Un grupo de investigadores mexicanos, encabezado por la doctora Martha Franco Guevara, adscrita al Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, identificó a través de un modelo animal un mecanismo que ayudará a prevenir la progresión del daño renal ocasionado principalmente por hipertensión.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, la doctora que forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel III, explicó que la investigación fue centrada en el riñón porque aun cuando se controlan los factores que ocasionan el daño, una vez que el órgano está afectado, su proceso degenerativo es irreversible y progresivo.
De acuerdo con el estudio “Epidemiología de la insuficiencia renal crónica en México”, cada año se suman 40 mil nuevos casos y la tasa de crecimiento para este padecimiento, que en muchos casos deriva del mal tratamiento de otras enfermedades crónico degenerativas (como hipertensión y diabetes), es de 11 por ciento anual.
“Una vez que se daña el riñón, aunque se cure la enfermedad que ocasiona el daño, es decir, aunque se controle la presión arterial o la diabetes, el daño sigue avanzando y llega a producir fibrosis e insuficiencia renal crónica, lo que significa que deja de funcionar, y es por esto que decidimos estudiarlo”.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Qué están haciendo para entender la progresión del daño y sobre todo para encontrar la forma de prevenirlo?
Martha Franco Guevara (MFG): En mi laboratorio estamos estudiando diversas sustancias, de las cuales tenemos conocimiento a través de la literatura científica, que pudieran servir para evitar se siga dañando el riñón una vez que inició ese proceso de lesión, e incluso que se detenga.
Este proyecto, que ha sido financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) a través del Fondo Sectorial de Ciencias Básicas, es novedoso no por el estudio de las sustancias en sí, sino por la investigación en torno a los receptores del trifosfato de adenosina (ATP, por sus siglas en inglés), la molécula de energía con la cual funcionan todas las células, ya que hasta ahora no se conocía la existencia de receptores renales que se alteran en varias enfermedades, entre ellas la hipertensión arterial.
De este trabajo, incluso se han derivado dos artículos científicos considerados por la propia comunidad como novedosos. En ellos se observan importantes hallazgos como la modificación de la función del riñón en forma aguda a partir del bloqueo de los receptores nocivos (P2X1 y P2X7) y avanzamos en la hipótesis de que la normalización de la función renal también pueda ocurrir en forma crónica.
AIC: ¿Cómo se llegó a esas conclusiones?
MFG: Desde hace varios años estudio la hipertensión inducida por angiotensina II en modelos murinos (ratas), ya que la función de su riñón es muy parecida a la de los humanos. A partir de ese trabajo, indujimos hipertensión a las ratas y les produjimos daño renal.
Para inducir la hipertensión, elegí la angiotensina porque es un vasoconstrictor muy potente y además porque previamente ya se había demostrado que las concentraciones de ATP se elevan en el riñón, de este tipo de hipertensión, además hay un número mayor de receptores para esa sustancia en el riñón hipertenso.
Ya que contamos con las ratas hipertensas, conseguimos los antagonistas de los receptores P2X1, P2X7 (vasoconstrictores) y un vasodilatador como el P2X4. Algunas de estas sustancias ya se han probado en modelos animales y en la literatura científica, por lo que ya se conoce la dosis que se debe utilizar; sin embargo, cuando no es así, se tienen que realizar estudios de dosis respuesta.
Tras los primeros 15 días de inducir la hipertensión, efectuamos estudios de hemodinámica glomerular, que básicamente consisten en la medición de la función renal a nivel de nefronas individuales; además de medir la filtración por nefrona, las presiones en el glomérulo, con ello se calculan las resistencias renales, el flujo sanguíneo y el coeficiente de filtración.
El modelo utilizado se caracteriza por tener la filtración y el flujo sanguíneo renal bajos, con resistencias renales elevadas. La progresión de estas alteraciones se detiene con los antagonistas de los receptores mencionados.
Para este trabajo se crearon varios grupos de ratas (entre siete y nueve ratas por grupo), uno para cada antagonista, y después se compararon las mediciones para determinar en cuáles había mejoría, si es que esto ocurría. Fue así como realizamos el hallazgo de que los antagonistas funcionan muy bien, que se recupera totalmente la función renal; es como si se le quitara el efecto a la angiotensina II.
Como parte de este trabajo, con ayuda de otros colaboradores, estamos observando esos receptores a través de una técnica denominada inmunofluorescencia, mediante la cual se marca el receptor con un anticuerpo fluorescente para que se vea a través del microscopio y con base en este trabajo identificamos que en las ratas con hipertensión existe una sobreexpresión de esos receptores.
Ello implica que la función del riñón de la rata hipertensa esté disminuida, porque su riñón está expuesto a vasoconstrictores.
AIC: ¿Cuál es la relevancia de los hallazgos realizados? ¿Qué es lo que implican esos resultados?
MFG: Primero que nada me gustaría decir que estos trabajos son novedosos porque no se había asociado que los receptores del ATP en el riñón hipertenso fueran nocivos. Y segundo, porque el modelo animal que hemos aplicado sienta las bases para que compañías farmacéuticas comiencen el desarrollo de sustancias —medicamentos— que prevengan la progresión del daño renal y, posteriormente, esas mismas sustancias puedan ser utilizadas en investigación clínica, es decir, sean administradas a pacientes con alteraciones renales.
Lo importante al tratar a pacientes con daño en el riñón es evitar que lleguen a la diálisis y ese sería el impacto de nuestro trabajo a largo plazo. No obstante, nuestro grupo de investigación estudia actualmente la función de los mismos receptores pero en las células inflamatorias.
Me explico, cuando una persona tiene hipertensión y la enfermedad comienza a afectar el riñón, la presión provoca la ruptura de unos vasos intrarrenales muy pequeños, lo que ocasiona salida de plasma, lo cual, a su vez, lleva a una acumulación de células inflamatorias en las zonas afectadas del riñón.
Este aspecto es importante porque si evitamos la inflamación del órgano, se puede evitar el daño al riñón. Es ahí donde estudiaremos el efecto de nuestros antagonistas para que el riñón no se siga dañando y lo primero que haremos es determinar exactamente en qué células inflamatorias están presentes dichos receptores.
AIC: ¿Cómo identificarán las células donde se encuentran presentes los receptores?
MFG: Hoy en día ya existen anticuerpos en los que se pueden ver cuáles son las células inflamatorias, glóbulos blancos, linfocitos y macrófagos. A partir de ello, lo que haremos será definir un grupo de ratas con hipertensión, un segundo grupo al que se le suministre un antagonista de manera crónica (15 días), y se evaluará a través de marcadores fluorescentes, qué ha pasado con las células inflamatorias mediante el marcaje de los receptores para determinar qué tipo de célula es y después se investigará qué tipo de receptor se encuentra en las células. En forma paralela, se evaluará la función del riñón y el daño renal.
Fuente: CONACYT.
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