Fue en la década de 1970 cuando México se integró al grupo de países que comenzaron a crear legislaciones en torno a la transferencia de tecnología, a través de la promulgación de la Ley sobre el Control y Registro de la Transferencia de Tecnología y el Uso y Explotación de Patentes y Marcas (LCRTT) donde la administración pública adquiere por primera vez facultades para aprobar y registrar contratos de este tipo.
Algunos de los beneficios derivados de esta ley tienen lugar en medida que las empresas públicas y privadas hacen cada vez más conciencia en la importancia que tiene la tecnología para el desarrollo de sus rubros a largo plazo.
El Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), en su esfuerzo por contribuir al cuidado de la salud de los mexicanos por medio del desarrollo de proyectos de investigación científica y tecnológica, tiene bajo su cargo la Oficina de Transferencia de Tecnología (OTT).
Dicho órgano es uno de los actores clave para que el Inmegen pueda cumplir con uno de los objetivos establecidos en su Ley Orgánica, que habla del desarrollo de tecnología y su vinculación con la industria para el desarrollo de productos y servicios de base genómica.
La OTT está conformada por un grupo interdisciplinario de especialistas que tiene en sus manos gestionar y proteger la propiedad intelectual que está asociada a los resultados de investigación, además de mantener vigente la vinculación con socios tecnológicos e industriales para hacer efectiva la transferencia de tecnología.
Al realizar esta transferencia tecnológica, la oficina se convierte en un área de apoyo eficiente para la traducción de los resultados de investigación de los especialistas del instituto, sus socios académicos e investigadores de otras instituciones.
Además cuenta con certificación oficial por parte de la Secretaría de Economía (SE) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y es la única organización en su tipo en las instituciones de salud pública del país.
Servicio y protección a la investigación mexicana
Fernando Arellano Cortés, jefe de Propiedad Intelectual de la Oficina de Transferencia de Tecnología, explicó en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt sobre el trabajo y los retos a los que se enfrentan.
“La oficina se encarga básicamente de la gestión y transferencia del conocimiento que se genera dentro del instituto. Lo que se hace en la oficina es gestionar el conocimiento que se va formando con la investigación. El Inmegen tiene primordialmente la labor de investigación que, en su propio andar, va generando cuestiones que son susceptibles de protección”.
Tales datos pueden ser desde los resultados hasta la maduración de la tecnología. Lo último se ofrece a las empresas para que al final se pueda hacer una transferencia de tecnología y que estas las adopten a cambio de regalías al tratarse de la explotación comercial.
“Mi función básicamente está en el aspecto de propiedad intelectual, desde el análisis de novedad de los protocolos de investigación para detectar cuáles tienen mayor potencial para generar una aplicación real de sus resultados”, comentó Fernando Arellano.
Después de hacer un análisis de patentabilidad para determinar si los resultados son susceptibles de protegerse, si cumplen con los criterios de novedad, actividad inventiva y aplicación industrial, entonces pasa a la siguiente fase que trata de hacer la solicitud de patente y el ingreso junto con el jurídico y, posteriormente, se dé el seguimiento adecuado al proceso de protección de acuerdo con los criterios.
“El proceso de investigación generalmente tarda bastantes años en tener resultados aplicables y las primeras investigaciones apenas están generando estos resultados”.
En busca de una transferencia de tecnología en beneficio de la sociedad
A la fecha, el Inmegen tiene aproximadamente cinco solicitudes de patente ingresadas en México, aunque todavía ninguna está otorgada. De acuerdo con Fernando Arellano, el proceso de protección tarda aproximadamente unos cuatro años.
La importancia de proteger los trabajos realizados en el Inmegen se basa en que si el instituto quiere que la investigación realmente retribuya a la sociedad, se espera que haya un beneficio a la población en función de la investigación, el cual es poco tangible si no se protege y se transfieren esas tecnologías a la industria.
De acuerdo con María Guadalupe Cassani Cardoso, directora de Vinculación y Desarrollo Institucional de la OTT, para lograr tener una solicitud de patente es necesario mandar los trabajos a una fase de revisión, se les ayuda a redactar la propuesta para poderlos patentar y después se hace todo un mapa tecnológico de cómo poder hacer una transferencia de tecnología si ese es el caso, o establecer alguna otra estrategia.
