El entendimiento, explicación y solución de fenómenos complejos en la ciencia, así como de la sociedad, no es una tarea fácil. Sin embargo, existen científicos mexicanos que han dedicado su labor profesional a este tema, tal es el caso del doctor Carlos Gershenson García, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien en una joven carrera ha logrado el éxito y reconocimiento nacional e internacional.
En el IIMAS, Gershenson trabaja en el Departamento de Ciencias Computacionales y está afiliado como investigador al Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la misma universidad. En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, platicó la historia de su desarrollo y labor profesional, además de sus intereses en la complejidad, vida artificial, ciencia cognitiva y educación.
Curiosidad y esfuerzo
Originario de la Ciudad de México, desde niño tuvo la curiosidad de entender las preguntas que se hacía al mismo tiempo que era motivado por su padre, quien a la edad de seis años lo introdujo a la ciencia al llevarlo a un curso de programación en el Museo Tecnológico (Mutec), área a la que años después dedicaría su carrera. “Desde joven quería entender por qué las cosas son como son y no solo me lo preguntaba, sino que intentaba responder yo mismo”, platicó.
Estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria número 6 de la UNAM y ante la indecisión de qué carrera estudiar, Carlos fue presentado a un profesor de filosofía e historia en una escuela de computación, la Fundación Arturo Rosenblueth, en donde por fin decidió que ese tema era su preferido.
“Revisé el plan de estudios y trataba sobre física, matemáticas, computación, economía, filosofía, historia, eso me motivó a estudiar ahí. Dentro de esa escuela teníamos profesores muy buenos que nos sacaban de nuestra zona de confort y nos motivaban a esforzarnos más allá de nuestros límites”.
Durante su época como estudiante de licenciatura, fue expuesto a ideas revolucionarias y tecnológicas que comenzaron a llamar su atención, además de ser invitado a un grupo de investigación en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y al Instituto de Química de la UNAM. No obstante, durante sus últimos años de la carrera de ingeniería en computación en la Fundación Rosenblueth, también estudió cinco semestres de la licenciatura en filosofía en la UNAM y un verano de investigación en el Instituto Weizmann de Ciencias en la Escuela Internacional de Verano Karyn Kupcinet, en Israel. “Desde muy joven comencé a involucrarme en la vida académica, pues fue algo que encontré muy afín”, agregó.
Además, logró un buen desempeño académico, pues dentro de sus objetivos estaba obtener una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para realizar sus estudios de posgrado, mismos que llevó a cabo en el extranjero con apoyo como becario de esta institución. “Esa visión a largo plazo me ha ayudado, porque desde la carrera comencé a asistir a conferencias, publicar artículos, tener interacción con colegas. Desde temprano pude enfocarme en la investigación, en la que ya llevo 20 años”.
Entre 2001 y 2002, Gershenson realizó su maestría en ciencias en la Universidad de Sussex sobre sistemas adaptativos y evolutivos. “Aunque pude quedarme en Sussex a hacer el doctorado, surgió la oportunidad de hacer un doctorado en Bruselas en un grupo interdisciplinario, donde me seguí desarrollando en temas de complejidad y autoorganización”, platicó.
Después de finalizar su doctorado en ciencias, durante el que realizó además un intercambio en la Universidad de Granada, envió solicitudes a distintas instituciones para obtener una posición posdoctoral que finalmente obtuvo en el Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra en Boston, Estados Unidos, entre 2007 y 2008.
“Estando allá me llegaban anuncios laborales de Conacyt, entre los que estaba una plaza de investigador en el IIMAS de la UNAM en el Departamento de Ciencias de la Computación. Me escogieron y volví a finales de 2008”.
De vuelta a México
Acostumbrado a seguir sus líneas de investigación de manera independiente, Carlos Gershenson se adaptó exitosamente a su nueva posición en México, “a menos de un mes de que regresara, se inauguró el Centro de Ciencias de la Complejidad en la UNAM, me pude incorporar y trabajar en temas de frontera pues no había un antecedente. En comparación con otras disciplinas e institutos más establecidos, pude llegar a un lugar donde tenía la libertad de investigar mis temas”.
Estos han tenido continuidad desde sus estudios de posgrado, pues todos están relacionados con sistemas complejos, desde educación, teoría de la información, sistemas de transporte, redes de regulación genética, evolución de redes, entre muchos otros temas aplicables.
“Un sistema complejo existe cuando se decide estudiar como un sistema complejo. Algo que caracteriza a la complejidad es la dificultad de separar sus elementos y debes estudiarlos todos porque sus interacciones determinan el futuro estado de los componentes, es cuando te conviene describirlo en el lenguaje de la complejidad”, explicó.
Para el especialista, la aplicación de la ciencia y los sistemas complejos puede ayudar a México y el mundo a resolver situaciones. “Es iluso pensar que los problemas se van a resolver haciendo las mismas cosas, los problemas tienen causas y para eso hay que entenderlas, para cambiar la situación de forma que se pueda eliminar el problema. Si no es con la ciencia, no será con serendipia. Son tantas las posibilidades que si nos vamos a someter a las ocurrencias políticas para reducir la pobreza, eliminar la marginación, elevar el nivel educativo, disminuir el desempleo y violencia, no hay de otra, debe ser con ciencia”, agregó.
Además, considera que falta vinculación entre la academia, el gobierno y el sector productivo, pues ha habido una desconexión y es difícil, aunque existan sugerencias de soluciones, se necesita la colaboración de la población para resolver esto. “No existen mecanismos para facilitar la coordinación de esos sectores, lo que nos ha frenado y dificultado la implementación de muchas de las soluciones que hemos explorado. El problema técnico es la parte fácil, la parte política, social y humana es la difícil. Creo que simplemente no hemos encontrado la manera de facilitar la coordinación, es cuestión de que la ciencia nos ayude a encontrarla”.
El año pasado, el doctor Gershenson realizó visitas como profesor en el Senseable City Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y en el MOBS Lab en el Network Science Institute de la Universidad Northeastern, en Estados Unidos. Actualmente se encuentra laborando en el IIMAS de la UNAM.
Respecto a su visión de la ciencia en México desde una perspectiva de lo complejo, explicó que “es esencial formar doctores, Conacyt ha sido clave para el desarrollo de la ciencia en México, yo veo que otros países que no tienen esas políticas e institución, están como México estaba hace 50 años en investigación. Parece ser que hay más investigadores mexicanos en el extranjero que en México, lo cual es fuga de cerebros, por un lado Conacyt ha tenido un papel positivo y esencial en México pero también hay cosas que se necesitan corregir. Es importante encontrar mecanismos para que la inversión que se ha hecho en formar recursos humanos pueda traducirse en una economía que sepa regresar a invertir en ciencia y tecnología”, concluyó.
Fuente: CONACYT.
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