A muy temprana edad, Gloria Vilaclara Fatjó descubrió su pasión por el océano. Los veranos junto al mar Mediterráneo, en Bacelona, España, su ciudad natal, parecían breves, con horas fugaces. A décadas de distancia, la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) recuerda cómo fue conjugar sus dos mayores pasiones: el mar y la ciencia.
“Me pasaba todo el día metida en el agua, viendo los organismos con snorkel y lentes especiales. Al mismo tiempo leía sobre cuestiones del océano. Estaba enamorada del océano. Fue a los 11 años tenía claro que quería hacer algo con relación a eso. En un inicio quería ser capitán de barco, pero siendo mujer era un poco difícil”, comentó.
La doctora de la Facultad de Estudios Superiores de Iztacala, en la UNAM comentó en entrevista con Agencia Informativa Conacyt que le gustaban los animales, los organismos, las algas; y a temprana edad tomó la decisión de dedicarse a algo que me permitiera ser oceanógrafa.
“La vida tiene muchas vueltas, y está muy bien tener una pasión temprana, pero a veces las circunstancias van derivando hacia otros lados. Recuerdo muy bien que elegí ciencias porque quería hacer algún tipo de carrera para poder dedicarme a esto. La carrera que elegí fue Biología porque me gustaban mucho todos esos aspectos relacionados con la vida. Tuve maestros que me motivaron mucho para trabajar la cuestión del agua, oceanografía, agua de mar, etcétera”, recordó.
Arribó a México donde continuó sus estudios de doctorado y formó una familia. Más tarde ingresó al Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, de la UNAM, donde dedicó su tiempo al estudio de los recursos acuáticos epicontinentales, que ya presentaban graves problemas en relación a calidad del agua.
Comenzó su trabajo en Iztacala en la recuperación de aguas extremadamente contaminadas por uso doméstico, para posteriormente verterla en el recurso natural.
“Recuerdo que pensé, desde luego, eres una limnóloga, es decir, una experta en aguas continentales, y te ponen a trabajar con aguas negras; pero ese trabajo fue extremadamente enriquecedor porque permitió tener situaciones extremas en estas aguas alteradas por el ser humano, pero que no dejan de ser aguas transformadas por la actividad antropogénica. Después trabajamos lagos, y también un intermedio entre lagos y ríos, las presas”, dijo.
Añadió que México no es un país muy rico en lagos, debido a su ubicación, sin embargo, los pocos lagos existentes se encontraban poco estudiados.
“No se sabía bien cómo funcionaban en un ambiente tropical como el que tenemos y por lo tanto derivamos en estudios de este tipo”, comentó.
El enfoque de una vida
Vilaclara Fatjó cuenta con 25 publicaciones en revistas indexadas, ha dirigido 10 tesis de licenciatura y siete de maestría. Su mensaje para los jóvenes consiste en que vale la pena seguir una pasión.
“Vale la pena. Una actividad científica no te vuelve rico, pero no es ese el enfoque de una vida. En cambio, seguir una pasión sí da muchas satisfacciones. Invito a los jóvenes a identificar qué es lo que los apasiona y aferrarse a ello, trabajar con todas sus fuerzas”, expresó.
Vilaclara Fatjó participó recientemente en el programa “Con C de Ciencia” de El Colegio de Sinaloa, apoyado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Ofreció a jóvenes de la preparatoria Centros de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios (Cetis 107) la cátedra “Retos y oportunidades del recurso natural agua en México, como parte del programa”. Previo a la charla invitó a los jóvenes a descubrir su vocación. Los invitó a responder la pregunta ¿Qué es el éxito? Indicó que se trata de hacer aquello que venga de la mente y les llena el corazón.
“El problema es descubrir qué es lo que les llena el corazón. A mí, la ciencia. Cuando te gusta la temática en la que trabajas, te llena el corazón; y no hay vida mejor aprovechada que la vida que termina lejos de donde estás, en el tiempo, con un corazón lleno. Entonces una vida de éxito es aquella vida que se ayuda a sí mismo, que se disfruta, y que además, en este disfrute, logramos también ayudar a las personas que nos rodean”, dijo.
Fuente: CONACYT.
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