Con un enfoque de desarrollo regional de la innovación, el Clúster de Biocombustibles Sólidos (BCS) del Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía (Cemie-Bio) reúne a 16 instituciones nacionales e internacionales, incluyendo centros de investigación, universidades y empresas, a través del Fondo de Sustentabilidad Energética del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Secretaría de Energía (Sener).
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Omar Masera Cerutti, investigador titular del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIES UNAM), campus Morelia, y responsable técnico del proyecto, señaló que el clúster tiene un enfoque integral en el área de bioenergía, en particular de biocombustibles sólidos como leña, carbón, pellets, astillas y bagazo de caña, entre otros.
“Con este clúster estudiamos qué recursos biomásicos existen en el país y cómo se pueden utilizar de manera sostenible para diferentes aplicaciones, desde la pequeña escala del sector residencial, como la cocción doméstica y pequeñas industrias, hasta los grandes usos industriales. Dentro de este último sector, tenemos por ejemplo empresas forestales o del sector agroindustrial que generan grandes cantidades de residuos (corteza, aserrín, cáscaras de frutas o bagazos) que se pueden utilizar para cogenerar electricidad y calor”, indicó.
De acuerdo con el investigador, el clúster tiene el propósito de establecerse como un centro dinamizador del proceso de transición energética de México a través de la innovación en los sistemas de generación y utilización sostenible y eficiente de energía térmica y eléctrica a partir de los biocombustibles sólidos.
Con la participación de 40 investigadores, el Clúster de Biocombustibles Sólidos busca generar información y detonar procesos de innovación tecnológica, desarrollar laboratorios de certificación, realizar propuestas de políticas públicas y formar recursos humanos en los más altos niveles técnicos y científicos.
Oportunidades de los biocombustibles sólidos en México
En el cuaderno temático «La bioenergía en México. Situación actual y perspectivas», publicado por la Red Mexicana de Bioenergía (REMBIO), se documenta un gran potencial energético del recurso biomásico en México, pues los recursos bioenergéticos pueden producir sosteniblemente tres mil 569 petajoules (PJ) al año, equivalente a 46 por ciento de la oferta interna bruta de energía primaria en el año 2008, y 10 veces más que su uso actual.
Entre sus ventajas, los recursos biocombustibles sólidos permiten aprovechar residuos urbanos, agrícolas y forestales, pueden ser almacenados y procesados para aumentar su densidad energética y pueden ser producidos y utilizados local o regionalmente.
Los biocombustibles sólidos proporcionan una muy alta mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero, además de que generan beneficios sociales y económicos al diversificar las economías rurales, crear oportunidades de empleo y mejorar la salud en las zonas rurales.
Ecotecnologías para uso sostenible de los recursos naturales
La bioenergía y la ecotecnología en el contexto de la sustentabilidad son las principales líneas de investigación del doctor Omar Masera Cerutti, investigador nacional nivel III y responsable del Laboratorio de Bioenergía del IIES. Como parte del Clúster de Biocombustibles Sólidos y en colaboración con el Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada, A.C. (GIRA), desarrolla un proyecto de monitoreo y evaluación de ecotecnologías para la satisfacción de las necesidades básicas en el medio rural del estado de Michoacán, donde evalúa el uso de estufas ecológicas de leña, como la estufa Patsari.
“Trabajando con este tipo de tecnologías, a nivel de la cocción uno puede apoyar un uso más sustentable de la energía, pues estas estufas permiten ahorrar 50 por ciento de la leña que se utiliza en los fogones tradicionales y disminuyen en 90 por ciento el humo, que es una causa importante de enfermedades respiratorias en los habitantes rurales, además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, indicó.
El desarrollo de las estufas ecológicas se realiza a través de un proceso de diseño participativo con las comunidades locales, en el que los usuarios, principalmente mujeres, proponen la forma y las funciones de las estufas de acuerdo con sus prioridades. Se establece entonces un diálogo entre investigadores, técnicos y usuarios para lograr innovaciones que sean robustas y eficientes desde la perspectiva técnica pero también respondan a las necesidades de los usuarios.
