En nuestro país, la matrícula femenina en el área de la ingeniería aún es significativamente menor que la masculina. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de cada diez ingenieros, dos son mujeres; además que las áreas con último lugar en ocupación femenina son las relacionadas con mecánica, electrónica y mecatrónica.
Esta situación impulsó a la Academia de Ingeniería de México (AIM), en conjunto con la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a desarrollar la iniciativa NIÑASTEM PUEDEN: Red de Mentoras OCDE-México. El trabajo en conjunto ha servido para desarrollar acciones que inciten el interés de las jóvenes de secundaria.
“Lo que hemos hecho es acercarnos a las escuelas, sobre todo a las secundarias técnicas, identificar a las jóvenes que ya traen esa vocación y que están empezando a atreverse a ejercer ese liderazgo, a decir sí puedo, a no tener miedo. Queremos que los estereotipos tradicionales de que las carreras STEM solamente son para varones se comiencen a superar”, comentó la directora ejecutiva de la AIM, Patricia Zúñiga, en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
El proyecto respalda y acompaña a las jóvenes interesadas en las áreas STEM —por las siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas— en actividades que tradicionalmente han sido atribuidas como exclusivas de los hombres.
Las mentoras, apoyadas en actividades y materiales gráficos, introducen a las jóvenes fuera del aula, exponiendo de manera directa el quehacer de científicas e ingenieras. Con lo anterior, pretenden inspirar en las jóvenes estas otras opciones viables para su futuro.
La física Patricia Zúñiga resaltó que a nivel nacional, la matrícula promedio de todas las carreras de ingeniería es aproximadamente de 35 por ciento mujeres y 65 por ciento hombres. Dichos porcentajes se preservan para la titulación, pero son más bajos en el caso de las mujeres en empleabilidad.
La AIM es una institución que resguarda bajo un estricto proceso de selección a los más connotados ingenieros e ingenieras que han contribuido al desarrollo, tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, las ingenieras representan un poco más de tres por ciento de su membresía, lo cual ha motivado el interés de su Consejo Directivo por incentivar en las niñas y en las jóvenes la vocación por las ingenierías.
“Hay algunas carreras ingenieriles que tienen una población femenina importante, como la ingeniería de procesos. Pero en la ingenierías tradicionales y emergentes, como la civil o la mecatrónica, sigue siendo el porcentaje de mujeres muy bajo tanto en la matrícula como en la titulación”.
Futuro positivo
En México, se ha iniciado la reflexión acerca de la desigualdad de género como problemática existente en las áreas STEM y en otras carreras críticas para la construcción de una sociedad del conocimiento. La AIM, al motivar vocaciones, reforzar tendencias y acompañar a las jóvenes para estudiar una carrera en ingeniería, suma esfuerzos con la SEP y la OCDE ante la perspectiva de la igualdad de oportunidades.
“Las mujeres representamos un conocimiento igual de valioso que el de los varones, pero no hemos sido debidamente consideradas, igualmente reconocidas ni remuneradas”, indicó Patricia Zúñiga, quien se muestra optimista al cambio a través de los esfuerzos.
Asimismo, señaló la experta que los retos a enfrentar son la resistencia social al cambio, ya que la igualdad de género es un cambio social y generacional. Por tal razón, recalcó prioritario promover el reconocimiento de las estudiantes y tratar de infundirles seguridad.
“El mensaje principal que queremos transmitir a las niñas y las jóvenes con vocación STEM es: Sí puedes”.
En la Academia de Ingeniería
Patricia Zúñiga es física egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), su especialidad en procesamiento industrial por radiación le ha permitido colaborar y convivir la mayor parte de su vida laboral con ingenieros e ingenieras y tener un panorama amplio del quehacer y retos a los que se enfrentan las mujeres en las áreas científicas y tecnológicas.
Antes de ser la directora ejecutiva de la AIM, fue coordinadora general de la Fundación Incide, dedicada a promover la innovación con base en el conocimiento en el sector empresarial; se desempeñó como secretaria técnica del Foro Consultivo Científico y Tecnológico y como directora de Fomento y Desarrollo Científico en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Entre las mujeres que la inspiraron a estudiar ciencia y desarrollarse profesionalmente, están su profesora de secundaria que impartía la materia de física y una investigadora del Instituto de Física de la UNAM. Sin embargo, comenta que desde los cinco años tuvo el interés por estudiar ciencias.
“No recuerdo haber tenido un interés distinto a la física en mi vida. Cuando yo era muy pequeña, quería ser astrónoma porque me gustaban las estrellas y nunca cambié de opinión. Solo que cuando estaba en la preparatoria me enteré que para poder estudiar astronomía tenía que estudiar física, porque la astronomía era una especialización de la física, así que lo natural era estudiar física”.
Durante su formación en la Facultad de Ciencias de la UNAM, descubrió el abanico de posibilidades que se abrían a través de la física, por lo que se enfocó primeramente en la física médica. Trabajó en el Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional Siglo XXI, en donde realizó su tesis de licenciatura. La experiencia le permitió trabajar en el Instituto Nacional de Energía Nuclear en seguridad radiológica en el área médica y posteriormente en la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias, en la que se encargó del área de licenciamiento de instalaciones radiológicas.
Posteriormente, laboró en el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares y en el Organismo Internacional de Energía Atómica con sede en Viena, Austria, en actividades de procesamiento industrial por radiación. Al igual que otras mujeres en el área científica, la experta ha enfrentado obstáculos, por lo que le motiva incidir en las jóvenes para fomentar su vocación y respaldar su seguridad al elegir una carrera en ingeniería o en las ciencias.
“Las mujeres llegamos día a día a demostrar que estamos en un lugar de trabajo porque sí podemos, porque sí nos lo ganamos por nuestros propios méritos. Cada acción, cada decisión, cada peldaño es con ese objetivo. No he encontrado a mujeres matemáticas, físicas, ingenieras o de otras profesiones que sean muy distintas. El compromiso es superarnos a nosotras mismas, demostrar que estoy aquí porque lo sé hacer, porque lo puedo hacer y porque lo estoy haciendo. Las mujeres estamos acostumbradas a luchar, a demostrar que sí se puede y eso es lo que quiero compartir con las niñas y jóvenes con vocación STEM”, concluyó.
Fuente: CONACYT.
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