BITÁCORA

Un cultivo de microalgas para limpiar el aire

La respiración es un proceso esencial para vivir; al hacerlo se expulsa dióxido de carbono (CO2), un compuesto que en lugares amplios es fácilmente absorbido por plantas, pero en espacios cerrados y con alta concentración de personas es difícil contar con la vegetación adecuada para este fin, aunque ahora la solución se puede encontrar en un puñado de microalgas marinas.

Con el fin de disminuir la presencia de este gas compuesto en ambientes cerrados, un grupo multidisciplinario de estudiantes de la Universidad de Guadalajara (UdeG) trabaja en el desarrollo de un prototipo de filtro compacto y económico para que realice la tarea de purificar el entorno y así evitar posibles riesgos a la salud por estar en contacto con dióxido de carbono.

La problemática que buscaban solucionar se encontraba presente en una de las escuelas donde estudian los miembros de este proyecto, denominado Green Boat. Como parte de su investigación, estos estudiantes analizaron la presencia de dióxido de carbono en la biblioteca del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI).

Los resultados arrojaron concentraciones promedio de tres mil 800 partículas por millón durante la hora pico (14:00 a 16:00), explica Aldo Galindo, uno de los integrantes del proyecto y estudiante de la ingeniería en comunicaciones y electrónica. Durante ese periodo, añade, se registraba la presencia de alrededor de 250 o 300 personas dentro de la biblioteca que fue monitoreada.

El prototipo que busca elaborar Green Boat será un contenedor que se instalará en los ductos de ventilación de los edificios, dentro contendrá un cultivo de microalgas marinas que serán las encargadas de absorber el dióxido de carbono que es emanado por la multitud y, como parte del proceso biológico, expulsarán oxígeno para la respiración de los seres vivos en el lugar.

“Usamos el ciclo de Calvin: absorción de dióxido de carbono, emisión de oxígeno. Lo que queremos hacer es bajar las emisiones de dióxido de carbono y que el aire sea parecido al que tendría que ser el óptimo”, explica Tairi Armando Covarrubias, estudiante de la ingeniería en biotecnología de alimentos y miembro de Green Boat.

El dispositivo contará con un sistema automatizado que se encargará de controlar las condiciones que requieran los microorganismos para que se mantenga su calidad de vida y su utilidad dentro del filtro.

La idea surgió como parte de un reto planteado durante Campus Party 2017, celebrado el año pasado en Guadalajara. Durante esa feria de innovación se lanzó un desafío, en el que el equipo de Tairi participó con la idea de convertir el dióxido de carbono presente en Marte en oxígeno; sin embargo, decidieron evolucionar el proyecto.

Actualmente Green Boat se encuentra en busca de financiamiento para la elaboración de un prototipo funcional del filtro y que este sea utilizado en situaciones reales para comprobar su eficacia. También existe diálogo con otras instituciones de la UdeG para el préstamo de laboratorios e instalaciones para la experimentación con el dispositivo.

Los integrantes del colectivo señalan que el equipo podría utilizarse en instituciones educativas o laborales para garantizar un aire más puro a los empleados.

Una pequeñísima área verde

Además de que este filtro será un dispositivo económico y de mantenimiento accesible, los miembros de Green Boat detallan que la cantidad de microorganismos que contendrá emulan la cantidad de aire purificado por otras especies de plantas, como los árboles, lo que le da la ventaja de ser de dimensiones limitadas y de fácil colocación.

“Este dispositivo sirve para personas que están en lugares cerrados como hospitales, o lugares con mucha aglomeración, y que no bajen sus niveles de oxígeno, simplemente se va a mantener estable independientemente si hay una, dos o 200 personas, dependiendo del tamaño del prototipo”, señala a su vez Mario Alberto García, académico de CUCEI y docente asesor de este proyecto.

Otra característica que destacan es que el mantenimiento de este filtro es más fácil en comparación con una hectárea de árboles, que es la dimensión que purifica la misma cantidad de aire que hace el filtro diseñado. Tairi agrega que se busca con el dispositivo cubrir una problemática y que deje un beneficio a la sociedad.

Además de Tairi, Aldo y Mario, el colectivo lo integran también Norma Janet Escobar y Mariana Vanessa Orozco, de los centros universitarios de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) y de la Ciénega (CUCiénega), respectivamente, así como Carlos Fernando Romero y Karla Josefina González, ambos de CUCEI.

Fuente: CONACYT.

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