De inmediato, su acento hace pensar en el sur del continente. Y efectivamente, Diana Espino Tapia es originaria de Lima, Perú, pero radicada en México e impregnada de su cultura, sus valores, sus tradiciones y sus múltiples líneas de investigación. No por nada un día tuvo la oportunidad de venir al país y la tomó, pero no pensó que se convertiría en su nueva casa.
Es licenciada en derecho por la Universidad de San Marcos en Perú, maestra en derecho constitucional por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), así como doctora en la materia por la misma institución académica. Actualmente es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), directora de Posgrados en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Regiomontana (U-ERRE) e investigadora del Centro de Estudios Interculturales del Noreste (CEIN).
“Cuando empecé la carrera, no me gustaba. Fue hasta que conocí la parte del derecho donde se investiga, en la que se utiliza una metodología para la investigación. Cuando descubrí eso, supe que era lo mío, porque el litigio no me gustaba”.
Pero el interés por la ciencia no esperó hasta la licenciatura para despertar el interés de Diana Espino, ya que desde la primaria tuvo contactos cercanos con las diferentes disciplinas científicas.
“Mi colegio era uno chino, así que tenían las ciencias naturales muy desarrolladas y había muchos laboratorios. Como siempre fui muy curiosa, siempre estaba involucrada en las ferias de ciencia. Incluso recuerdo que en secundaria ganamos un concurso por desarrollar un destilado con maracuyá, realizando todo el proceso correspondiente”.
Si bien la física, la química y otras ciencias naturales y exactas le llamaban la atención, las ciencias sociales han sido siempre su enfoque y predilección. Ante eso, su primera opción para cursar la licenciatura fue la sociología, pero el camino tomó otro sendero.
“Me gustaba porque en mi escuela siempre nos llevaban a hacer trabajo a comunidades, entonces tenía mucha facilidad para acercarme a las personas e interesarme por sus problemas. Por eso mi primera opción era estudiar sociología, pero por cuestiones familiares y económicas, opté por derecho”.
Un camino derecho a la investigación… y a México
“Al principio me enfoqué en la filosofía del derecho, porque siempre me ha interesado conocer las causas. Después en la sociología del derecho, algo en lo que pude aplicar la carrera a la que yo inicialmente quería ingresar”.
Terminada en Perú su licenciatura, la doctora Espino quería experimentar cosas nuevas y encontrar retos diferentes, precisamente por eso decidió voltear al norte para encontrar lo que buscaba.
“Llegué a México becada por la Universidad Autónoma de Nuevo León para estudiar la maestría en derecho constitucional, porque gané un concurso en mi país y uno de los premios era venir a México. Así conocí al director de la Facultad de Derecho, quien me invitó a incorporarme a la maestría y a dar clases en Monterrey”.
A la par de su maestría y de ser docente, Diana Espino formó parte del Centro de Investigaciones Jurídicas de la UANL, para seguir con su formación como investigadora.
“Mi línea de investigación siempre han sido los derechos humanos, los derechos de las minorías y la justiciabilidad de los derechos sociales, económicos y culturales, por eso realicé publicaciones que iban en ese tenor”.
Además de formarse académicamente, México fue también parte de su desarrollo personal, cultural y educativo, tan solo por sus condiciones para la investigación y todo lo que converge.
“Siempre me preguntan que por qué me fui a México y que por qué me quedé. Y siempre digo: ‘Para lo que yo me dedico, que es investigación sobre derechos humanos, México es un laboratorio vivo’. Nunca me imaginé irme a otro país, porque México es un referente en derecho constitucional, fue la primera constitución en incorporar derechos económicos, sociales y culturales, fue el primero en desarrollar el amparo”.
Reconoce que aún faltan apoyos para la investigación y la ciencia en México, pero asegura que aquí estos rubros tienen una mayor importancia que en otros países, algo que lleva a los investigadores a sentirse más respaldados y reconocidos.
De la docencia a la dirección
“Lo que hacemos la mayoría al terminar el doctorado es dar clases. Pero tienes que empezar a buscar tu nicho, porque eso de salir del doctorado y tener planta en una universidad no existe, es una utopía. Estuve en varias universidades, creo que en todas las del área metropolitana”.
Pero su búsqueda terminaría cuando se incorporó al Centro de Estudios Interculturales del Noreste en la Universidad Regiomontana como investigadora; sin embargo, la investigación no sería lo único que encontraría en esa institución.
“Después de llegar a la Universidad Regiomontana, me ofrecieron la Dirección de Posgrados en Humanidades y Ciencias Sociales. Así que ahora estoy aquí, en la dirección, pero también como investigadora”.
Fuente: CONACYT.
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