El registro de patentes por especialistas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) ha ido en incremento en los últimos años y alcanzó su punto más alto en 2016 con 18 solicitudes.
Los resultados de investigaciones susceptibles de ser patentados son tan variados como las materias que aborda el CICESE; van desde un protocolo de conservación de germoplasma o moléculas para la producción de biocombustibles, hasta dispositivos de medición y software.
Para realizar los trámites y procedimientos que les permitan patentar sus hallazgos, los investigadores del CICESE cuentan con el apoyo de la Dirección de Impulso a la Innovación y el Desarrollo (DIID), procedimientos en los que oficialmente pasarán de científicos a inventores.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, María Concepción Mendoza Díaz, directora de la DIID, comentó que se ha registrado un aumento gradual en la protección de bienes intelectuales que resultan de las investigaciones que se desarrollan en el centro.
“Ha ido en incremento porque ya son indicadores estratégicos del desempeño de la institución y cada vez hay más interés de parte de los grupos de investigación por proteger la propiedad intelectual y porque los resultados de su investigación cristalicen en algún producto de beneficio al usuario final”, afirmó.
Gestores de tecnología
La DIID cuenta con personal especializado que tiene como responsabilidad la identificación de productos que son resultado de los proyectos de investigación y que son viables de recibir protección intelectual.
La directora de la DIID mencionó que estas tareas son realizadas por especialistas a los que se les llama gestores de tecnología y tienen entre sus responsabilidades identificar el potencial comercial de las invenciones, denominados bienes intelectuales.
“Un bien intelectual es un resultado de investigación que tiene ciertos indicios de que puede tener las características de ley que se requieren para reclamar alguna figura jurídica que te dé titularidad sobre eso”, explicó.
Para que el resultado de una investigación sea susceptible de ser patentado, es necesario que cumpla con tres requisitos indispensables y el primero de ellos es la novedad, es decir, todo aquel conocimiento técnico que no sea del dominio público.
La segunda característica es la actividad inventiva, que consiste en el proceso creativo de la invención y que implica que los resultados obtenidos no se deduzcan del estado de la técnica en forma evidente.
Y la tercera característica es la aplicación industrial, lo que significa que el producto se puede comercializar o utilizar en alguna rama de la industria.
María Concepción Mendoza apuntó que si un producto de investigación cumple con las tres características, entonces se inicia con la tramitología y la identificación de clientes potenciales.
“Así empezamos nosotros con lo que originalmente es un bien intangible, luego le llamamos invención y después tecnología o paquete tecnológico, dependiendo del nivel de madurez que tenga lo que estamos valorando”, describió.
La ciencia del marketing
La directora de la DIID detalló que debido a que el registro de una patente ofrece una protección nacional, la selección del país en el que se presentará la solicitud de registro es una decisión que se define por estrategias de mercado.
Aclaró que hay ocasiones en las que el CICESE, a través de la DIID, lleva todo el procedimiento, ya sea en México o en otro país, pero también se dan casos en los que es una empresa interesada en comercializar el bien intelectual la que realiza el trámite.
“Cuando hay un cliente interesado, hay una serie de cosas que el CICESE hace y una de las más importantes es la valuación de esa tecnología”, precisó María Concepción Mendoza.
Establecer el valor de la tecnología que se pretende transferir a la empresa, conlleva toda una metodología en la que se contempla el costo que representó para la institución la obtención del bien intelectual, así como los costos que se manejan en el mercado de productos o bienes similares.
“Se hace un análisis sobre varias metodologías para definir cuál es el precio o el rango de precio de todas nuestras tecnologías y eso da al CICESE la facultad de negociar un licenciamiento o una transferencia de conocimiento con quien esté interesado”, refirió.
Secrecía necesaria
Uno de los productos deseables que comúnmente resultan de las investigaciones son los artículos científicos, en los que se exponen hallazgos obtenidos por el investigador y que son difundidos en revistas especializadas.
La directora de la DIID puntualizó que por ser la novedad una de las características que legalmente debe cumplir el bien intelectual para ser patentado, el investigador que inicia un trámite de protección intelectual debe ser cuidadoso con sus publicaciones.
“De ninguna manera está peleado, sí pueden divulgar los resultados de su investigación pero tenemos que dar prioridad al trámite de propiedad intelectual”, subrayó.
Refirió que en México, la legislación otorga un año de tolerancia a partir de que fueron divulgados los resultados que se pretenden patentar; sin embargo, no en todos los países se tiene esta consideración, por lo que la DIID otorga asesoría a los investigadores en el tema.
Innovación biomédica
Por la naturaleza de sus investigaciones, la División de Biología Experimental y Aplicada del CICESE es el área que mayor número de solicitudes de patentes presenta, especialmente a través del Departamento de Innovación Biomédica.
El doctor Alexei Fedorovish Licea Navarro, director de la división, ejemplificó con el caso de la patente registrada para la comercialización de un fármaco para el tratamiento de la retinopatía diabética, obtenido a partir de anticuerpos de tiburón.
“En este proyecto, nosotros hicimos un licenciamiento a una empresa farmacéutica mexicana, Laboratorio Silanes, y vieron con mucho potencial esta proteína, tanto que decidieron llevarlo al mercado”, relató.
Mencionó que Laboratorio Silanes creó una empresa en España para la comercialización de los anticuerpos de tiburón que se producen en CICESE y actualmente se encuentra en periodo de pruebas para poder ofertar el producto que, estiman, estará en el mercado dentro de cuatro años y se convertirá en ejemplo tangible de una investigación que culmina con un producto innovador.
Fuente: CONACYT.
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