El uso de pesticidas para la prevención de enfermedades emergentes transmitidas por vector son prácticas comunes en México y el mundo. Sin embargo, su uso excesivo es un tema no muy conocido y cuya investigación es realizada por la doctora Patricia Penilla Navarro, del Centro Regional de Investigación en Salud Pública de Tapachula, Chiapas, perteneciente al Instituto Nacional de Salud Pública.
Al hablar de enfermedades emergentes, se refiere a las descubiertas durante los últimos 20 años. Las transmitidas por vector son enfermedades como el dengue, chikungunya o Zika, entre otras. Estas últimas son las transmitidas entre personas o a través de animales a personas mediante la picadura de un mosquito, garrapata, mosca o pulga infectados. Representan 17 por ciento de las enfermedades infecciosas en el mundo y generan más de un millón de muertes al año, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Combate de vectores
“El uso de pesticidas e insecticidas químicos es muy importante para el control de vectores porque es el principal método de control que se lleva a cabo en el país y en todo el mundo”, definió la doctora Penilla Navarro sobre los métodos de control utilizados para disminuir las poblaciones de insectos vectores y consecutivamente bajar la incidencia de la enfermedad que transmiten y el contacto vector-humano.
Los métodos de control descritos tienen como objetivo la reducción del contacto entre los humanos y el insecto vector, la abundancia del vector y del tiempo de vida. “Este último porque hay parásitos que requieren una determinada cantidad de días para desarrollar su ciclo biológico. Si se interrumpe el tiempo de vida del parásito, directamente interrumpiríamos la transmisión de la enfermedad”, aseveró la doctora.
Pero para abordar esta solución primero se debe conocer el ciclo de vida del vector, los hábitos de alimentación, reposo del vector, y, por ejemplo, sus características biológicas como si son antropofílicos o zoofílicos, es decir, si tienen preferencia por sangre humana o animal; si son endófagos o exófagos, es decir, si tienden a alimentarse dentro o fuera de las viviendas; y, finalmente, si son endófilos o exófilos, lo que se refiere a la tendencia de descansar dentro o fuera de las viviendas durante sus periodos de digestión sanguínea y desarrollo de huevos.
“La mayoría de las veces esto está interrelacionado, por ejemplo, si se alimenta dentro, tal vez vaya a descansar dentro. Son eventos que se tienen que tomar en cuenta para saber cómo y cuándo controlar las etapas en los ciclos de vida de los vectores”, añadió.
Una vez definida la etapa en la que se quiere controlar o atacar el vector, entonces es posible implementar insecticidas de forma responsable en la interrupción o contacto humano-vector.
El uso de larvicidas, es decir, pesticidas que atacan el vector en etapas tempranas del ciclo de la vida, debe considerarse como un complemento al manejo ambiental y estar restringidos a contenedores que no se pueden eliminar o manejar. “Dos o tres rondas de aplicación realizadas anualmente de manera oportuna con un seguimiento adecuado puede ser suficiente, especialmente en áreas donde la temporada principal de transmisión es corta”, expresó.
En cuanto al uso de adulticidas, estos son usados para impactar las densidades de mosquitos en el factor de longevidad. El rociado de estos es recomendado solo para situaciones de emergencia para suprimir epidemias continuas y evitar que sea incipiente. La eficacia de estos depende de la forma de liberación, o sea si se hace por medio de aviones, vehículos o equipo de mano, de la dosis de aplicación y cuestiones climáticas, la construcción de viviendas y el tamaño y terreno de la zona, explicó la investigadora.
Investigación mexicana
El uso indiscriminado de pesticidas y sin estudios previos genera la evolución del grupo de insectos con la capacidad de tolerar dosis de insecticidas que normalmente serían mortales para estos. Es por eso que el uso correcto de plaguicidas o insecticidas en la salud pública tiene tal importancia debido a que son muy pocos los insecticidas usados y los nuevos diseñados para el control de vectores, «por lo que es esencial su uso juicioso, selectivo y específico para no aumentar la vida efectiva de los vectores. Hablar de resistencia es hablar de mutaciones donde actúan los insecticidas. Por eso en el Instituto Nacional de Salud Pública, nos encargamos de estudiar dónde tienen las mutaciones», agregó.
En este centro de investigación y en el equipo de la doctora, se utilizan bioensayos de susceptibilidad o resistencia basados en pruebas de dosis y mortalidad para determinar el tipo de resistencia a los insecticidas. También se realizan ensayos para detectar los mecanismos a través de pruebas bioquímicas para medir la cantidad de enzimas que tengan la capacidad de metabolizar el insecticida que están recibiendo, así como pruebas moleculares y en el metabolismo.
Teniendo gran interés en desarrollar estos temas para mejorar y hacer uso correcto de insecticidas para el control de enfermedades de vector es recomendable conocer los factores operativos que pudieran ser la causa del desarrollo de estas resistencias, así como el uso de estudios integrados y verificados para demostrar relaciones de transmisión de resistencia a estos, concluyó la doctora Patricia Penilla Navarro.
Fuente: CONACYT.
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