En el Congreso Interdisciplinario Ipicyt 2018, el doctor Salvador Lluch Cota, actual director interino del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (Ipicyt), reflexionó desde su experiencia como parte del equipo de la Dirección Adjunta de los Centros de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), sobre el papel que los centros tienen para el desarrollo científico y tecnológico del país.
“El conocimiento general por parte de académicos e investigadores de estas entidades y su rol dentro del sistema de centros públicos es un trabajo permanente de gran importancia, ya que al ser toda una estructura nacional que impulsa la ciencia, la tecnología e innovación de México, también se nutre de la participación activa de quienes la hacen posible con la finalidad de aprovechar al máximo las grandes ventajas que supone para la ciencia”, afirmó.
¿Qué es el sistema de centros públicos de investigación?
De acuerdo con Lluch Cota, son entidades paraestatales —los centros— de la administración pública federal. “ Eso quiere decir que al ser creados, su objetivo principal es generar ciencia y conocimiento. Viene en su acta de nacimiento. Todos nacen básicamente con la misma historia y tienen autonomía de decisión técnica, operativa, administrativa y presupuestaria dentro de marcos legales muy claros como la Ley de Ciencia y Tecnología. Estamos muy bien regulados, pero dentro de eso somos instituciones con muchas libertades”.
En el país existen 32 centros públicos, y 27 están sectorizados dentro de Conacyt y otros más en secretarías de gobierno. Se encuentran básicamente por todo el país (salvo en Colima y Morelos), volviéndose así un sistema con una cobertura geográfica impresionante, así como una diversidad temática abundante.
Surgir del sistema está, por supuesto, relacionado con el ascenso del Conacyt, el cual fue fundado en 1970 y dependía directamente de la presidencia. Sin embargo, en 1979 el consejo se sectoriza uniéndose a la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 1992, hasta que en el año 2002 pasa de nuevo a depender de la presidencia.
“Los centros tienen una historia paralela. Empiezan a ser creados en la década de 1979 hasta el año 2000, y tienen orígenes diversos. Hay centros como el CICESE que empezó con la idea de hacer exploración, u otros que vienen de la transformación de una institución, o aquellos enfocados directamente en cuestiones tecnológicas, y otros que a lo largo de su vida han cambiado de forma jurídica o de nombre. En su conjunto están creados en torno a tres grandes objetivos históricos para el Estado Mexicano desde los 70”.
Estos tres grandes ejes correspondían a la necesidad de llevar capacidades científicas a diversas regiones del país como parte de una activa descentralización de la ciencia y tecnología. Otro es el acompañamiento del desarrollo económico de los sectores productivos del país con ciencia y tecnología y capacidades diversas, mientras que el tercer eje es la búsqueda por acompañar la toma de decisiones públicas para el bienestar social, brindando la información y el conocimiento que guiara de la mejor manera posible tales decisiones.
Una reconfiguración histórica
Durante un tiempo, los centros públicos fueron manejados bajo la noción de subsistemas de trabajo, y bajo esa noción es que nacieron varios centros públicos de investigación a lo largo de los años enfocados temáticamente.
“En 2014 se hizo una pausa en el camino y se analizaron tres situaciones. La primera es que, a raíz de la Ley de Ciencia y Tecnología que reconoce a los centros públicos como diferentes a las universidades, adquirimos un sentido de pertenencia y vocación distinta de los centros universitarios para acompañar el crecimiento de las regiones y del desarrollo de la ciencia y tecnología en el país”, afirmó el director.
Se repensó la alineación temática de los centros, las coordinaciones y un fortalecimiento distinto. La organización en subsistemas era algo inviable porque los centros se vinculaban, generaban recursos, todos querían incidir en política pública y desarrollo regional.
“En los últimos años es claro que la ciencia es cada vez menos ermitaña y más colaborativa y los centros Conacyt tienen esa vocación también, y el sistema es un experimento fabuloso para fomentar esa ciencia en el país. Entonces inició una fase en que se vio la cosecha de lo que el Estado Mexicano generó hasta el momento”.
Así, más que agrupar los centros públicos de acuerdo a temáticas disciplinares se reorganizaron, entre 2014 y 2015, de manera que reflejaran mejor las vocaciones en términos de actividades humanas, como aquellos agrupados en procesos industriales y manufactura de materiales avanzados, o aquellos en el medio ambiente y salud.
La nueva forma de organización del sistema de centros también ha permitido fortalecer la vinculación entre cada uno de ellos, posibilitando la creación de nuevas formas de colaboración que favorezcan el aprovechamiento al máximo de las capacidades técnicas y científicas del sistema, con el objetivo no solo de resolver problemas específicos, sino también para la formación de recursos humanos de alta calidad académica.
En el mismo tenor, el investigador reconoció que nuevas formas de colaboración, como la figura de consorcios, son herramientas necesarias para posicionar el sistema de centros públicos como una nueva forma de explotar al máximo las capacidades que con años de duro esfuerzo y trabajo se han obtenido gracias al interés de científicos por trabajar con otras disciplinas.
“Un consorcio al final es generar infraestructura de la que carezcamos separados y avanzar juntos con la experiencia que tenemos” , comentó.
Al respecto, declaró que actualmente existen 22 convenios de colaboración entre centros de 14 estados de la republica, y prácticamente todos los centros del sistema son parte de algún consorcio. Del total de estas formas de colaboración interinstitucional, ocho están ya en operación, 11 en instalación y tres en diseño para su próxima ejecución.
Retos a futuro
“¿Qué puede seguir? Cada centro tiene sus retos, unos claros, otros que habrá que aterrizar, pero el sistema de centros tiene que seguir avanzando», afirmó el actual director de Ipicyt.
Para Lluch Cota, hay tareas específicas pendientes para todo el sistema que involucra todos los centros públicos, en el rubro de coordinación, alineación general y consorcios. La necesidad de tener inventarios generales de todo lo que se tiene, así como establecer procesos permanentes de comunicación y reinvención de la investigación y colaboración, son aspectos que no pueden estancarse.
“Tenemos ventajas sobre las grandes universidades del país y debemos seguir reinventándonos con la misma agilidad que nos caracteriza”.
Asimismo, declaró que afianzar el sistema de centros al contexto internacional ya debe ser una prioridad a causa de que hoy día, la calidad del trabajo de cada centro posibilita esa realidad, junto con el establecimiento de acuerdos comerciales de colaboración claros y justos. Sin mencionar que el continuo desarrollo de los consorcios de investigación también debe seguir avanzando hacia el futuro con las administraciones venideras, donde la ciencia interdisciplinaria marcará la pauta, como lo ha demostrado el Ipicyt. Un caso entre varios.
“Y lo que aquí demuestra es la capacidad interdisciplinaria y de manejo de temas que tiene el instituto, lo cual es fascinante. Creo que una de las mayores fortalezas del Ipicyt es la interdisciplina y tienen que aprovecharla y usarla”.
Fuente: CONACYT.
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