAB.

Fuente: CONACYT.

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