“Pretendemos que en los próximos años estas tecnologías, que ya están en proceso de protección, puedan pasar por la etapa de maduración, esto implica hacer validaciones clínicas y técnicas, así como prototipos para entrar en contacto con la industria y llevar a cabo la transferencia de la tecnología”, explicó Fernando Arellano.
Es así como el esfuerzo de la oficina va a estar enfocado en que se logren transferencias y se alcance el objetivo de llegar a comercializar algo generado por la investigación del instituto y que, además, tenga implicaciones positivas en la población a la que se llegue.
De acuerdo con Alejandro Esquivel Fabián, subdirector de la OTT, todas estas aplicaciones y los beneficios económicos que puedan llegar a generar también tiene beneficios para el instituto y para todos los actores involucrados, pues como consecuencia se detona más investigación y se generan nuevas aplicaciones que crean un círculo virtuoso que beneficia el sector de la investigación científica.
Apoyo a instituciones externas
La OTT fue certificada por parte de la Secretaría de Economía y el Conacyt cuando se demostró que este órgano cuenta con los niveles de estandarización, reglamentación y conocimiento necesarios para llevar a cabo el proceso de gestión y transferencia de tecnología con certeza jurídica.
Han pasado seis años desde la creación de la OTT y los involucrados en este órgano consideran que está en una etapa de sensibilización y maduración. “Lo que estamos esperando y buscando es que este número de solicitudes de patente vaya creciendo y eventualmente se otorguen”, comentó Alejandro Esquivel.
La consolidación de estos esfuerzos sería la creación de una aplicación a una transferencia de tecnología, por lo que las solicitudes deben verse como un medio y no como un fin.
Además, la oficina ha apoyado a diversas instancias como el Instituto Nacional de Cardiología, Instituto Nacional de Cancerología, Instituto Nacional de Rehabilitación, entre otros.
La finalidad de este apoyo es magnificar el trabajo de la OTT y evaluar los mecanismos que puedan ampliar la labor de la oficina para hacer colaboraciones.
“Como oficina apoyamos a otras instituciones o investigadores que se acercan a nosotros para analizar un poco el proceso, porque no hay especialistas dentro de los institutos”, comentó Guadalupe Cassani.
La idea es que haya especialistas en cada una de las organizaciones y que se capaciten para que puedan ejercer esta misma labor, en tanto no los haya, los investigadores se acercan a la OTT para poder ubicar sus proyectos en la etapa de madurez adecuada y proteger sus estudios.
“Es más fácil que una empresa esté interesada en una tecnología o procedimiento cuando hay de por medio una solicitud o patente otorgada y más en este sector médico, de salud y biotecnología, porque esta protección les permitirá tener una ventaja frente a sus competidores”, comentó Alejandro Esquivel.
Un modelo de apoyo en reproducción
A finales de 2015, salieron las modificaciones a la Ley de Ciencia y Tecnología que impactaron directamente en el área de propiedad intelectual y transferencia de tecnología, tanto de instituciones de educación superior como de instituciones de investigación.
“Como consecuencia de estas modificaciones, nosotros actualizamos nuestra propia normatividad y solicitamos patentes de los diagnósticos que hacemos”, comentó Guadalupe Cassani.
Para los especialistas, es muy importante que las demás instituciones también puedan tener una estructura con estas características o de mejor mecanismo de acción, ya que es posible que la estructura como tal no se pueda replicar.
Todo esto, explicaron, es en pro de que el conocimiento que se genera dentro del ecosistema de los institutos nacionales de salud tenga un impacto académico, científico, de aplicación, un beneficio para la población y un beneficio económico para todos los actores involucrados.
Actualmente tienen dos proyectos más en términos de propiedad intelectual, “como tal aún no hemos transferido una tecnología, pero sí hemos avanzado en contratos de licenciamiento de tecnología con algunas empresas”, comentó Alejandro Esquivel.
Desde el punto de vista personal, los especialistas coincidieron que pertenecer a un departamento que es único en su tipo a nivel nacional les permite apoyar el conocimiento que se está generando no solo en el Inmegen sino también en otras instituciones hermanas. Asimismo, consideraron necesario que este acervo generado pueda realmente llegar a traspasar la frontera del conocimiento académico hacia algo ya aplicado.
Fuente: CONACYT.
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