Fomentar el trabajo colaborativo a nivel latinoamericano en la investigación y desarrollo tecnológico aeroespacial, así como impulsar proyectos aprovechando los potenciales que tiene México en el sector, son los propósitos del doctor José Alberto Ramírez Aguilar, investigador de la Unidad de Alta Tecnología (UAT) de la Facultad de Ingeniería, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), campus Juriquilla, tras asumir la vicepresidencia del Grupo Regional de América Latina y el Caribe (Grulac) de la Federación Internacional de Astronáutica (IAF, por sus siglas en inglés).
Ramírez Aguilar detalló que los grupos regionales de la IAF se integran en Asia y el Pacífico, África, América Latina y el Caribe, y tienen la misión de abrir espacios para el intercambio de información y cooperación en cuestiones aeroespaciales, al tiempo de puntualizar que, en el caso de México, se busca proyectar el potencial que se tiene en cuestión de infraestructura y el desarrollo tecnológico en el área.
“La presidencia del Grulac quedó a cargo del primer cosmonauta ecuatoriano Ronnie Nader; la idea que tenemos es fomentar la colaboración entre los países que integran el grupo regional. El éxito de las agencias espaciales europeas ha sido precisamente eso, alianzas; lo mismo pasa con los asiáticos, que ya han llegado a la Estación Espacial Internacional. Debemos promover también el trabajo con las empresas e instituciones educativas de los países miembros. Ya se han tenido acercamientos con países como Guatemala, Costa Rica y Ecuador para iniciar la producción de artículos relacionados con el área espacial para presentarlos en el Congreso Internacional de Astronáutica 2018 (IAC, por sus siglas en inglés) en Bremen, Alemania. Además, estamos analizando las potencialidades de cada país para el impulso de proyectos en el área de nano y microsatélites científicos”.
Resaltó que, en el caso de México, los potenciales que se tienen en el desarrollo aeroespacial ya son reconocidos en el extranjero, como la precertificación de sistemas de nano y microsatélites que involucran pruebas de vibración, térmicas, compatibilidad electromagnética, propulsión, seguimiento, telemetría y comando de satélites en órbitas bajas entre los 400 y los mil kilómetros de altura, así como pruebas de termovacío.
“Además, contamos con experiencia respecto a lanzamiento de subsistemas electrónicos a la estratósfera, cuyos prototipos están proyectados para formar parte de los satélites que se desarrollan en la UAT Juriquilla. Para llevar a cabo estos vuelos estratosféricos de prueba, en 2013 se colaboró de forma exitosa con la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) y en 2015 con una compañía privada de la región y la Red de Ciencia y Tecnología Espaciales (Redcyte) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), para probar subsistemas de lo que será un nanosatélite tipo TubeSat”.
Respecto a la infraestructura que tiene la UNAM y que fortalece las capacidades del país en cuestión aeroespacial, Ramírez Aguilar resaltó el Laboratorio Nacional de Ingeniería Espacial y Automotriz (LNIEA) que se encuentra en la UAT, donde se están desarrollando líneas de investigación sobre sistemas de radiofrecuencia, antenas para satélites y desarrollo de nano y microsatélites.
“Con apoyo de los investigadores y tecnólogos, así como con los estudiantes de licenciatura y posgrado, estamos trabajando en reforzar las capacidades de nuestros satélites en sistemas clave, como son las comunicaciones y computadoras de vuelo (OBC, por sus siglas en inglés), que son el cerebro en una misión espacial”.
El investigador de la UNAM subrayó que el hecho de que México sea considerado para asumir estas responsabilidades a nivel internacional fortalece la importancia y la oportunidad de involucrarse cada vez más en el sector aeroespacial.
“La UNAM es pionera en desarrollo de tecnología espacial, por ejemplo, en 1996 se puso en órbita el primer microsatélite desarrollado por ingenieros y estudiantes mexicanos. El satélite llevaba por nombre UNAMSAT-B. Hoy en día se sigue trabajando en distintos proyectos satelitales como Cóndor, Quetzal y nanosatélites tipo TubeSat. El futuro está en el espacio y no podemos quedarnos fuera; el desarrollo tecnológico aeroespacial es muy importante en temas como seguridad nacional, el cambio climático, o incluso los sismos, donde ya se usan satélites para el monitoreo del movimiento en placas tectónicas o la penetración con radares, para observar movimientos de manera oportuna y así poder alertar a tiempo a la población”.
Fuente: CONACYT.
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