A principios del siglo XIX, la locomotora se presentó al mundo como una promesa de velocidad y progreso. Las ciudades se conectarían por máquinas de acero que cruzarían los campos manteniendo por kilómetros una velocidad que ninguna bestia podría sostener. Nadie se preocupaba por las toneladas de carbón con que era necesario alimentar sus bocas metálicas, la sociedad industrial estaba en pleno auge y el dominio de la naturaleza era visto como una empresa que traería recursos ilimitados a las civilizaciones humanas.
Y es justo esta época la que Susana Herrera Lima, profesora investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), escoge para iniciar su viaje escrito: Del progreso a la armonía. Naturaleza, sociedad y discurso en las Exposiciones Universales (1893–2010). En este libro la investigadora explora cómo la relación entre sociedad y naturaleza se fue transformando durante el periodo conocido como modernidad, que inicia en el siglo XIX.
Para observar las transformaciones en esta relación, Susana Herrera decidió analizar los elementos presentes en las Exposiciones Universales. Estas exposiciones son espacios museográficos en los que los países dominantes exhiben sus avances en ciencia, arte y tecnología.
Al hacer esto, los países indirectamente muestran su visión del mundo, una visión que nace desde las élites y, muchas veces, para las élites. Dentro de esta visión, oculta pero no inexpugnable, se encuentra la concepción que los grupos de poder tienen de la naturaleza, que es lo que Susana Herrera quiso plasmar en su libro.
El progreso
Durante su análisis, Susana Herrera detectó cuatro grandes periodos que se caracterizan por un discurso claro respecto a la relación sociedad-naturaleza: el periodo del progreso, el periodo de entreguerras, el periodo de la emergencia del medioambiente y el periodo de la crisis total y los riesgos globales.
El periodo del progreso comienza en 1851, con la primera Exposición Universal en Londres y termina en 1915. Durante este periodo, la industrialización y el dominio de la naturaleza se presentan como un camino en línea recta hacia el progreso.
Pero para la segunda década de 1900, las crisis económicas y sociales en Estados Unidos y Europa rompen la promesa de progreso al mostrar su otra cara: el desempleo, la urbanización, el abandono del campo y la pobreza extrema. En ese momento, el libre comercio, la ciencia y la tecnología como bases únicas del desarrollo se muestran frágiles y los gobiernos buscan nuevas propuestas para mantener su posición de estados dominantes.
De aquí que entre 1925 y 1939, en el periodo entreguerras, surja un nuevo discurso. Como respuesta a la crisis, se manifiestan los conceptos de producción en masa, la estandarización y la automatización de los procesos productivos. Se dice a la sociedad que la solución vendrá a través de más desarrollo industrial, más desarrollo tecnológico y científico, explica Susana Herrera.
Aunque se sigue utilizando el concepto de progreso, el discurso del dominio de la naturaleza se cambia por el de la transformación de la naturaleza por lo que la autora llama “una naturaleza sintética”. Se aprecia lo natural como proveedor de materias primas que darán lugar a productos mejorados: artificiales o sintéticos.
La naturaleza y la armonía
Las consecuencias de esta nueva cultura de masas y de consumo comenzaron a mostrarse después de la Segunda Guerra Mundial. Las primeras evidencias de deterioro en los espacios naturales traen la emergencia del medioambiente, de 1958 a 1990. En este periodo, las Exposiciones Universales ponen la ciencia al servicio de la industria y buscan su aplicación en todos los ámbitos, incluido el doméstico. Los dispositivos que traen comodidades al hogar y el estilo de vida estadounidense (The American way of life) se consolidan, comenta Susana Herrera. Pero también comienzan a tocarse temas como la contaminación del aire, del suelo y del agua.
En este periodo se celebra el primer Día de la Tierra en los Estados Unidos. A escala mundial nacen diferentes organizaciones ecologistas, como Greenpeace. Y se celebra la Primera Cumbre Mundial de la Tierra.
“Aun así, es hasta los años noventa cuando se vuelve evidente que el problema está precisamente en la forma en que nos hemos relacionado con la naturaleza, en la promoción de un tipo de tecnologías que se basan en la explotación ilimitada de los recursos”.
Es en el último periodo, de 1992 a 2010, que Susana Herrera denomina crisis total y riesgos globales, cuando gobiernos, empresas e instituciones ya no pueden voltear la cara o negar los problemas que el modelo de producción ha generado. En las Exposiciones Universales, de este periodo se apuesta por la sostenibilidad y se le asocia el concepto de armonía. El concepto de progreso cae en desuso y las crisis ambientales y económicas se mencionan pero solo para concluir que es posible encontrar el equilibrio entre el desarrollo económico y el cuidado del medioambiente, de nuevo con la ayuda de la ciencia y la tecnología.
Las corporaciones adoptan el discurso ambientalista
Susana Herrera no deja de recordar que el discurso de las Exposiciones Universales es un discurso hegemónico que representa a una élite. En ellas se puede ver cómo ciertos países comienzan a volverse dominantes o a perder el poder. También se observa cómo, a partir de 2000, las grandes corporaciones toman un papel primordial en la puesta en escena, y al ya no poder evadir la problemática ecológica absorben el discurso ambientalista y lo reconfiguran.
“De allí surgen discursos como el de la responsabilidad social o el de las ecotecnologías, que yo llamo ecodiscursos, y que se refieren a una supuesta alianza entre ciencia, tecnología y ser amigable con el medio ambiente, entre comillas. Las empresas presentan un discurso en el que parecería que sus acciones están encaminadas a resolver la crisis ambiental, pero que en realidad responde a los intereses de orden económico”.
La investigadora encuentra un claro ejemplo en el caso de la General Motors Company, uno de los participantes más importantes en la Exposición Universal de 1939 en Nueva York. En la exposición se presentó al automóvil como el elemento central en el diseño de las grandes ciudades americanas, se comenzó a hablar de las grandes autopistas, de las highways, de las freeways y de las ciudades con sus grandes zonas industriales. Pero hoy en día, que el automóvil es el gran contaminador, el discurso del diseño urbano se remodela, y la General Motors se presenta en la Exposición Universal de Shanghái, en 2010, enarbolando una nueva solución: el automóvil del futuro, que es eléctrico y que no contamina.
Libro electrónico
El libro Del progreso a la armonía. Naturaleza, sociedad y discurso en las Exposiciones Universales (1893–2010) surge de la tesis de doctorado de Susana Herrera, y uno de sus objetivos era hacerlo abierto y accesible a la mayor cantidad de gente posible.
Gracias al apoyo de la universidad y de la oficina de publicaciones del ITESO, el libro está disponible para su descarga gratuita en Internet y se ha desarrollado un sitio web con gráficos, ilustraciones, fotografías y una línea del tiempo interactiva para realizar un recorrido histórico por las Exposiciones Universales, detalla la investigadora, quien además espera que durante 2018 esté lista una versión impresa del libro.
Fuente: CONACYT.
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