Por medio de simulaciones computacionales, un equipo de expertos del Instituto de Ecología (IE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha determinado con exactitud el impacto positivo que tienen los árboles de determinadas especies para disminuir —en hasta tres grados Celsius— la temperatura en las «islas de calor» de la Ciudad de México.
Conocido como isla de calor, este fenómeno climático hace referencia al aumento de temperatura en zonas habitadas con escasa vegetación, amplias superficies asfaltadas y abundante infraestructura. En la Ciudad de México, las islas de calor pueden ser tan extremas que producen diferencias de temperatura de hasta 10 grados Celsius. Así, el mismo día pueden registrarse 20 grados en Xochimilco, pero hasta 30 grados en el Centro de la ciudad.
El equipo de científicos del Laboratorio Planta Atmósfera del IE, a cargo del doctor Víctor L. Barradas Miranda, trabaja en tres líneas de investigación principales. La primera aborda la mitigación de las islas de calor urbanas; la segunda está denominada como vulnerabilidad ecofisiológica ante el cambio climático y la tercera es sobre conservación y restauración.
El enfoque alrededor de la investigación sobre la mitigación de la isla de calor en los grandes centros urbanos tiene que ver con la forma en como están construidas. El fenómeno es de tal impacto en la temperatura urbana que puede incrementarse en promedio hasta cuatro grados Celsius, en comparación con la temperatura afuera de la ciudad, una diferencia que puede alcanzar hasta 10 grados.
Los investigadores del IE han encontrado, a través de simulaciones computacionales, que esta diferencia de temperatura disminuye por la inserción de distintos tipos de árboles para enfriar las ciudades, para ello es necesaria la siembra de determinada especie y cierto número de árboles por hectárea.
Temperatura de confort
La importancia de buscar soluciones al problema del calor en las grandes urbes es debido al alto consumo de energía que tienen los sistemas de aire acondicionado que, a su vez, generan una exageración de la isla de calor urbana ya que estos sistemas refrigerantes no son eficientes y trasladan el calor del interior de los edificios al exterior, además que la producción de energía implica un aumento de los gases de efecto invernadero.
Por lo que el uso de aires acondicionados no soluciona el problema, al contrario, lo magnifica, dijo el doctor del Instituto de Ecología de la UNAM. Asimismo, explicó que está comprobado que la falta de confort térmico humano baja la productividad en los trabajadores, esto ocasiona un impacto económico real y tangible, además de aumentar la morbilidad.
El objetivo de generar un confort térmico a la población conlleva a un aumento en la productividad y una disminución en la morbilidad, es decir, ser menos propensos a enfermedades.
“El ser humano por instinto tiene la necesidad de construir un lugar donde se sienta más que nada seguro y con la consiguiente comodidad”, explicó en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
La propuesta es distribuir estratégicamente especies de vegetación urbana que tienen un alto impacto en cuanto a capacidad transpiratoria como el fresno (Fraxinus uhdei) y el liquidámbar (Liquidambar styraciflua).
Para esto, en el equipo de investigación conformado por la doctora Mónica Ballinas y Víctor L. Barradas desarrollaron un modelo teórico fenomenológico que busca proponer soluciones novedosas con el mínimo esfuerzo.
“Es decir para poner en práctica estas soluciones no se necesita un instrumental sofisticado con lo que se pueda reducir la temperatura local”, agregó.
Factores que contribuyen al aumento de las temperaturas en las ciudades también están relacionados con el uso del suelo, ya que la mayoría del concreto y asfalto es impermeable por lo que el agua no es absorbida ni evaporada, mecanismo que contribuye al aumento de las temperaturas.
Verde refrescante
Las especies arbóreas que se estudiaron para la Ciudad de México tenían que ser las que más produjeran la transpiración que ocasiona el enfriamiento natural.
Los resultados del modelo dieron a los investigadores la cantidad de árboles por hectárea que se necesitan para reducir la temperatura, estos números varían dependiendo las condiciones y sobre todo la especie del árbol. Por ejemplo, para reducir la temperatura un grado se necesitan 8.6 árboles maduros de fresno por hectárea, mientras que 26 árboles por hectárea de esta especie pueden reducir la temperatura hasta tres grados.
No obstante, no todos los árboles tienen la misma capacidad de enfriamiento, se encontró que se necesitan 128 árboles maduros de eucalipto (Eucalyptus camaldulensis) para reducir la temperatura tres grados. Es decir, al reforestar no solo se trata de plantar árboles, sino de escoger los mejores para contrarrestar este tipo de contaminación.
Fuente: CONACYT.
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