Para el investigador, con esto se tienen muchas más posibilidades de que las estufas (u otras tecnologías) se utilicen y tengan un impacto positivo, pues todos los beneficios de las tecnologías no se dan al instalarlas o comprarlas, sino en su uso sostenido. Hasta el momento, se han distribuido alrededor de 250 mil estufas Patsari en diferentes partes del país.
“La estufa Patsari no es una innovación convencional que se transfiere del centro de investigación a una industria, aquí es un modelo diferente que se llama innovación participativa, donde el usuario y otros actores tienen un rol muy importante en el desarrollo de esta tecnología con el fin de garantizar que por esta razón se tenga más impacto a largo plazo”, afirmó.
El clúster es coordinado por el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, campus Morelia, donde participan los laboratorios de cinco instituciones.
Las instituciones nacionales que conforman el clúster son el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA), el Instituto de Energías Renovables (IER), el Instituto de Investigaciones en Materiales y la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), todos de la UNAM; la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Juárez del Estado de Durango; la Facultad de Ingeniería en Tecnología de la Madera de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady); el Instituto de Estudios Superiores ISIMA; el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), campus San Martinito; y la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
A estas se suman las instituciones internacionales Cornell University (CU) y la Universidad de California en Irvine (ICI), así como las empresas mexicanas CITREX, Fogones María y Fuego Limpio.
El clúster está conformado por cinco líneas de investigación principales: oferta y demanda de recursos biomásicos sólidos para la generación de calor y electricidad; caracterización y estandarización de biocombustibles sólidos para la generación de calor y electricidad; generación de calor de baja potencia para aplicaciones residenciales; biocombustibles sólidos para generar calor y electricidad en media y alta potencia; y sustentabilidad y políticas públicas en biocombustibles sólidos.
Colaboración interclúster y análisis de energías renovables
De acuerdo con Julio Sacramento Rivero, investigador de la Facultad de Química de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), el Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía cuenta con un apoyo de alrededor de mil 380 millones de pesos del Fondo de Sustentabilidad Energética del Conacyt y la Sener, que se distribuye en cinco clústeres: biodiesel, combustibles gaseosos, bioturbosina, bioalcoholes y biocombustibles sólidos.
El equipo de trabajo conformado por Julio Sacramento, Fernando Morales, Freddy Navarro y René López, investigadores de la Facultad de Química de la Uady, participa directamente en el Clúster de Biocombustibles Sólidos, el Clúster de Biodiesel y el Clúster de Bioalcoholes, en conjunto con un grupo de estudiantes de posgrado que apoyan en las actividades de investigación.
“Cada uno de los clústeres tiene en general dos componentes: uno de desarrollo tecnológico, en el que se investigan los procesos de producción de biocombustibles o biodiesel; y un componente de análisis de sustentabilidad y de análisis de ciclo de vida, que es una herramienta para calcular los impactos ambientales que tengan esas tecnologías que están desarrollando. Es en este componente en el que nosotros participamos”, indicó Sacramento Rivero.
En el transcurso del primer año de vida del Cemie-Bio, los especialistas de la Uady se encargan también de la organización de un grupo de trabajo interclústeres. “Buscamos que no solo sea un trabajo vertical con cada clúster, sino que haya un trabajo transversal entre las personas que van a realizar el análisis de sustentabilidad de los combustibles para que trabajemos juntos, compartamos metodologías y resultados”, apuntó.
Fuente: CONACYT.
IMPORTANTE:
Sí: El usuario podrá preguntar, felicitar, realizar críticas constructivas y/o contribuir con opiniones relevantes en el campo de la ingeniería e infraestructura.
No: Molestar, intimidar o acosar de ninguna manera.Tampoco utilizará el espacio para la promoción de productos o servicios comerciales, así como de cualquier actividad que pueda ser calificada como SPAM.
Para saber más consulta los Términos de Uso de INGENET.