Especialistas del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara) han desarrollado una serie de proyectos basados en sensores inalámbricos que miden temperatura y humedad en suelo de los árboles del campus y zona metropolitana de Guadalajara, así como la construcción de espacios multiusos a base de botellas de PET (tereftalato de polietileno) en un centro comunitario de Jalisco. Los trabajos se derivan de los Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) que encabeza el ITESO y buscan medir la calidad del aire.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Luis Eduardo Pérez Bernal, investigador perteneciente al Departamento de Electrónica, Sistemas e Informática, y Raúl Díaz Padilla, del Departamento de Hábitat y Desarrollo Urbano, líderes de cada proyecto, respectivamente, comentaron la importancia de estas iniciativas para la integración de la sociedad y de las entidades gubernamentales en los temas ambientales y de sustentabilidad, que conlleven a una mayor concienciación y mejor toma de decisiones.
Sensores y laboratorios al aire libre
El proyecto de Aplicación Profesional Vida digital derivó en la instalación de una red de sensores inalámbricos, que miden temperatura y humedad de los árboles del ITESO y del Bosque de la Primavera en la zona metropolitana de Guadalajara.
El objetivo es generar una fuente de datos que sirva como herramienta para la toma de decisiones en materia de políticas públicas que involucren el cuidado de los ecosistemas.
La idea de este proyecto se inspira en el tema ambiental y de sustentabilidad y se contextualiza en las ciudades inteligentes, así como en los llamados Living Labs, donde el ITESO es reconocido formalmente por el gobierno de Jalisco como un Living Lab estatal.
“¿Qué significa un Living Lab? Que puedes hacer pruebas de conceptos, de lo que tú crees y en este caso creemos que una red formada inalámbricamente por sensores y complementado con el internet de las cosas hace que podamos recolectar toda esa información, presentarla y dársela a quien pueda ser de utilidad, como es en este caso el tema de sustentabilidad para la misma universidad”, comentó Luis Eduardo Pérez.
A través de la implementación de esta tecnología no solo se puede medir la temperatura y humedad, también variables como ozono, dióxido de carbono (CO2), oxígeno y otras partículas suspendidas en el aire, por lo que también puede medirse la calidad del aire de la zona.
La importancia de la humedad del suelo en el crecimiento de las plantas y árboles tiene un papel importante en la realización de la fotosíntesis. Cuando no hay suficiente humedad hay limitación en este procedimiento y el árbol no puede absorber dióxido de carbono, el cual es necesario para mantener activo el curso.
De acuerdo con el especialista, a través de esas mediciones el equipo encargado de la infraestructura de la universidad y de los árboles identifica si los ejemplares están en buenas condiciones y así tomar las medidas necesarias para abordar la problemática específica que se presente.
“Además, en la universidad tenemos una planta de tratamiento de agua que se reutiliza para el riego de los árboles, y ahí también contamos con sensores que permiten medir la calidad del agua”, explicó.
Se busca la expansión de este trabajo a otras áreas, donde especialistas en el área ambiental y de química se han dado a la tarea de utilizar técnicas y herramientas para regenerar el suelo y hacer que, por ende, haya una regeneración de plantas en las zonas estudiadas.
Botellas PET para construcciones sustentables
Por otro lado, “Regeneración Social del Espacio Público” es un proyecto que proviene también del programa de Proyectos de Aplicación Profesional que tiene el ITESO y desde el cual se acompaña, en colaboración con el Voluntariado Estamos Contigo A. C., al Centro Comunitario del Sagrado Corazón de Jesús.
Dicho centro comunitario está localizado en la Mesa de los Ocotes, una colonia informal de asentamiento irregular de los años setenta.
Raúl Díaz Padilla, doctor en urbanismo e investigador del Departamento de Hábitat y Desarrollo Urbano, encabeza este proyecto que tiene como objetivo fortalecer la organización social de los habitantes a través de la participación en el desarrollo de proyectos de intervención espacial y la autogestión de sus propios espacios con la construcción de edificaciones a base de tierra vertida y botellas de PET.
El trabajo de autoconstrucción lleva cuatro años de vigencia y con esta técnica se han logrado levantar cinco espacios de uso múltiple con cuatro edificaciones más en puerta.
Para llevar a cabo el llenado de botellas usadas para la construcción se utiliza un método llamado “tierra vertida”, el cual fue desarrollado por Humberto Macías Hernández, cuando cursaba la maestría en ciudad y espacio público sustentable, lo que hace más eficiente el tiempo de construcción.
“El proceso consiste en mezclar arena, agua y cal y con esos elementos se logra hacer una especie de cemento con el que rellenamos el plástico. Esa fórmula nos permite que las botellas tengan una dureza suficiente para ser utilizada como material para la construcción”, explicó Raúl Díaz.
Como la intención de este proyecto es fortalecer las capacidades autogestivas de las comunidades, el proceso de construcción se ha llevado a cabo mediante estrategias de inversión hechas por la misma comunidad y con la ayuda de instituciones como la Fundación Jesús Montemayor.
A través de un programa de recolección de botellas de PET que tiene la universidad, se obtiene el material para la construcción, actualmente se están mejorando las técnicas que involucran el proceso y están pendientes nueve espacios más a corto plazo.
Para los investigadores, estos proyectos representan un esfuerzo importante hacia las comunidades, pues fortalecen la participación ciudadana y de las instituciones gubernamentales para la correcta toma de decisiones en temas de política ambiental y de sustentabilidad.
Fuente: CONACYT.
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