El 7o Festival Matemático de la Ciudad de México (CDMX) concluyó con éxito este domingo 4 de marzo en el Bosque de Chapultepec. El evento, organizado por el Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tuvo como objetivo acercar a personas de todas las edades las matemáticas a través de retos, juegos y acertijos.
En el festival, más que toparse con clases de matemáticas, números o ecuaciones, los visitantes encontraron desafíos que los hicieron pensar como matemáticos. Las actividades estuvieron planeadas para brindar un primer acercamiento, una probadita, a la disciplina.
«Al ser humano siempre le han gustado los retos y las cosas que lo pongan a pensar. Lo que pasa es que tenemos este prejuicio de que las matemáticas no nos gustan, de que son complicadas, y lo que queremos aquí es mostrar que son otra cosa», explicó Paloma Zubieta López, coordinadora del festival y encargada de Comunicación de la Ciencia en el Instituto de Matemáticas.
Así que lo que menos se vio en el Festival Matemático fueron los números. Cubos de colores, esferas, burbujas y espejos nutrieron las actividades que pusieron a buscar soluciones alternativas a problemas que parecían irresolubles.
Matemáticas del siglo XX
Además de acabar con el temor que inspiran las matemáticas, el festival logró presentar a las matemáticas vivas, a la disciplina del siglo XX que sigue evolucionando y siendo un tema de investigación para los científicos mexicanos, pues “las matemáticas no se quedaron en dos más dos son cuatro”, explicó Paloma Zubieta.
Dos conceptos matemáticos modernos que se presentaron fueron los nudos matemáticos y la probabilidad.
Los nudos matemáticos fue la primera actividad con que los visitantes se toparon al entrar al Bosque de Chapultepec. En ella, se colocó a los visitantes una especie de esposas elásticas en las muñecas; en el centro de la liga de hule que unía las muñecas del recién esposado: un nudo. El reto fue deshacer el nudo sin sacarse la liga de las muñecas. Con esto se simulaba un nudo matemático.
Los nudos matemáticos no tienen extremos, como las galletas pretzel, algo así no puede deshacerse sin romperse. Y aunque no tengan un referente en nuestra vida cotidiana, los matemáticos los pueden utilizar para resolver incógnitas del mundo microscópico. Por ejemplo, cómo se acomoda una hebra de ADN cuando interactúa con las moléculas que la rodean, explica Marino Vargas, estudiante de matemáticas aplicadas y computación en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán (FES Acatlán), quien ha participado en el festival desde su primera edición.
El festival no pretendía presentar las matemáticas como una actividad utilitaria, ni buscaba pregonar que era útil en la vida diaria, así que durante las actividades no se mencionaron las aplicaciones de la disciplina. Esto permitió que los visitantes echaran a volar la imaginación con conceptos que no tienen una aplicación directa a la técnica.
Así, Marino Vargas pudo terminar la actividad de los nudos diciendo que el reto sería más fácil de resolver si los humanos pudieran moverse en la cuarta dimensión, y sin más explicaciones dejar que los visitantes echaran a volar la imaginación.
La probabilidad
Los juegos de azar no faltaron. La probabilidad es una creación de las matemáticas del siglo XX y niños y adultos no pueden resistirse a lanzar los dados y arriesgarse a ganar o a perder en el festival.
Sin atiborrar a los asistentes de información, los voluntarios guiaron a los visitantes a descubrir por qué es mejor apostarle al siete cuando tiras un par de dados, que apostarle a cualquier otro número. Los afortunados que escogieron el siete ganaron la mayoría de las veces.
Imaginación para los problemas diarios
Aunque algunos niños y adolescentes que llegaron al Festival Matemático comenzaron escépticos, poco a poco se enfrascaron en los acertijos y descartaron rendirse como una opción. Este sentimiento es uno de los que más se esperaba transmitir, explicó Paloma Zubieta.
“Los matemáticos son apasionados de lo que hacen y a veces parece que parte de su trabajo es un juego para ellos, pues los reta. Es algo que les gusta, que se empeñan por resolver. Una vez que un matemático resuelve un problema, ya le aburre, así que pasa a otro”.
La coordinadora del evento y los voluntarios de las actividades coincidieron en que el primer intento de los visitantes por resolver los retos casi siempre fue utilizar la fuerza, pero poco a poco, al notar que no era posible resolver los retos de esa manera, buscaban soluciones alternativas y era en ese momento en el que comenzaban a pensar como matemáticos.
Para Paloma Zubieta, las matemáticas son producto de la imaginación humana. Podría decirse que no se quedan quietas, y ya sea que el humano las crea o las descubra se cuelan en su vida cuando utiliza el razonamiento lógico, cuando necesita ubicarse, cuando construye o cuando reconoce patrones, elementos que estuvieron presentes en las actividades.
Más que una serie de clases, el festival fue una fiesta para la mente y de paso un buen antídoto para terminar con las pesadillas y el miedo a las matemáticas.
Fuente: CONACYT.
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